Teatro posguerra y ensayo

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Teatro Posguerra: El movimiento de renovación teatral que, impulsado en los años 20 y 30 por autores como Valle-Inclán o García Lorca, encontró en el ambiente cultural de la segunda República un marco idóneo para su evolución y proyección, se vio truncado por la guerra civil y, en la inmediata posguerra, por una serie de condicionamientos ideológicos, como la censura, y comerciales, como la política mercantilista de hacer teatro en función del público burgués, que hicieron inviable durante muchas décadas un teatro abierto y renovador. En el teatro específicamente de posguerra, la década del 39 al 49, los escenarios españoles se nutren de piezas de autores tradicionales que ya habían estrenado antes de la guerra: Arniches, Marquina, Benavente etc. En esta misma década hay que mencionar dentro del teatro del humor a los escritores Enrique Jardiel Poncela, creador de un teatro de lo inverosímil, nuevo y audaz, de lo que es una buena prueba: Eloisa está debajo de un almendro, y Miguel Mihura: Tres sombreros de copa o Sublime decisión. Fuera de España los escritores exilados como Rafael Alberti: Noche de guerra en el museo del Prado o Alejandro Casona: La dama del Alba, siguen escribiendo teatro, aunque apenas tuvieron posibilidades de llevarlo a escena. A partir de 1949 aparece un teatro marcado por preocupaciones existencialistas y por tendencias de tipo social, que empieza a presentar sobre el escenario la realidad española, de una forma cada vez más crítica. El estreno en 1949 de Historia de una escalera de Antonio Buero Vallejo significa el comienzo de este tipo de teatro de protesta y denuncia que Buero seguirá cultivando a lo largo de su vida. Alfonso Sastre es otro exponente de este teatro inconformista. Pretendió hacer del teatro un arma de denuncia y crítica social tanto con la creación de grupos teatrales, como con manifiestos o con sus obras: La mordaza, Escuadra hacia la muerte etc. Al igual que en los años 50 y en los primeros 60, los autores españoles escriben novelas neo-realistas y poemas sociales, toda una generación de dramaturgos retratan en sus obras la explotación del hombre, la injusticia social, la alienación etc. Entre estos escritores están Lauro Olmo: La camisa, José Martín Recuerda: Las salvajes de Puente san Gil, José María Rodríguez Méndez: Los inocentes de la Moncloa, etc. A lo largo de las décadas de los 60 y 70 empieza a aparecer un teatro renovador que trata de experimentar con nuevas fórmulas teatrales, aunque por los condicionamientos comerciales e ideológicos mencionados anteriormente, quedará frecuentemente como un teatro de minorías, al margen, muy a menudo, de los circuitos comerciales. Además de Fernando Arrabal o Francisco Nieva, Buero Vallejo se incorpora a la tendencia experimental en obras como La doble historia del Doctor Valmy o El tragaluz. En estas décadas aparecen los grupos de teatro independiente como Tábano o Los goliardos ya desaparecidos, y otros como Els Joglars, Dagoll-Dagom o Els Comediants que siguen representando hasta hoy. Hoy el teatro en España es un género literario a cuya vitalidad contribuyen determinadas circunstancias:
• Algunos autores que como
José Sanchis Sinisterra con ¡Ay Carmela! o José Luis Alonso de Santos con Bajarse al moro han tenido grandes éxitos de crítica y público.
• El surgimiento de
Centros Dramáticos Nacionales, en diversas autonomías, especialmente en Madrid y Barcelona.
• Las
producciones colectivas de grupos como los ya mencionados o La Fura dels Baus, que hacen un teatro provocador y rupturista que atrae a las generaciones más jóvenes.
• La aparición de
talleres de teatro que contribuyen a la formación de actores y directores .



Ensayo en el s.XX:   Miguel de Montaigne, escritor francés de finales del XVI, escribió una serie de artículos sobre diversos temas, desde un punto de vista muy personal, a los que llamó Ensayos, nombre que hizo fortuna.
El ensayo es un subgénero didáctico en prosa que tiene unas determinadas características y que, dentro de la cultura española, alcanza su máximo apogeo a finales del siglo XIX y principios del XX, aunque cuenta con una serie de precedentes anteriores, como los ilustrados
Cadalso o Jovellanos, los escritores románticos como Larra o los krausistas de finales del siglo pasado. Los escritores de la generación del 98 encuentran en el ensayo la forma idónea de expresar sus preocupaciones sobre España y sobre el sentido de la vida humana. El pensamiento de Unamuno está formulado en sus diversos ensayos, especialmente en En torno al casticismo, donde propugna la europeización como remedio a los males del país. Más tarde, en Vida de Don Quijote y Sancho, opone los valores espirituales españoles frente al racionalismo europeo y en La agonía del cristianismo o Del sentimiento trágico de la vida, en los que expresa su angustia ante la imposibilidad de reconciliar fe y razón. Ramiro de Maeztu o Azorín, son otros miembros de esta generación que cultivaron el ensayo. El ensayo fue también el género preferido por los escritores novecentistas. Su visión del tema de España es mucho más crítica que la de la generación anterior, proponen una definitiva europeización del país y el abandono de los valores casticistas. Importantes autores de ensayos de esta generación son: Gregorio Marañón: El conde duque de Olivares, Manuel Azaña: La invención del Quijote y otros ensayos, Eugenio d’Ors: Tres horas en el museo del prado y especialmente José Ortega y Gasset, quién además de ensayos de tipo político-social como La España invertebrada o La rebelión de las masas, cultivó el ensayo de carácter humanístico, proponiendo un nuevo concepto artístico, un arte minoritario y separado de lo figurativo en La deshumanización del arte. Después de la guerra civil cultivaron el ensayo en el exilio, Claudio Sánchez Albornoz: España en su historia y Américo Castro: La realidad histórica de España, que mantuvieron una importante polémica, a propósito de la presencia de elemento judío en la vida y en la literatura española. La dictadura no fue una época propicia para el ensayo, sólo a partir de los años 60 empiezan a publicarse ensayos de carácter social y político en revistas como Triunfo o Cuadernos para el dialogo. En ellas publicaron con cierta asiduidad Pedro Laín Entralgo, España como problema, Agustín García Calvo , José Luis López Aranguren: Moral y sociedad. Importantes libros de ensayos escriben por estas décadas Julián Marías, Meditaciones sobre la sociedad española o Julio Caro Baroja, Las brujas y su mundo. Con la llegada de la democracia se vuelve a cultivar el ensayo político, especialmente desde las paginas de los periódicos, en las que aparecen artículos de Enrique Tierno Galván, Gregorio Peces Barba, Manuel Fraga, etc.

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