Carlismo

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El carlismo es un movimiento ideológico que surge como oposición al liberalismo y tiene su origen en la crisis sucesoria que se crea con la abolición de la Ley Sálica por Fernando VII. Su arraigo entre ciertos sectores de la población española será determinante en la generación de tres guerras civiles llamadas Guerras Carlistas.
1. La crisis sucesoria.
La política de reformas moderadas q emprende Fernando VII provocará la oposición de ciertos sectores, denominados ultras o apostólicos. Estos grupos, defensores de un absolutismo estricto, creen que dichas reformas son una claudicación ante el liberalismo. Los apostólicos tenían depositadas sus esperanzas en el hermano del rey, el infante don Carlos María Isidro, conocido por su ideología ultra y heredero al trono ante la falta de descendencia de Fernando VII.
Sin embargo, la cuarta esposa del rey, María Cristina de Nápoles, se queda embarazada. En España, desde la llegada de los Borbones, estaba vigente la
Ley Sálica, que excluía a las hembras de la sucesión al trono. Ante la posibilidad de que la reina dé a luz una niña, Fernando VII decide publicar la Pragmática Sanción, por la que quedaba abolida la Ley Sálica. Finalmente, nace una niña, de nombre Isabel, que es proclamada heredera. Pero los ultras, que empiezan a ser conocidos como carlistas, se niegan a reconocer a Isabel como heredera y se aferran a la Ley Sálica para defender los derechos de don Carlos al trono. Cuando en 1833 muere Fernando VII es proclamada reina su hija con el nombre de Isabel II. Pero los carlistas inician un levantamiento armado y proclaman rey a don Carlos, con el nombre de Carlos V. Comienza así la Primera Guerra Carlista contra los isabelinos, defensores de Isabel II.
2. Bases ideológicas del carlismo.
Desde el punto de vista ideológico, el carlismo se puede definir como una doctrina que rechaza el liberalismo y se apoya en los siguientes principios:
-Defensa del poder absoluto del rey, único depositario de la soberanía. Identifican el Estado Liberal con una situación de anarquía y desorden.
- Defensa del catolicismo y de los privilegios de la Iglesia. Critican la no restauración de la Inquisición por Fernando VII en 1823 y rechazan cualquier iniciativa de tolerancia religiosa hacia otras confesiones.
- Defensa del mundo rural, al que se idealiza frente a las amenazas que llegan de la ciudad como el liberalismo o la industrialización. Consideran que estos fenómenos ponen en peligro el orden tradicional que tiene su principal apoyo en el campo.
- Defensa de los fueros vasco-navarros, amenazados por el Estado Liberal. También plantean la restauración de los viejos fueros de los antiguos reinos de la Corona de Aragón.
3. Bases sociales del carlismo.
La fuerza que tuvo el carlismo se explica por su arraigo entre los siguientes grupos sociales:
-Los pequeños campesinos: Estos son dueños de una pequeña propiedad o explotan una parcela en régimen de arrendamiento. Son la principal base social del carlismo. Impregnados de un fuerte catolicismo, no tenían motivos para apoyar los cambios que implicaba el liberalismo: para muchos de estos campesinos, el liberalismo sólo significó que las tierras que arrendaban cambiaban de propietario, y pasaban de manos de la nobleza o la Iglesia a la burguesía. Pero, además, la desamortización de las tierras comunales les quitaba la posibilidad de explotar unas tierras que hasta ahora aprovechaban libremente.
- La pequeña nobleza de hidalgos, caballeros, etc. que carecían de grandes propiedades y, sin posibilidad de competir en una economía de libre mercado, se veían abocados a la ruina económica. Para estos grupos, la desaparición de sus privilegios y del régimen de mayorazgo sólo podía suponer la amenaza de ruina económica.
- El bajo clero, especialmente el clero regular, que es el sector más amenazado por la desamortización de las tierras eclesiásticas.
El carlismo apenas tuvo difusión entre los siguientes grupos:
-Las clases urbanas, tanto la alta burguesía como las clases medias y populares. De hecho, las ciudades fueron los principales focos del liberalismo.
- La alta nobleza, que una vez comprobó que el liberalismo respetaba sus grandes propiedades apoyó al Estado Liberal, sobre todo cuando comprobó que éste le permitía incrementar sus propiedades con la compra de las tierras eclesiásticas desamortizadas.
- Los jornaleros, que carecen de cualquier propiedad y debían malvivir con unos sueldos exiguos. Estos grupos no tenían motivos para añorar el Antiguo Régimen, pero tampoco tenían razones para apoyar el Estado Liberal, por lo que pronto apoyarían nuevas ideologías revolucionarias.
4. Bases geográficas del carlismo.
El carlismo tuvo sus principales apoyos en aquellas regiones donde se conjugaron estos factores:
a) El predominio del pequeño campesinado, como la mitad norte peninsular (Galicia, Cornisa Cantábrica, Valle del Duero, área pirenaica, Bajo Aragón, el Maestrazgo o interior de Cataluña).
b) La vigencia de los fueros o el recuerdo de su antigua existencia. Esto explica la fuerza del carlismo en zonas como Cataluña, Valencia o el País Vasco y Navarra. Concretamente, en el País Vasco y Navarra los fueros garantizaban a su población una serie de privilegios como exención de ciertos impuestos o del reclutamiento militar obligatorio. El Estado liberal amenazaba con la abolición de estos privilegios lo que explica el arraigo del carlismo en estas zonas.
Por el contrario, las zonas urbanas nunca fueron importantes focos carlistas. Ni siquiera en el País Vasco o Cataluña el carlismo tuvo grandes apoyos en las ciudades.
5. Antecedentes del carlismo.
Antes del estallido de la 1º guerra carlista, podemos encontrar sus antecedentes en la revuelta de los agraviats o malcontents que se produjo en 1827 en el interior de Cataluña. Fue ésta un levantamiento protagonizado por partidas de campesinos armados dirigidos por curas o frailes y que rechazaban la tímida política reformista emprendida por Fernando VII durante la Década Absolutista.
6. Las guerras carlistas.
Los momentos álgidos del carlismo se produjeron cuando estos levantamientos llegaron a convertirse en verdaderos conflictos civiles:
a) La Primera Guerra Carlista (1833-1840).
Estalló a la muerte de Fernando VII cuando se producen los primeros levantamientos de partidas de campesinos que se niegan a reconocer a Isabel II como reina y proclaman a Carlos V como rey. Los carlistas pronto se hicieron fuertes en las zonas rurales del País Vasco y Navarra, en Aragón y en el interior de Cataluña y Valencia. Destacaron dos importantes generales: Zumalacárregui en el área vasca y Cabrera, que dirigió la resistencia en la zona del Maestrazgo.
El momento álgido de la guerra se produjo en 1837 con la famosa
expedición real en que el propio pretendiente llegó hasta las puertas de Madrid aunque, sin apoyos, tuvo que regresar a sus bases del norte.
Tras varios años de conflicto sin que isabelinos ni carlistas pudieran modificar el rumbo de la guerra, surgieron sectores favorables a la idea de llegar a un compromiso. Este acuerdo llegó en 1839 con el
Convenio de Vergara, por el que los isabelinos se comprometían a reconocer los grados y distinciones de los militares carlistas y a respetar los fueros vasco-navarros. A pesar de todo, en 1841 los fueros navarros serían modificados: Navarra dejaría de ser un reino para convertirse en una provincia más, aunque mantenía ciertos privilegios fiscales reconocidos en el concierto económico.
El general Cabrera no reconoció el Convenio de Vergara y continuó la guerra en el Maestrazgo hasta su derrota en 1840.
b) La Segunda Guerra Carlista (1846-1849)
No tuvo la importancia de la Primera. Su principal escenario fue el interior de Cataluña, donde bandas de pequeños campesinos mantuvieron una desigual resistencia en defensa de los derechos de Carlos VI, hijo de Carlos María Isidro.
c) Tercera Guerra Carlista (1872-1876)
En 1868 una revolución había destronado a Isabel II. Para los carlistas esto abría la esperanza de ver en el trono a su pretendiente, Carlos VII, sobrino de Carlos VI. Pero esta esperanza se vio frustrada con la construcción de un sistema democrático y la proclamación como rey de España de un príncipe italiano, Amadeo de Saboya. El carlismo se inclinó así por una nueva insurrección que originó otra guerra.
Aunque hubo insurrecciones en zonas de Cataluña y Valencia, el principal escenario del conflicto fue el País Vasco y Navarra, donde se llegó a crear un verdadero estado carlista con capital en Estella.
La restauración de los Borbones en la persona de Alfonso XII, hijo de Isabel II, permitió concentrar los recursos en el fin de la guerra que terminaría en 1876. La principal consecuencia fue la
supresión de los fueros vascos, sustituidos por unos conciertos económicos que otorgaban a las tres provincias vascas una autonomía para recaudar los impuestos similar a la que ya tenía Navarra.
7. El carlismo tras las guerras carlistas.
  Tras su derrota definitiva en la tercera guerra carlista, el carlismo se organizaría como partido político defendiendo posturas muy conservadoras. Participó en las elecciones que se celebraron en España en los diferentes regímenes políticos y obtuvo representación parlamentaria, especialmente en las provincias vascas, Navarra y Cataluña.
Con el nombre de
Comunión Tradicionalista, el carlismo recobraría fuerza durante la Segunda República. Sus milicias o requetés, tendrían un protagonismo fundamental en la sublevación militar que en julio de 1936 provocó la Guerra Civil.
En 1937 Franco estableció el partido único de su régimen mediante la fusión forzosa del falangismo y el carlismo. Desde entonces, el carlismo perdería fuerza como grupo político independiente, aunque todavía hoy subsisten varios partidos carlistas.

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