Cuadro comparativo de la primera y segunda Guerra Mundial

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La Revolució inglesa es el periodo de la historia del Reino Unido que abarca desde 1642 hasta 1689. Se extiende desde el fin del reinado de Carlos I de Inglaterra, pasando por la República y el Protectorado de Oliver Cromwell y finaliza con la Revolución Gloriosa, que destituye a Jacobo II.
El periodo revolucionario en Inglaterra está profundamente influido por la lucha de poder entre los gobernantes y el Parlamento, en un frágil juego de equilibrios. El análisis de la posición del sistema parlamentario inglés es necesario como estudio previo de la cuestión revolucionaria.
Si se profundiza en uno de los elementos más importantes del sistema británico, el Parlamento, vemos que esta es una de las instituciones británicas más antiguas y respetadas. Su nombre se deriva de la palabra francesa parler (hablar) que se daba a las reuniones del consejo del rey inglés a mediados del Siglo XIII. Su antecesor más directo fue el consejo feudal del monarca, la Curia Regis, y antes de eso el Witan o Witenagemot anglosajón, que era un mecanismo desarrollado por los reyes medievales como apoyo al gobernar y reflejaba la idea de que un rey debería consultar a sus súbditos.
En el Siglo XIII se combinaron varios elementos que influyeron en la evolución del Parlamento: la necesidad, expresada en la Carta Magna (1215), de que los impuestos fuesen aceptados por los contribuyentes; la costumbre de convocar al consejo real, no sólo a los barones sino también a representantes electos de las ciudades y de los condados y la conveniencia de tratar ciertas audiencias ante una reunión ampliada del consejo real.
Por lo cual, se puede apreciar, que el Parlamento es el elemento por excelencia del sistema británico; que desde fines de la Baja Edad Media en adelante fue adquiriendo un carácter institucional en la vida política de los ingleses.
El Congreso de Vienesa fue un encuentro internacional celebrado en la ciudad austriaca de Viena, convocado con el objetivo de restablecer las fronteras de Europa tras la derrota de Napoleón I y reorganizar la forma e ideología políticas del Antiguo Régimen. La reunión se llevó a cabo del 1 de octubre de 1814 al 9 de junio de 1815. Los acuerdos tuvieron vigencia en los territorios de Europa Central y del Este hasta el final de la Primera Guerra Mundial.
Sin embargo, la paz se consiguió mediante el establecimiento del absolutismo. Fue convocado por el emperador de Austria Francisco I, diciendo éste al final del congreso que la nueva Europa era la Europa de la Restauración. Pese a las medidas que se concertaron para mantener a raya a los enemigos del Antiguo Régimen, no se pudo evitar la difusión de las ideas liberales que provocaron las revoluciones de 1830 y 1848.
Cambios territoriales:
Francia perdió todos los territorios conquistados. Prusia recibió la Prusia Occidental, Posen, el norte de Sajonia y parte de las provincias del Rin y de Westfalia. El Imperio Austríaco recuperó la mayoría de las zonas que había perdido frente a Napoleón y se le concedieron Tirol y Salzburgo, (Baviera), Lombardía y Véneto para compensar la pérdida de los Países Bajos austriacos y Dalmacia. Fue creada una Confederación Alemana de 39 estados, creada de los 309 anteriores, bajo la presidencia del Emperador austriaco. Sólo las pequeñas partes del territorio de Austria y Prusia fueron incluidas en la Confederación. Rusia vio su territorio ampliado hacia el oeste. Confirmó su posesión de Finlandia y de Besarabia, además de la mayor parte del Gran Ducado de Varsovia. Noruega fue transferida de Dinamarca a Suecia. El Imperio Otomano concedería cierta autonomía a Serbia, Montenegro, Valaquia y Moldavia. Hannover consiguió los antiguos territorios del Obispo de Münster y Frisia oriental y pasó a ser un reino. A María Luisa, la esposa de Napoleón, le fueron otorgados Parma, Plasencia y Guastalla. Se ratificó la fundación del reino de los Países Bajos. El Reino de Cerdeña recuperó el condado de Niza y Saboya y recibió Génova. La ciudad de Cracovia y sus alrededores conformaron la República de Cracovia.
La Conferencia de Berlín, celebrada entre el 15 de noviembre de 1884 y 26 de enero de 1885 en la ciudad de Berlín fue convocada por Portugal y organizada por el Canciller de Alemania, Otto von Bismarck, con el fin de resolver los problemas que planteaban la expansión colonial en Ãfrica y resolver su repartición.
Catorce Estados fueron representados: El Imperio Alemán, el Imperio Austrohúngaro, Bélgica, Dinamarca, el Imperio Otomano, España, Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Italia, Países Bajos, Portugal, Rusia y Suecia.
En ella se proclamó la libre navegación marítima y fluvial, la libertad de comercio en el centro del continente africano, el derecho a colonizar un territorio si se ocupaba la costa de éste, entre otras cosas.
El proceso de colonización se realizó siguiendo las grandes vías fluviales, como los territorios del Níger, que fueron explorados entre los años 1788 y 1830; la cuenca del Nilo y la región de los Grandes Lagos Africanos, entre 1854 y 1859; el Zambeze, entre 1841 y 1873.
La exploración del río Congo motivó las rivalidades entre varios países, por lo que el canciller Bismarck actuó como árbitro en la Conferencia, donde se estableció el Estado Libre del Congo (actualmente República Democrática del Congo), bajo soberanía de la Asociación Internacional del Congo y propiedad privada del rey de los belgas Leopoldo II, y de un Congo francés, ambos con salida al mar; la libre navegación por los ríos Níger y Congo, así como el principio del derecho a la posesión del traspaís a partir de un enclave costero.
Así, la costa mediterránea africana quedó en manos de Francia y el Reino Unido; la costa oriental se dividió entre los alemanes al sur y los británicos al norte. La costa occidental quedó en poder de los belgas, franceses y británicos. Los italianos consiguieron Somalia y los portugueses, Angola y Mozambique. Sin embargo, pronto estallaron conflictos por la posesión de las zonas más estratégicas o más ricas, como en el caso de Túnez, Egipto y Marruecos.
La Primera Guerra Mundial fue un conflicto armado a escala mundial desarrollado entre 1914 y 1918. Originado en Europa, por la rivalidad entre las potencias imperialistas, se transformó en el primero en cubrir más de la mitad del planeta. Fue en su momento el conflicto más sangriento de la historia. Antes de la Segunda Guerra Mundial, esta guerra solía llamarse la Gran Guerra o la Guerra de Guerras.
A finales del Siglo XIX, Inglaterra dominaba el mundo tecnológica, financiera, económica y sobre todo políticamente. Alemania y Estados Unidos le disputaban el predominio industrial y comercial. Durante la segunda mitad del Siglo XIX y los inicios del Siglo XX se produjo la repartición de Ãfrica (a excepción de Liberia y Etiopía) y Asia Meridional, así como el gradual aumento de la presencia europea en China, Estado en franca decadencia.
Estados Unidos y, en menor medida, el Imperio Ruso controlaban eficientemente sus vastos territorios, unidos por largas líneas férreas (ferrocarril Atlántico-Pacífico y Transiberiano, respectivamente). Inglaterra y Francia, las dos principales potencias coloniales, se enfrentaron en 1898 y 1899 en el denominado incidente de Faschoda, en Sudán, pero el rápido ascenso del Imperio alemán hizo que los dos países se unieran a través de la Entente cordiale. Alemania, que solamente poseía colonias en Camerún, Namibia, Ãfrica Oriental, algunas islas del Pacífico (Islas Salomón) y enclaves comerciales en China, empezó a pretender más a medida que aumentaba su poderío militar y económico posterior a su unificación en 1871. Una desacertada diplomacia fue aislando al Reich, que sólo podía contar con la alianza incondicional de Austria-Hungría.

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