Rawls y proceso deductivo, inductivo y analógico

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Razonamientos deductivo, inductivo y analógico
Cuando razonamos utilizamos básicamente dos métodos: la
deducción y la inducción.
Si partimos de una premisa aceptada y fiable e inferimos conclusiones parciales, empleamos el
razonamiento deductivo. Los razonamientos deductivos son útiles porque, si están bien construidos, son verdad. Todo buen argumento ha de partir de premisas fiables. De un razonamiento deductivo no se cuestiona si es verdadero o falso, sino si es correcto o incorrecto, es decir, si de las premisas se infiere la conclusión sin ninguna duda . La inducción, en cambio, parte de una serie de hechos parciales, que se repiten de forma regular y que se pueden observar. A raíz de esta serie se infiere una conclusión general. Un razonamiento inductivo se basa en la repetición de una serie de premisas; entonces, según la cantidad de premisas de que dispongamos, la inducción será más o menos buena.
Otra forma de discurso argumentativo habitual es la
analogía. Una analogía consiste en argumentar a partir de una comparación entre aquello que se quiere argumentar y otra situación o hecho similar.
El bien como racionalidad: Rawls
El filósofo norteamericano
John Rawls elaboró una teoría de la justicia que pone el énfasis en la racionalidad humana como elemento clave para poder determinar aquello que es justo.
Su hipótesis de partida es que todas las personas son razonables y, por tanto, pueden decidir que es justo y que está bien. Lo
racional sería el egoísmo individual, es decir, aquello que nosotros deseamos solo teniendo en cuenta nuestro beneficio. Lo razonable sería tener en cuenta el interés ajeno en nuestras consideraciones y buscar la cooperación aunque nos perjudicara.
Si se tienen en cuenta estos dos principios, se puede conseguir una
sociedad estable y justa. Esto es, según Rawls, la justicia y el bien en una sociedad son fruto del equilibrio entre los intereses individuales y los de los demás.
Rawls define dos principios: aquel según el cual todas las personas tienen las mismas libertades y derechos y el principio de
la desigualdad económica siempre que beneficie a todos. Para garantizar esta situación de la justicia, el Estado debe intentar conseguir el máximo bienestar para las personas que estén en una peor situación dentro de la sociedad. Según Rawls, si el estado prometiera igualar todas las rentas, los individuos no tendrían ningún incentivo para trabajar mucho.
Rawls considera la
competencia natural siempre que haya un mínimo para los más desfavorecidos.

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