Valle

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1) Evolución de la obra de Valle-Inclán. Justifica la inclusión de Luces de Bohemia en la etapa que corresponda.

a) La evolución de Valle-Inclán es doble, tanto ideológica como estética, pues arranca del carlismo y del modernismo para acabar en una crítica de lo social con tintes anarquistas y comunistas, ideológicamente, y en el esperpento, con la estética de lo "grotesco".

¿Por qué esa evolución?: quizás porque en los años finales de la segunda década del siglo se dan una serie de tensiones históricas y sociales a las que está atento Valle-Inclán A ello debemos unir a un Valle-Inclán con sus dificultades económicas, a un esteta convertido en intelectual casi proletario.

b) Trascendencia del esperpento: no fue mucha a pesar de que el esperpento de Valle-Inclán es en sí una “revolución” de las formas teatrales en España.
La evolución estética de Valle Inclán es compleja y sería demasiado simplista reducirla a dos etapas, la modernista y la esperpéntica.
Nuestro autor cultiva los tres grandes géneros tradicionales: narrativa, lírica y teatro aunque con frecuencia no se ajusta a lo preceptivo en cada uno de ellos. Su prosa tiene profundos rasgos líricos, su teatro presenta descripciones y acotaciones propias de la novela, etc.
La obra narrativa desde la colección de cuentos Femeninas (1895) hasta la publicación de Sonata de otoño (1902) - considerada desde el principio una obra maestra - supuso el despegue definitivo del escritor gallego. Este éxito se vio confirmado con las tres Sonatas restantes.
La trilogía sobre la guerra carlista (1908-1909) reafirma el reconocimiento de Valle Inclán como gran escritor si bien la transformación de su prosa modernista hacia el esperpento se va operando desde Los cruzados de la causa y el resto de las obras de esta trilogía y el paso al esperpento narrativo será ya total con Tirano Banderas (1926) en la que hace una crítica feroz de una dictadura latinoamericana arquetípica y la serie inconclusa de El ruedo ibérico (1927-28), ciclo narrativo que da una visión grotesca de la reina Isabel II y su "corte de los milagros".
Valle publicó también cuentos y relatos de horror y de misterio que reunió en libros como Jardín umbrío y un ensayo de estética simbolista La lámpara maravillosa (1916) que ocupó el primer volumen de su Opera omnia.
En general, tanto las Sonatas como los relatos se inscriben plenamente en la estética modernista. Como señala Fernández Almagro "busca, dentro de la tradición castellana, ritmos nuevos, imágenes de primera mano y palabras que sorprendan". Se aprecia "un gusto por lo exótico, lo pintoresco y lo raro, lo exquisito, trabajado y suntuario.
El decadentismo modernista alcanza su plenitud en las Sonatas, "memorias amables del marqués de Bradomín" en las que juega un papel trascendental el erotismo decadente. Bradomín se autodefine "sentimental" aunque la mayor parte de los críticos dudan de ello. Proliferan los rasgos decadentes y los toques de perversión: asociación deleitable de amor/muerte, satanismo/religión, esteticismo/sensualidad.
La lectura de las Sonatas es un deleite para los sentidos, el culto a la sensación propio del Modernismo y como señala Zamora Vicente: "la perfección de un color, de un sonido, de la suavidad de un paño, de un aroma difuso despiertan un largo recorrido de emociones y de correspondencias psicológicas" [Zamora Vicente: SVI, 136].
En general, en su prosa modernista Valle busca el principio parnasiano "del arte por el arte" y practicar "el culto simbolista de la alusión y de la sensación". Hay una búsqueda continua de la musicalidad al estilo de R. Darío y una huída consciente y continua del realismo y el utilitarismo.
A efectos didácticos la obra de Valle-Inclán se puede dividir en tres etapas, en cada una de las cuales cultiva los distintos géneros literarios: novela, teatro y poesía.
§ Etapa Modernista (aprox. 1898-1910)
La principal obra en esta etapa son Las Sonatas, en poesía, Voces de gesta y un libro de estética, La lámpara maravillosa.
§ Etapa de transición del idealismo al esperpento pasando por el mito (aprox. 1910-1920)
En esta etapa destaca, en novela, la trilogía La guerra carlista y, en teatro, las Comedias Bárbaras.
§ Etapa Esperpéntica (aprox. 1920-Guerra Civil)
A esta época corresponden La pipa de Kif (poesía), Tirano Banderas (novela), trilogía El ruedo ibérico (novela), Luces de Bohemia (teatro) y Divinas Palabras (teatro).

2) Luces de Bohemia en el contexto histórico y literario de su época
Con Luces de bohemia, Valle pone sus espejos deformantes ante los más variados aspectos de la realidad española.

Aparte de algunas alusiones al pasado imperial (Felipe II, El Escorial...), una amplia zona de la historia contemporánea sirve de marco cronológico a la trama. En efecto, gracias a un intencionado uso de anacronismos, se hace referencia a las colonias españolas de América, a la Semana Trágica (1909), a la revolución rusa (1917) y a los violentos acontecimientos posteriores a la crisis española de 1917, llegando así al tiempo mismo en que se escribe la obra. De este modo, Valle nos ofrece, como en escorzo, una visión de los conflictos que urden la vida de su España.

Tal visión incluye zarpazos a políticos de diverso signo: Castelar, Romanones y, especialmente, el conservador Maura y el liberal García Prieto. Tampoco el rey Alfonso XIII se libra de las ironías. Se arremete de diversos modos contra el mal gobierno (así, se habla del Ministerio de la «Desgobernación») y contra la corrupción (ante un policía furioso de que a un Ministro se le equipare con un «golfo», Max replica: «Usted desconoce la Historia Moderna»).

Y ahondando más, se fustiga al capitalismo y al conformismo burgués. Y se presenta, en contraste, el hambre y las miserias del pueblo, pero sin idealizarlo con enfoques «populistas», sino mostrando también su embrutecimiento, su ignorancia, su degradación moral. De especial fuerza es la protesta ante la represión policial. Y junto a la ridiculización de la policía o las imprecaciones a sus «colaboradores» derechistas (los «polis honorarios» de Acción Ciudadana), esa protesta se hace grito furioso en esos momentos de intensidad suma que son la escena VI (Max ante el obrero catalán, condenado a morir en aplicación de la «ley de fugas») y la escena XI (la muerte de un niño a consecuencias de la represión callejera). Entonces resumirá el protagonista: «La Leyenda Negra, en estos días menguados, es la Historia de España.»

Otros aspectos que merecen señalarse son la crítica de una religiosidad tradicional y vacía (escena II) y la crítica de figuras, escuelas o instituciones literarias. En este último sector entran las burlas de la Real Academia, del Modernismo tardío y vacuo o las pullas contra escritores concretos: Galdós («Don Benito el Garbancero»), Villaespesa, los hermanos Quintero, etc. En suma, todo parece llevarnos, en conjunto, a aquella frase suya: «España es una deformación grotesca de la civilización europea.» Valle-Inclán, como otros escritores modernistas, entiende que el problema de España no es solo ético, no radica solo en la ausencia de los valores morales más indispensables, sino que también es estético. Esto supone que el desprecio al arte y a la literatura de alta calidad está también en el origen de todos nuestros males; y es así porque, para el escritor modernista -y esto se evidencia muy claramente en Valle- la voluntad de perfección ética ha de ir unida a la voluntad de perfección estética: no se puede amar el bien y la justicia sin amar la belleza en todas sus manifestaciones.

La dimensión crítica del libro se da no solo a través de sus personajes y su argumento, sino que, muchas veces, aparece en los diálogos y en las situaciones. En ellos se perciben con claridad, generalmente, ataque contra personas e instituciones de la época. Estos “zarpazos” críticos son abundantísimos en toda la obra, y aunque hoy no los apreciamos porque ya no son actualidad, en el momento en que se escribió el libro suponían una referencia constante a la sociedad de la época fuertemente revolucionaria. Se puede analizar esta crítica en dos niveles, el literario y el político

La crítica literaria se desliza en esas pequeñas citas de los diálogos. Se centra sobre todo en la Academia, a la que Valle ataca claramente a través lo que dicen personajes (“los cabrones de la Academia”). El resquemor de Valle-Inclán contra la Academia es lógico si se piensa que entonces la mayoría de los escritores allí incluidos eran de segunda fila. Entre ellos estaban, por ejemplo, don Mariano de Cavia y Cavestany, a los que se cita en el libro sin ningún respeto. Quizás el ataque más claro sea al sargento Basallo, que va a ocupar la vacante de Galdós, héroe de la guerra de Marruecos que escribió por toda obra unas memorias hoy totalmente desconocidos.

De los literatos de la época, aparte de Rubén Darío, se habla de Unamuno y Villaespesa con cierta sorna, y con clara intención burlesca se cita a los hermanos Quintero comparándolos con Shakespeare. De autores de teatro extranjeros, solo aparecen nombrados el citado Shakespeare e Ibsen, quizás para marcar distancias respecto a ambos, pues el Marqués de Bradomín (alter ego de Valle) siente lejano a Shakespeare y Max (otro alter ego) se aburre con Ibsen. También aparece reflejada en el texto la importancia del fenómeno social de la novela por entregas, el género literario más popular entonces. En un diálogo entre Zaratustra y una chica que pide información sobre una titulada “El hijo de la difunta”, se sugiere el papel alienante del género y su mero interés crematístico.

La crítica política se realiza a través de citas o alusiones, y tiene todavía mayor relieve. Varios personajes políticos de aquellos momentos son atacados: Maura, Castelar; Manuel Cano (cacique de Huesca), Don Jaime, el conde de Romanones, el general Weyler (que se oculta como el “Enano de la venta”), el ministro ya citado, Silvela, Alfonso XIII, García Prieto, el marqués de Alhucemas, la Infanta… También algunas instituciones son atacadas con crudeza: la Acción Ciudadana o el Ministerio de la desgobernación. Con todo lo anteriormente descrito, el libro aparece como un reflejo hiriente de la situación política de las primeras décadas del presente siglo. Lo que quizás sea más destacable es que Valle selecciona los personajes históricos para que compongan un friso esperpéntico no de un momento dado sino de toda una época, más o menos desde la mayoría de la edad de Alfonso XIII, hasta 1920.

3) Características del esperpento y su reflejo en Luces de Bohemia
El esperpento es una deformación grotesca de la realidad con fines expresivos ("lo ha inventado Goya"), héroes nacionales contemplados en espejos cóncavos… distorsionados sistemáticamente.
El autor ante un mundo monstruoso y absurdo opera de forma selectiva, desintegra los hechos y ofrece al público lo que más le escandaliza y sobrecoge. Hace una crítica demoledora del orden establecido y el esperpento es a la vez tragedia y farsa.
El propio Valle expuso los nuevos conceptos estéticos en tres textos sobradamente conocidos: Max Estrella (escena XII de Luces de Bohemia), Don Estrafalario en el prólogo y epílogo de Los cuernos de Don Friolera y la célebre entrevista al periodista Martínez Sierra aparecida en el diario ABC el 3 de Diciembre de 1928. El autor ve a los personajes desde la altura y su mirada de ser superior hace que su visión sea desdeñosa, altiva e inmisericorde. Sus criaturas no están contempladas como en el teatro de los clásicos griegos como seres superiores ni como en las obras de Shakespeare en plano de igualdad, el superior es el autor que mueve a sus personajes como si fueran marionetas en una postura "de superación del dolor y de la risa".
Respecto a la cronología del esperpento hay que señalar 1920 como un año decisivo. Aparecen cuatro obras del autor: una tragicomedia de aldea Divinas palabras, esperpento rural y que está considerada obra maestra Bautista del teatro universal; dos farsas, Farsa de la enamorada del rey y Farsa y licencia de la reina castiza, y un esperpento, Luces de bohemia. En esta obra Valle transforma y deforma a sus criaturas al pasarlas por el tamiz del esperpento y transmite una imagen monstruosa de la realidad española: instituciones, burguesía, pueblo, nada ni nadie que tuviera alguna relevancia social se salva de la crítica. No cae en la sensiblería ni en la moraleja. Para Zamora Vicente desde el punto de vista lingüístico sería la obra maestra del esperpento y su estética resume la nueva manera de ver el mundo por parte del autor.
La trayectoria dramatúrgica de Valle Inclán no sigue un proceso lineal. Entre Los cuernos de Don Friolera (1921), alegato antimilitarista, y La hija del capitán (1927) dos esperpentos que constituyen con Las galas del difunto el titulado Martes de carnaval Valle Inclán escribió Cara de Plata (1922) la última de sus Comedias bárbaras.
Durante estos mismos años veinte compuso en la tradición granguiñolesca autos y melodramas para marionetas: Ligazón (1926), La rosa de papel y La cabeza del (1924) que, junto con El embrujado reunió en su “Opera omnia” con el título Retablo de la avaricia, la lujuria y la muerte.
Definimos el esperpento como género literario creado por Ramón del Valle-Inclán en que deforma sistemáticamente la realidad, recargando sus rasgos grotescos y absurdos, a la vez que se degradan los valores literarios consagrados; para ello se dignifica artísticamente un lenguaje coloquial y desgarrado, en el que abundan expresiones cínicas y jergales. Valle lo define en la escena XII: “El esperpento lo ha inventado Goya. Los héroes clásicos han ido a pasearse en el callejón del Gato. Los héroes clásicos reflejados en los espejos cóncavos dan el esperpento... Las imágenes más bellas en un espejo cóncavo son absurdas.” “Deformemos la expresión en el mismo espejo que nos deforma las caras y toda la vida miserable de España.” “Mi estética actual es transformar con matemáticas de espejo cóncavo las normas clásicas.”

Valle logra la estética del esperpento a través de los siguientes procedimientos:

1.- La deformación, la distorsión de la realidad. Como ejemplos, son muy significativos que un parque público con mujerzuelas se transforme en “parodia grotesca del jardín de Armida”. O que, al representar a la policía a caballo, se hable irónicamente de “trote épico” y “de soldados romanos”. Se esperpentiza incluso hasta la muerte.
2.- La degradación de los personajes. Son 54. Aparecen como seres ridículos, grotescos que viven una tragedia. Esta degradación se manifiesta por los frecuentes rasgos de animalización: los hombres se transforman en “perros”, “cerdos”, etc.; cosificación: “Max.- ¡Porque eres un botarate!”; o muñequización: los personajes se transforman en “fantoches, peleles”, etc.
3.- Utilización de la ironía y de la sátira. “Max.- ¡Traigo detenida una pareja de guindillas! Estaban emborrachándose en una tasca y los hice salir a darme escolta.” (Escena V)
4.- El empleo de contrastes, especialmente entre lo doloroso y lo grotesco. En este sentido, la cima sería el velatorio de Max en la escena XIII.
5.- El tipo de humor utilizado: es una risa agria e irónica. Para Valle esta risa es más bien una forma de ataque demoledor. “No son circunstancias para el guasíbilis, niña”
6.- En cuanto al lenguaje, asombra su riqueza y la variedad de registros empleados. Esta variedad de registros se utiliza o bien para caracterizar a los personas, o bien para parodiar o criticar a algún personaje o algún aspecto de la realidad.
Destacamos como rasgos de estilo más relevantes:
- El lenguaje pedante o cursi.
- El uso paródico de frases literarias: Al final de la escena VII, D. Latino parodia un verso del Canto a Teresa de Espronceda: “Truéquese en risa mi dolor profundo...// Que haya un cadáver más, ¿qué importa a este mundo?”
- El uso de gitanismos: “gachó” ( individuo ), “mulé”(matado), etc.
- Voces callejeras. “dar el pan de higos”, “colgar” por empañar, etc.
- Utilización de vulgarismos: “dilustardo”, “cuála”, etc.
- Apócope o supresión de sílabas al final de una palabra: “la propi”, “la delega...”, etc.
- Madrileñismos: “beatas”, por pesetas; “estar afónico”, por no tener dinero, etc.
- Uso de galleguismos, “cachiza” y americanismos, “briago”.
- El nivel culto del lenguaje se presenta a través de: voces griegas: “eironeia”, voces latinas: “salutem plurimam”, referencias históricas: “Artemisa”, “Belisario”; referencias mitológicas: “La laguna Estigia”, la ceguera es el “regalo de Venus”, etc.
7.- Literaturización: Gran cantidad de citas y referencias literarias: Max saluda con la vida es sueño: “¡Mal Polonia recibe...!”; D. Filiberto recita a Rubén Darío: “¡Juventud, divino tesoro!”; se mencionan a diversos autores y obras: Shakespeare, Hamlet, etc.
8.- Los diálogos. Son breves pero de extraordinaria viveza y concentrada expresividad . De tono exclamativo abunda la sentenciosidad, las frases hechas, los juegos de palabras y la ironía: Ministro.- Dame un abrazo. / Max.- Toma un dedo y no te enternezcas.
9.- Las acotaciones. Son esenciales. Describen la caracterización de los personajes, los gestos, los movimientos los decorados... Tienen un valor literario por sí mismas que va más allá de lo teatral, es el toque artístico de la estética esperpéntica. (Analizar la acotación del inicio de la escena IX). En ellas importa mucho la luz. Son ricas en un estilo nominal, adjetivaciones, imágenes complicadas, metáforas, comparaciones, etc.
10.- Desde el punto de vista escénico, no es una obra convencional (3 ó 5 actos con presentación, nudo y desenlace). Está dividida en 15 escenas como ya comentamos. Gran dificultad para la escenificación. Se representó en París en 1963 y en España, gracias al montaje de José Tamayo en el 1970. Se puso en escena sin escenarios, ni decorados, jugando con los efectos de luz –muy relevante en las acotaciones. ¿Es una novela con forma de teatro? No. Es una obra teatral en donde los diálogos adquieren una gran importancia.

- técnicas de deformación y distanciamiento
Lo fundamental del esperpento es
- un intento de profundizar en la vida miserable de España: crítica


En cuanto al distanciamiento, el recurso más utilizado por Valle-Inclán es el de adoptar un punto de vista “desde arriba” o “levantado en el aire”. Este consiste en separarse de lo que se va a contar, ponerse por encima de ello, no implicarse ni identificarse el autor con los personajes… Así se transmite una realidad empequeñecida, desidealizada, deformada (el personaje es <> autor, ej., Homero); o “en pie”: los personajes son héroes pero humanos, se puede dar la identificación afectiva entre el autor y personaje (personaje = autor, ej., Shakespeare).


- Animalización: consiste en presentar al personaje con algún rasgo animal.

- Cosificación: presentándose como objetos a los personajes.

- Muñequización: identificando a personajes con “peleles”, “fantoches”, con “máscaras”.

Como ejemplo de estas técnicas, puede verse el comienzo de la escena II, en la que aparece el librero Zaratustra en tertulia con “el gato, el loro y el canario”, “abichado”, con “la cara de tocino rancio” y “la bufanda de verde serpiente”; en conjunto un “fantoche”. Posteriormente aparecerá conversando con toda ese extraña tertulia en la que el loro gritará: ¡Viva España!; el que hable, humanizándose, está aún fortaleciendo más esa simbiosis de lo animal y el personaje que se presenta al inicio de la escena II.

No sólo los personajes son deformados sino también las situaciones. El procedimiento más habitual de la esperpentización de las distintas situaciones consiste en hacerlas grotescas o absurdas mediante la técnica del contraste, fundamental en algunas escenas, como la escena XIII, llena de ellos: Don Latino llega borracho al entierro de su mejor amigo, el perrillo que salta por encima de la caja y tuerce la vela, la aparición de Soulinake diciendo que Max no está muerto sino en estado de catalepsia, la llegada del cochero para comprobar si está muerto o no muerto… Todos estos contrastes convierten en grotesca una situación trágica.

Finalmente, dentro de las técnicas de deformación, también deberíamos hablar de las comprensiones de espacio y de tiempo. España es la noche madrileña. Los tres días en que se desarrolla su acción reúnen a personajes y acontecimientos reales que sucedieron en un tiempo mucho menos limitado, en los años del reinado de Alfonso XIII. Basta con fijarse en Max Estrella, identificado con Alejandro Sawa que murió en 1909, y en ministro de Gobernación, Julio Burell, que lo fue en durante unos meses en 1917. La “esperpentización” de la vida española se logra aquí mediante esa condensación de múltiples aspectos de la realidad social, política, cultural y literaria en una acción dramática que logra integrarlos en una estructura cerrada. Esa misma esperpentización se puede percibir en el “cronología” viendo cómo Valle juega con ella. Así se ve, por ejemplo, en el modo en que Max-Sawa habla de sí mismo como muerto en la conversación que tiene con el ministro- Burell (Sawa se llamaba a si mismo “Alex” no Alejandro, del que se dice en el texto que “murió”).



4) Luces de Bohemia y la realidad política y social


Max en la escena XII define el esperpento. Parte de esta afirmación: “Nuestra tragedia no es una tragedia”. La tragedia es un género demasiado noble para el panorama que le rodea: “España es una deformación grotesca de la civilización europea.” Por eso, “el sentido trágico de la vida española sólo puede darse con una estética sistemáticamente deformada.” Y así, de la imposibilidad de la tragedia surge el esperpento.

Luces de bohemia es una sátira nacional de la política, la sociedad, la religión, etc; es una denuncia de la situación española. Con esta obra Valle pone sus espejos deformantes ante los más variados aspectos de la realidad española. Los aspectos de la realidad española que critica Valle a través del esperpento son los siguientes:


- Algunas alusiones al pasado imperial: Felipe II, El Escorial...).
- Una amplia zona de la historia contemporánea sirve de marco cronológico a la trama. Valle hace referencia a las colonias españolas de América, a la Semana Trágica (1909), a la revolución rusa (1917) y a los acontecimientos posteriores a la crisis española de 1917.
- Crítica a políticos reales de diverso signo: “¡Muera Maura!”, “¡Castelar era un idiota!”, “El primer humorista de España es Alfonso XIII. Ha batido el récord haciendo presidente a García Prieto”.
- Arremete de diversos modos contra el mal gobierno (así, se habla del Ministerio de la “Desgobernación”), contra la corrupción del Ministro, que da a Max dinero de los fondos reservados a la policía. Se critica también el capitalismo y el conformismo burgués.
- De especial fuerza es la protesta ante la represión policial. Critica las torturas que llevan a cabo los policías, las detenciones ilegales. De especial relevancia es la ridiculización que hace del Capitán Pitito y de Serafín el Bonito.
- Aparecen las revueltas callejeras a través de la revolución obrera. Las únicas dos figuras no esperpentizadas son la madre del niño muerto y el obrero catalán.
- Especialmente mordaz es la caricatura de los burgueses: el librero Zaratustra, el tabernero Pica Lagartos, algunos defensores del orden de la escena XI, etc.
- No menos ridiculizados quedan los pedantes como Don Gay, el periodista D. Filiberto, Basilio Soulinake, etc., pero especialmente los “epígonos del Modernismo.”
- Esperpentizados quedan también personajes populares: la Pisa-Bien (con matices de simpatía), el “Rey de Portugal”, la portera, las prostitutas (aunque la ternura apunta en el caso de la Lunares, casi una niña) o los sepultureros, parodia de los de Hamlet.
- La crítica de una religiosidad tradicional y vacía (escena II). Max en algunas ocasiones dirá: “Hay que resucitar a Cristo”; “Este pueblo miserable transforma todos los grandes conceptos en un cuento de beatas costureras”; “España en su concepción religiosa es una tribu del centro de África”, etc.
- Critica también a figuras, escuelas o instituciones literarias. A Galdós lo llama “Benito el Garbancero”, a los hermanos Quintero, “si cogieran a Hamlet y Ofelia, ¡qué obra harían!”, a Villa espesa, a la Real Academia...
- Ridiculiza también la vida bohemia y la define como un mundo inútil. Él, como bohemio que fue, siente el compromiso social.


Esta obra es una crítica total, critica no sólo a los de arriba o a las instituciones, sino a todos; estamos ante una crítica colectiva que ofrece una visión de los conflictos que urden la vida de España. En suma, todo parece llevarnos, en conjunto, a aquella frase suya: “España es una deformación grotesca de la civilización europea.”


5) Modernismo y 98 en Luces de Bohemia

Luces de Bohemia presenta rasgos de las dos tendencias estéticas del momento: Modernismo y Generación del 98. Para algunos autores, son tendencias separadas, temática e intencionalmente, para otros constituyen dos variantes estilísticas de una misma tendencia coetánea.

El grupo del 98
-Clase media, antiburgueses, autodidactas.
-De la periferia, afán de fama, rebeldes.
-La juventud del 98:
*Espíritu rebelde, crisis de la conciencia, subversividad.
-Temas y talante del 98
*Idealismo, influencia del irracionalismo europeo.
1)Replanteamiento del problema español sobre qué va a ser del país. Estudiar Historia y geografía.
2)Revelación, casi descubrimiento del paisaje
3)Meditada actitud ante la vida: reflexión
4)Clasificación del lenguaje: sencillez, desnudar el lenguaje
-El estilo del 98
*No prosaísmo
*Simpatía medieval
*Antirretórico
*Arcaísmo, subjetivo y ensayo
Modernismo

-Encuentro con la belleza, forma hispánica en crisis de letras y espíritu.
-De 1885 a 1915.
-Octavio Paz:
*No querían ser franceses, sino modernos.
*Progreso técnico: suprime distancia geográfica y aviva lejanía histórica.
*Evasión de la realidad, anacronismo
*Modernismo y cosmopolitismo
*Pasado remoto
*No máquina
*Art Nouveau
*Modernismo de lujo, no industrial.
-Temas:
-Desazón, melancolía, lo criollo, erotismo, sensualismo
-Sociales y filosóficos desaparecen
-Prisma estético
-1º tema galante e escéptico del XVII, luego imperialismo español y sustratos raciales de la Edad Media.
-Resucitan motivos clásicos, inspiración clásica y medieval.
-Muchas fuentes, francesas, inglesas.
-Exotismo
-Símbolos: cisne-pavo real-flor de lis-flores exóticas.
-Poética del Modernismo:
-Esteticista: arte por el arte
-Fusión de olores, colores
-Maestría en el manejo del idioma, impresiones, sensaciones.
-El lenguaje:
-Lleno de color, matices cromáticos
-Sonoro y brillante
-Vocabulario rico, ornamental.
-Abundantes imágenes, matices sensoriales


6) Los personajes de Max Estrella y Don Latino en Luces de Bohemia

MAX ESTRELLA: resulta un personaje riquísimo, pues puede analizarse su papel en el libro desde diferentes perspectivas.

1.- Es un bohemio muy conocido en la noche madrileña de principios de siglo, Alejandro Sawa, en cuya vida, e incluso obra, se basa el autor para crear su personaje. Sawa llevó una vida bohemia, primero en Madrid, después en París, donde casó con una francesa (allí vuelve a trabajar para Rubén, su amigo, y allí conoció a algunos poetas simbolistas franceses, Verlaine entre ellos); volvió con su mujer a Madrid, donde no tuvo éxito su carrera literaria, y murió de hambre y frío en 1909. Su obra, póstuma, se tituló Iluminaciones en la sombra (1910). Su ideología fue siempre radical, cercana al anarquismo (debió conocer también a Bakunin en París).

2.- También, en diversos momentos de la obra, se caracteriza al personaje como una encarnación de personajes históricos o literarios. En el terreno de lo “mítico”, nos recuerda al poeta ciego Homero, a Dante bajando a los infiernos madrileños, es tan lúcido y ciego como Edipo… (Aquí podría apreciarse ya la “esperpentización” de héroes a través del antihéroe protagonista).

3.- Desde una perspectiva social está representando simbólicamente al intelectual contemporáneo, específicamente bohemio, con todas sus contradicciones; ese intelectual que se acerca al pueblo-proletariado convirtiéndose en altavoz de sus reivindicaciones. Naturalmente, esto mismo es lo que hace Valle, con lo que se está presentando a él mismo mediante ese doble literario. Queda claro esto cuando es Max quien explica lo que es el “esperpento”, la creación de Valle-Inclán, como su propio proyecto.

4.- Finalmente, el nombre resulta (como en otros personajes), simbólico, trágica e irónicamente simbólico: “Max Estella”. No es “más estrella”, ni siquiera es una estrella. Es un fracasado escritor, un “Mala Estrella”, como se le llama en algún momento. También es Máximo Estrella cuando tiene dinero.

DON LATINO: el acompañante del protagonista en sus “aventuras”.

Es uno de los pocos personajes del libro para el que no se encuentra en la realidad de la bohemia de principios de siglo un “doble”. Podría ser cualquiera de los modernistas con los que convivía Sawa, pero ninguno en concreto tan cercano al protagonista. Sawa solía ir acompañado de un perro, curiosamente, en una ocasión aparece D. Latino llamado “perro” en el libro (o caracterizando como can). En cambio, para Alonso Zamora Vicente, éste personaje fundamental debe entenderse como un desdoblamiento de la personalidad del protagonista. Si Max representa la parte más noble, Don Latino es lo que su vida hubo también de desengaño y de sablazo. El nombre de Don Latino de Hispalis parece venir de ligar el lugar en que nació (Hispalis, es Sevilla) con el de su estancia bohemia en París, el Barrio Latino.

Por otra parte, lo mismo que en el caso del protagonista, Don Latino reúne también varias personalidades simbólico-míticas: la de Virgilio guiando a Dante-Max por los infiernos madrileños; quizás la de un Sancho Panza aprovechado de aquel idealista poeta, su dueño; la del Lazarillo guiando y engañando a su ciego amo…

La figura del criado gracioso típica de comedia española del Siglo de Oro.


De los personajes de Luces... dijo Valle: «Son enanos o patizambos que juegan una tragedia.» Para la mayoría de ellos, la expresión es justa, y ello corresponde a que el autor los mira «desde arriba». Algunos de estos personajes escapan a la condición de peleles y cobran una considerable talla humana. Así, ante todo, Max Estrella; pero también el obrero catalán o la madre del niño muerto (y algún otro, al menos por un momento).

Max Estrella es un personaje complejo y espléndido. Dista de ser un personaje noble, pero alcanza momentos de indudable grandeza. En él se mezclan el humor y la queja, la dignidad y la indignidad. Junto a su orgullo, tiene amarga conciencia de su mediocridad. Su resentimiento de fracasado es unas veces ridículo, otras patético. Sus réplicas vivísimas son, unas veces, de una mordacidad acerada y, otras, de singular profundidad. Destaca su creciente furia contra la sociedad. Y a la par, su sentimiento de fraternidad hacia los oprimidos o la ternura que muestra ante la muchachita prostituida. Sin duda, es un personaje en quien Valle volcó muchos rasgos de su propia personalidad. Se trata de un personaje bastante contradictorio

Don Latino, en cambio, es un gran fantoche. Ese «perro» que acompaña a Max es «la contrafigura de Sawa», una caricatura de la bohemia y, a la vez, un tipo miserable por su deslealtad y su encanallamiento, tal como se ve, sobre todo, en las últimas escenas.
Los demás fantoches del esperpento forman diversos grupos. Especialmente mordaz es la caricatura de los «burgueses» (el librero Zaratustra, el tabernero Pica Lagartos, algunos «defensores del orden» de la escena I) o la de los policías (el capitán Pitito, Serafín el Bonito, los «guindillas»...), junto a los que ha de ponerse la caricatura del Ministro. No menos ridiculizados quedan los pedantes como Don Gay, el periodista Don Filiberto, Basilio Soulinake, etc., pero especialmente los «epígonos del Modernismo». Esperpentizados quedan también personajes populares: la Pisa-Bien (con matices de simpatía), el «Rey de Portugal», la portera, las prostitutas (aunque la ternura apunta en el caso de la Lunares, casi una niña) o los sepultureros, parodia de los de Hamlet.

Muchos más son los personajes que aparecen, a veces de manera fugacísima. Los que intervienen en la impresionante escena XI, por ejemplo, son como un coro en torno a la madre.
Caso especial serían las figuras de Rubén Darío y Bradomín, contrapunto de vida y literatura refinadas dentro del esperpento.
La técnica de caracterización de los personajes es magistral. Aparte sus actos, se basa — ante todo— en su habla (en seguida insistiremos sobre ello); pero, además, merecen especial atención las acotaciones, en las que —con pinceladas rápidas e insuperables— se dibuja a los personajes o se comentan sus actitudes. (De los rasgos esperpénticos que se dan en las acotaciones hablamos poco después.)

 

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