San Manuel Bueno, mártir

Clasificado en Lengua y literatura

Escrito el en español con un tamaño de 4,43 KB

La novela San Manuel Bueno, mártir es una novela escrita por Miguel de Unamuno, filósofo y escritor español que perteneció a la Generación del 98. Esta novela presenta algunos de los rasgos que han caracterizado a este grupo de escritores, como su preocupación por la España rural, símbolo de lo esencial de la sociedad española (representado en la novela por Valverde de Lucerna). También por lo que Unamuno denominó intrahistoria: hechos de la vida cotidiana de las gentes anónimas y sencillas, que jamás aparecen en los libros de historia. El libro muestra una visión pesimista de la existencia (otro de los temas característicos de esta generación).

Ideología y simbolismo

Se trata de una novela ideológica y simbolista, que destaca por su ambigüedad, ya que nos deja cuestiones sin respuesta, como el problema de la eternidad, encarnado en don Manuel, el párroco de Valverde de Lucena. Ángela Carballino, una de las protagonistas, relata, a partir de sus recuerdos, las vivencias que tuvieron ella y su hermano Lázaro con el cura, que creía en Dios, pero no en la inmortalidad del alma. Su falta de fe se la confiesa a Lázaro, que acaba de regresar de América con sus ideas positivistas de modernidad y progreso. Este, a su vez, se lo revelará a Ángela quien, años después de la muerte del párroco, dejará su secreto escrito en estas memorias.

Lucha entre razón y fe

El tema central de la obra es la lucha entre la razón (que le dice que somos mortales) y la voluntad, que le insta a tener fe y no dudar. Unamuno se proyecta sobre don Manuel, transmitiéndonos sus dudas y problemas. El párroco funciona como su alter ego.

Simbolismo en la novela

El simbolismo está presente constantemente en la novela. Ángela etimológicamente proviene del griego y significa mensajero y ella es quien nos revela en sus memorias la verdad de don Manuel. Manuel es la traducción al español de Emmanuel, de origen hebreo y que significa “Dios con nosotros”; en muchas ocasiones se hace referencia a que al oír al cura es como si oyesen a Dios (“Su maravilla era la voz, una voz divina”). Por último, el nombre de Lázaro, resucitado de la vida a la muerte, alude a la resurrección del personaje de no tener fe a tenerla. También es importante el personaje de Blasillo, que representa la ingenuidad del pueblo. Es como un eco de lo que dice don Manuel pero sin sus dudas y morirá el mismo día que don Manuel.

Forma y espacio

En cuanto a la forma, podemos destacar que la novela nos presenta una acción atemporal marcada por un impreciso “ahora” en boca de Ángela, narrador testigo y partícipe de la acción, y por un uso continuo y monótono del pretérito imperfecto, propio de las descripciones del pasado que se estancan en el tiempo para resaltar aún más la idea de lo eterno. Ángela no es la única narradora. Al final de la obra el propio Unamuno se convertirá en narrador al emplear la técnica del “manuscrito encontrado”, recurso que ya usaba Cervantes, lo que desdibuja la frontera entre realidad y ficción.

El espacio es el pueblo de Valverde de Lucerna, también simbólico ya que Lucerna significa lámpara, entrada de luz. Su paisaje se identifica con el cura y se utiliza para describirlo al comparar su cabeza con la cresta del Buitre o sus ojos con el lago (“en sus ojos hay toda la hondura azul del lago“).

Estilo literario

Sobresale un uso de palabras que Unamuno ha recuperado de la tradición y del casticismo, una sintaxis corta y precisa y, por último, la utilización abundante del diálogo como vehículo de transmisión de ideas y expresión de dramas internos de los personajes, propio de sus nivolas.

Episodio curioso

Me ha resultado curioso uno de los últimos episodios, en el que Lázaro, conversando con su hermana, dice que Don Manuel le “curó” de su progresismo, porque según él hay dos clases de hombres peligrosos y nocivos: los que convencidos de la resurrección atormentan a los demás para que, despreciando esta vida, se ganen la otra; y los que no creyendo más que en ésta, como él y Don Manuel, se esfuerzan en no negarle al pueblo el consuelo de creer en otra vida. Esto es un tanto paradójico, ya que no es lo que se espera de un cura tradicional y de pueblo. Es de un alto carácter filosófico, similar a las ideas pesimistas del filósofo Schopenhauer.

Entradas relacionadas: