Realismo y Vanguardia

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El Realismo:    El realismo es un movimiento cultural que aparece en la segunda mitad del siglo XIX, como consecuencia de las circunstancias sociales de la época: la consolidación de la burguesía como clase dominante, la industrialización, el crecimiento urbano y la aparición del proletariado. En principio, es una reacción contra el idealismo característico del romanticismo. Según una definición de la época: el realismo pretende la reproducción exacta, sincera, completa del ambiente social y de la época en que vivimos, esta reproducción debe ser lo más sencilla posible para que todos la comprendan.          La novela es el género literario característico de este movimiento. Esta novela vive del público burgués, y si en muchos casos, el autor se limita a emocionar con intrigas o a sustentar los principios morales propios de la burguesía, en otras critica a la sociedad burguesa desde dentro con propósito de retratarla y reformarla. Un tema presente en muchas novelas realistas es la lucha entre la sociedad y el individuo, por eso tiene una excepcional importancia el tema del adulterio: en un matrimonio impuesto por convenciones sociales, las mujeres sin libertad y sin actividad sueñan con un amante como evasión: Madame Bovary de Flaubert, Ana Karenina de Tolstoi o La Regenta de Clarín. El realismo tiene su origen en Francia. A Balzac, La Comedia humana, se le considera el fundador del movimiento. En España se consolida a partir de 1868. Los principales representantes de este movimiento son: Juan Valera, José Maria de Pereda, Benito Pérez Galdós, Leopoldo Alas "Clarín" y Emilia Pardo Bazán. Además de La Regenta, ya citada, son novelas fundamentales de este movimiento las llamadas "novelas de la vida contemporánea", de Benito Pérez Galdós. Más de veinte novelas, casi todas ellas situadas en Madrid, en las que el autor, liberado de los planteamientos ideológicos, que sostenía en las novelas de la primera época, consigue a través de múltiples personajes un fresco de la vida madrileña de finales del XIX. Entre estas novelas debemos citar a la primera de ellas, La desheredada, en la que una joven demente encerrada en un manicomio se cree descendiente de un aristócrata y acaba en la prostitución; Miau, en donde se narran las penalidades de un cesante durante la época del turno pacífico de los gobiernos liberales y conservadores del siglo XIX, Misericordia es un retrato del mundo de la mendicidad madrileña y sobre todo a Fortunata y Jacinta, una de las mejores novelas de la literatura española. Esta obra en la que se mezclan, como en muchas novelas de Galdós, los elementos de ficción y los históricos lleva como subtítulo Dos historias de casadas, porque en ella se nos narran las aventuras de Juanito Santa Cruz, señorito de la burguesía acomodada madrileña, casado con su prima Jacinta, que mantiene relaciones con Fortunata, una muchacha muy hermosa, perteneciente al pueblo llano. Cuando Fortunata se queda embarazada Santa Cruz la abandona y ésta acaba en el mundo de la prostitución, del que sale para casarse con Maximiliano Rubín, aunque no puede olvidar su atracción por Santa Cruz. Pero el libro es mucho más que el relato de unos adulterios. A través de la diversidad de personajes y ambientes el autor reconstruye la vida social madrileña del último tercio del siglo pasado; los salones de la aristocracia, la burguesía comerciante, los mendigos y el ambiente político de la I República y de la Restauración monárquica. Los Pazos de Ulloa, de Emilia Pardo Bazán, es una novela a medio camino entre el Realismo y el Naturalismo. Se sitúa en una Galicia rural y apartada, en donde la vida transcurre marcada por la religión, la brujería, la política y las pasiones más elementales. La fuerza descriptiva, la narración de la decadencia de la aristocracia rural y la presentación de la intensidad de las pasiones son sus aspectos más significativos.


Movimientos esteticos de la Vanguardia: Tras la Primera Guerra Mundial, la situación del arte europeo se caracteriza por una extraordinaria complejidad, se desarrollan los llamados movimientos de vanguardia, que, en algunos países, adquieren un carácter profundamente radical y se comprometen en la transformación o la crítica de la sociedad existente.
La profunda crisis de valores del cambio de siglo conduce a un rechazo de la razón por considerarla incapaz para comprender la vida, por ello se da primacía a lo irracional, a lo inconsciente. El arte refleja este irracionalismo rechazando lo figurativo, entusiasmándose por lo moderno, por los nuevos modos de expresión: la fotografía, la tecnología, cine etc. No se buscará la belleza y el feísmo se incorpora como una nueva e importante categoría artística. Los principales movimientos de vanguardia son los siguientes:
El futurismo: ensalza los mitos y tópicos de la modernidad: la velocidad, las máquinas, la fuerza etc. Llegan a ensalzar la guerra y a propugnar la destrucción de los museos, de las bibliotecas, de todo lo relacionado con el concepto tradicional de arte. Tuvo importancia sobre todo en Italia y su fundador, Marinetti, estuvo muy cercano al fascismo. El expresionismo: es un movimiento de origen alemán que deforma el mundo visible, como medio de trasmitir al receptor la conciencia trágica de la vida. Expresa la realidad vista desde un yo atormentado. Se caracteriza por sus colores fuertes, un cierto humor negro y una apología de la fealdad. Vasily Kandisky es un pintor representativo de este movimiento Se pueden encontrar elementos expresionistas en los esperpentos de Valle-Inclán y en las primeras obras de Baroja . El cubismo: se caracteriza por su espíritu de geometría. Los cubistas analizan las formas hasta sus últimas consecuencias, descomponiendo los volúmenes, estudiando sus partes y reduciéndolos a formas geométricas. Picasso y Juan Gris son los nombres más representativos de este movimiento. El abstraccionismo: los abstraccionistas quieren crear un arte puro. En pintura liberan a los elementos pictóricos, la forma y el color, de su vehículo habitual: la realidad. De manera semejante se desarrolla por esta época el concepto de poesía pura. El dadaísmo: la primera guerra mundial supuso una crisis tal de valores que los dadaístas consideraban que sólo la protesta, el irracionalismo, la negación absoluta, la anarquía eran las respuestas coherentes a la estupidez del mundo . El surrealismo: en 1924 el poeta André Breton publicaba en París el Primer Manifiesto del Surrealismo. El nuevo movimiento heredaba de su antecesor, Dadá, la idea de que la razón no es más que un molesto impedimento que obstaculiza el desarrollo de la creatividad. Tomando como punto de partida la obra clave de Sigmund Freud La interpretación de los sueños, llegan a la conclusión de que la única manera de eliminar las ataduras de la razón era propiciar el acceso al subconsciente. Escogieron dos vías para "penetrar" en él, vías que constituyen las dos técnicas surrealistas por excelencia: el automatismo, que consiste, en esencia, en dibujar o escribir sin lógica, moviendo libre e incontroladamente la mano o el pincel y la desorientación reflexiva, procedimiento por medio del cual las imágenes surgidas del subconsciente unen objetos completamente extraños entre sí. En el ámbito hispánico hay que nombrar dos importantes movimientos estéticos, el ultraísmo y el creacionismo. Algunos de los escritores de la generación del 27 participaron activamente en ellos, otros como Federico García Lorca en Poeta en Nueva York o Vicente Aleixandre en La destrucción o el amor han hecho importantes contribuciones al movimiento surrealista.



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