Dictadura de primo de rivera

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1 INTRODUCCIÓN. 2 LA IMPLANTACIÓN DEL RÉGIMEN. 2.1 LA AGUDIZACIÓN DE LOS PROBLEMAS SOCIALES ENTRE 1917 Y 1923. 2.2 EL PRONUNCIAMIENTO. 2.3 EL DIRECTORIO MILITAR. 2.4 LA SOLUCIÓN DEL PROBLEMA DE MARRUECOS. 3 UN RÉGIMEN CORPORATIVO. 3.1 EL DIRECTORIO CIVIL. 3.2 LAS BASES POLÍTICAS DEL RÉGIMEN. 3.3 NACIONALISMO ECONÓMICO. 3.4 POLÍTICA SOCIAL CORPORATIVA. 4 LA CAÍDA DE LA DICTADURA. 4.1 LA OPOSICIÓN A LA DICTADURA. 4.2 LA CAÍDA DE PRIMO DE RIVERA. 4.3 SIGNIFICADO HISTÓRICO DE LA DICTADURA DE PRIMO DE RIVERA. 5 LA CAÍDA DE LA MONARQUÍA. 5.1 EL GOBIERNO DE BERENGUER. 5.2 EL GOBIERNO DE AZNAR. 6 CONCLUSIÓN 1 INTRODUCCIÓN. La Dictadura de Primo de Rivera, tiene su origen en un pronunciamiento militar contra el régimen liberal de la Restauración en septiembre de 1923. Se inscribe en el proceso de difícil tránsito desde el liberalismo a la democracia. Fue un régimen de carácter autoritario, regido por militares o técnicos, análogo a otros regímenes de la Europa de entreguerras. Su modelo económico y social era el corporativismo. Es un período de profunda transformación de la vida política de España. Pero, incapaz de lograr una salida constitucional y política, acabó arrastrando en su caída a la monarquía, facilitando así la proclamación de la II República, en abril de 1931.

2 LA IMPLANTACIÓN DEL RÉGIMEN. 2.1 LA AGUDIZACIÓN DE LOS PROBLEMAS SOCIALES ENTRE 1917 Y 1923. Después de los sucesos de 1917, España entró en una etapa revolucionaria durante la cual se consumó la descomposición del sistema político canovista desbordado por todas partes al no saber cómo controlar la situación. Entre 1917 y 1923, se vivieron años de intenso malestar social manifestado en huelgas -como la de Correos y Telégrafos en 1918 o “La Canadiense” de Barcelona en 1919, que por afectar al suministro de energía eléctrica repercutió en otros sectores de la actividad económica-, y en la gran violencia de las agitaciones campesinas, que afectaron especialmente a Andalucía. Los trabajadores se afiliaron en masa a los sindicatos y la CNT vivió momentos desbordantes. Se lograron de este modo algunas ventajas laborales, como la jornada de ocho hora, y los salarios fueron fijados por comisiones mixtas compuestas por empresarios y trabajadores; sin embargo, la Federación Patronal de Barcelona reaccionó estableciendo el lock-out o cierre de empresas por quiebra económica. La efervescencia que vivía el mundo obrero español no se debió solamente a factores internos, sino también a la influencia de la revolución bolchevique triunfante en Rusia, aunque la afiliación a la Tercera Internacional promovida por los soviéticos fue rechazada tanto por la CNT, siempre contraria al marxismo, como por la UGT y el PSOE. Como consecuencia de dicho rechazo, un grupo minoritario proveniente de las Juventudes Socialistas fundó el Partido Comunista Obrero de España en 1921. El ejemplo bolchevique, no cabe duda, intensificó la violencia y la acción del pistolerismo, tanto anarquista como patronal, siendo Barcelona la sede central de estos acontecimientos. La dura represión llevada a cabo por el gobernador civil Martínez Anido -basada, entre otras medidas, en la aplicación de la “ley de fugas”- y los asesinatos del abogado sindicalista Francisco Layrer (1920) y del anarquista Salvador Seguí, conocido como el “Noi del Sucre”, no hicieron más que complicar el problema. Dos hechos vinieron a agravar la situación política: el 8 de marzo de 1921 caía asesinado por unos anarquistas el jefe del Gobierno, Eduardo Dato; y, en julio del mismo año, se producía el “desastre de Annual” en la Guerra de Marruecos, con la dramática pérdida de vidas humanas. Ambos sucesos conmovieron a la opinión pública.

2.2 EL PRONUNCIAMIENTO. La preparación del pronunciamiento tuvo lugar en el verano de 1923. El 13 de septiembre Primo de Rivera, enviando un telegrama, dio un golpe de Estado, que triunfó sin resistencia. El gobierno constitucional de García Prieto no logró frenar el movimiento. Los principales líderes políticos se manifestaron con cautela ante el hecho, tanto los que pertenecían a los partidos dinásticos como los representantes de corrientes al margen del turno (regionalistas, mauristas e incluso socialistas). La opinión pública era favorable al movimiento, calificándolo Ortega y Gasset como “plenamente popular”. Y, el rey legitimó con prontitud el pronunciamiento, nombrando a Primo de Rivera presidente del Gobierno. Con esta decisión, el rey daba amparo legal a la dictadura y dejaba en suspenso el régimen constitucional vigente desde 1876. La connivencia del rey con la llegada de la Dictadura ha sido motivo de debate. No importa tanto saber si el monarca conocía previamente los planes de la conspiración militar de Primo de Rivera, cuanto si, una vez conocidos, los compartía y asumía. Y, en efecto, el sentido que el general Primo de Rivera le dio al pronunciamiento coincidía con los deseos del monarca, quien manifestó en varias ocasiones críticas respecto del régimen parlamentario y opiniones favorables a un gobierno fuerte de carácter militar.

2.3 EL DIRECTORIO MILITAR. Una vez derrocado el gobierno constitucional, Primo de Rivera accedió al gobierno, al frente de un Directorio Militar, compuesto por ocho generales y un almirante. Elnombramiento de Primo de Rivera como presidente del gobierno eliminaba la posibilidad de que se tratase de una solución temporal. El régimen nacía con vocación de institucionalizarse. La confirmación vino pronto, con la negativa del monarca a reabrir las Cortes, solicitada conjuntamente por los presidentes del Congreso y del Senado. El Directorio no era un gobierno colegiado, sino más bien un órgano asesor, dado que Primo de Rivera concentraba en su persona toda la capacidad ejecutiva y la relación con el monarca. Para las tareas ministeriales, el Directorio recurrió a la fórmula de nombrar como subsecretarios a altos funcionarios, a militares o a técnicos. El Directorio militar ocupa los dos primeros años de actuación de la Dictadura, hasta fines de 1925. Su programa político recogía algunos de los presupuestos de la “revolución desde arriba”, pero afrontados por medio de una intervención quirúrgica sobre el cuerpo social y político de España, que se consideraba que estaba destrozado por los “profesionales de la política”, responsable de las “desdichas e inmoralidades” que comenzaron en 1898. Esta voluntad regeneracionista se manifestó en varios campos: • Política anticaciquil. Las redes caciquiles perdieron de inmediato parte de su razón de ser ante la suspensión del régimen parlamentario y, por tanto, de las elecciones, y por la reforma drástica de la administración local. Los gobernadores civiles fueron sustituidos por personal militar, los ayuntamientos y diputaciones fueron disueltos por decreto, creándose en su lugar Juntas municipales. • Solución de los problemas de orden público. Se mantuvo durante meses el estado de guerra, y adoptó medidas represivas contra organizaciones obreras como la CNT. • Fomentar un nacionalismo de Estado, de carácter “unitario”, que entró en conflicto con los nacionalismos periféricos. En 1925 se suprime la Mancomunidad de Cataluña. Se mantuvo una política restrictiva en el empleo de las lenguas propias y en el uso de símbolos identitarios. Esto explica la fuerte adhesión de los nacionalistas al republicanismo.

2.4 LA SOLUCIÓN DEL PROBLEMA DE MARRUECOS. La cuestión de las responsabilidades sobre el desastre de Annual quedó en un juicio contra los encausados, pero el asunto quedó en amnistía. En 1924 el propio Primo de Rivera asumió el papel de Alto Comisario en Marruecos. El líder rifeño Adb el Krim, con quien el dictador quiso alcanzar un pacto, acabó por desarrollar una estrategia expansiva de dominio de todo el Rif que lo enfrentó a las unidades militares españolas y francesas. Esto provocó la alianza militar de España y Francia, lo que hizo posible llevar a cabo la operación militar del desembarco de Alhucemas (septiembre de 1925), con la que se logró dividir la zona rifeña en dos partes y derrotar a Abd el Krim, quien se entregó a Francia en 1926. El fin de la guerra de Marruecos le proporcionó una gran popularidad al régimen de Primo de Rivera.

3 UN RÉGIMEN CORPORATIVO. 3.1 EL DIRECTORIO CIVIL. El corporativismo fue una de las grandes respuestas que las sociedades de entreguerras dieron a la crisis del liberalismo y al desarrollo de una sociedad de masas. El corporativismo mantenía la tesis de que la sociedad funciona mejor si existen agrupaciones o “cuerpos intermedios” que regulan las relaciones sociales y permiten ordenar todos los ámbitos de la sociedad, desde los económicos hasta la representación política. El ejemplo de la Italia fascista, espejo en el que se querían mirar tanto el monarca como el dictador, acentuó esta orientación ideológica y política. La política corporativista fue la obra fundamental del Directorio civil, constituido a fines de 1925, y que se mantuvo hasta el final de la Dictadura. En este gobierno convivían ministros militares, que se ocupaban de asuntos políticos y de orden público, con ministros civiles, como Calvo Sotelo y el conde Guadalhorce. El paso de un gobierno militar a uno civil revelaba una voluntad de permanencia en el poder por parte de Primo de Rivera.

3.2 LAS BASES POLÍTICAS DEL RÉGIMEN. La creación de un partido diferente de los viejos partidos del régimen liberal comenzó a gestarse en los primeros meses de la Dictadura, impulsando sobre todo por núcleos católicos, como una “organización ciudadana” que agrupase a los “hombres de buena voluntad”. La Unión Patriótica se constituyó en Valladolid en marzo de 1924 y Primo de Rivera la extendió a toda España, gracias al apoyo de los gobernadores civiles. El partido nació, pues, impulsado desde el poder, condición que nunca perdió. Esta tutela administrativa y el retraimiento de las viejas elites de los partidos de turno explica la debilidad de la Unión Patriótica. Se concibió como un partido único, pero acabó siendo un grupo de presión sobre el gobierno. En ningún modo fue un instrumento adecuado por la movilización política de las masas, a pesar del aparente éxito que tuvo el “plebiscito nacional”, organizado por Primo de Rivera en el tercer aniversario del golpe de Estado, en el que los ciudadanos fueron llamados a mostrar su adhesión al régimen mediante una recogida de firmas. Otro pilar necesario para la permanencia del régimen era la creación de una cámara de representación política, que permitiese una salida constitucional a la dictadura. A estos fines responde la Asamblea Nacional Consultiva, constituida en 1927. Es una cámara totalmente corporativa y con carácter exclusivamente consultivo. Elaboró un proyecto de Constitución, que no se promulgó, con un marcado carácter corporativista: restricción del sufragio universal, elección indirecta y escaso control sobre el poder ejecutivo.

3.3 NACIONALISMO ECONÓMICO. En materia económica, la Dictadura actuó de dos formas: intervencionismo del Estado y nacionalismo económico. Se intensifica la acción del Estado, ya que el proteccionismo era una política corriente. Se reguló todo el funcionamiento del mercado interior, definido sistemáticamente como “nacional”. El intervencionismo no eludió ningún sector ni actividad económica, lo que reforzó la orientación corporativista del régimen, a costa de una gran rigidez e ineficacia de la estructura productiva. Se fomentó la economía nacional, lo que se observa en varias aplicaciones: • Fomento de la producción interior. Necesidad de que sectores básicos de la economía española sufriesen dependencias externas. El principal destino de estas medidas fueron las compañías ferroviarias, navieras y mineras, favorecidas con importantes subvenciones del Estado. • Política de obras públicas. Vías férreas, carreteras, obras hidráulicas (creación de las Confederaciones Hidrográficas, 1926). • Creación de monopolios: Compañía Telefónica (1924), Compañía Arrendataria del Monopolio de Petróleos (CAMPSA, 1927).

3.4 POLÍTICA SOCIAL CORPORATIVA. Las relaciones laborales se organizaron según un modelo de corporación que integrase a patronos y obreros, con el Estado como garante. El objetivo final de esta política era evitar la conflictividad obrera, mediante la implicación de las clases trabajadoras en la solución de los conflictos laborales. La estructura organizativa de esta política descansaba en la Organización Corporativa Nacional, creada en 1926, que agrupaba, de forma piramidal, los comités paritarios de cada uno de los oficios. Estos comités paritarios estaban compuestos a partes iguales por patronos y obreros. La pieza clave para el éxito de esta política social fue la colaboración que prestó a la Dictadura la UGT, que no sólo monopolizó la representación obrera en los comités paritarios, sino que participó en diversos órganos del régimen. El dirigente socialista Largo Caballero, formó parte del Consejo de Estado desde 1924. Por el contrario, el régimen de Primo de Rivera combatió duramente a otras organizaciones obreras como la CNT, y marginó a los sindicatos obreros católicos.

4 LA CAÍDA DE LA DICTADURA. A partir de 1928, la fortaleza del régimen de Primo de Rivera comenzó a resquebrajarse. Sus aspiraciones de lograr una institucionalización se vieron frustradas por el escaso apoyo logrado por la Asamblea Consultiva y por la incapacidad para dar una salida constitucional al régimen. Las relaciones entre el dictador y el monarca se fueron enfriando progresivamente. Sectores sociales que hasta ese momento habían apoyado a la Dictadura, como el ejército o las organizaciones patronales y obreras, comenzaron a distanciarse del régimen. El apoyo popular con que Primo de Rivera llegó al poder había desaparecido. Y, además, surgieron poderosos movimientos de oposición al régimen, procedentes de sectores muy diversos. La caída de la Dictadura tuvo lugar a principios de 1930, cuando Primo de Rivera presentó su dimisión al rey. Fue la antesala de la caída de la monarquía.

4.1 LA OPOSICIÓN A LA DICTADURA. La oposición a la política de Primo de Rivera, salvo casos aislados como Unamuno, tardó en manifestarse como tal. Fue a partir de 1928 cuando confluyeron las diversas oposiciones contra la Dictadura: • Los viejos partidos de turno deseaban retornar al régimen de la Constitución de 1876. • En el ejército, división entre “africanistas” y “peninsulares”, enfrentados en torno a los criterios de promoción (por méritos de guerra o por escalafón). • El nacionalismo catalán pasó al enfrentamiento en la figura de F. Macià.• El mundo intelectual apoyó la protesta de los estudiantes, lo que propició una progresiva legitimación de la alternativa republicana. La protesta estudiantil. Desde 1925 se habían producido incidentes entre el régimen y los estudiantes universitarios. El principal conflicto estudiantil ocurrió en marzo de 1929, cuando el intento de favorecer a centros universitarios privados desató la protesta de los estudiantes de la mayoría de las universidades españolas, que desembocó en el cierre de los centros de Madrid y Barcelona. La organización de la propuesta fue obra de la Federación Universitaria Española (FUE). La protesta adquirió mayor solidez gracias al apoyo de insignes figuras de la universidad española del momento, que se solidarizaron con los estudiantes y escribieron manifiestos de apoyo: Ortega y Gasset, Menéndez Pidal, Jiménez de Asúa o Américo Castro. El auge del republicanismo. La tradición republicana, que se había mantenido a un nivel bajo durante toda la época de la Restauración, adquirió nuevos bríos a partir de la Dictadura, hasta el punto que, en 1930, los republicanos se habían convertido en el principal referente político de la sociedad española, que comenzó a identificar republicanismo con democracia. Aunque la capacidad de movilización de los republicanos era todavía pequeña, lo importante es que se fueron asociando al republicanismo todas las esperanzas de cambio de la sociedad española.

4.2 LA CAÍDA DE PRIMO DE RIVERA. La caída de Primo de Rivera se produjo en enero de 1930, cuando el dictador le presentó al rey su dimisión, que éste aceptó de inmediato. La causa aparente de la dimisión fue la comprobación hecha por Primo, pocos días antes, de que no gozaba del apoyo entusiasta de sus colegas militares. Pero las razones reales eran de muy diferente naturaleza. En la caída de la Dictadura influyen factores económicos, como la depreciación de la peseta en 1929. Y causas de naturaleza política, como la desaparición del apoyo a su derecha, y no tanto los ataques de la izquierda. La crisis interna de la Dictadura derivaba de su incapacidad para lograr una salida constitucional y política al régimen de excepción y de las contradicciones internas en que fue entrando en su política corporativa. Los apoyos sociales del régimen perdieron el estado de consenso de los primeros años, al recelar los patronos de las conquistas de los obreros, los sindicatos católicos de la preponderancia de los socialistas, los militares “peninsulares” de los privilegios de los “africanistas”. A fines de 1929, el régimen de Primo de Rivera se hallaba socialmente aislado, ideológicamente deslegitimado e institucionalmente sin el apoyo del propio monarca. La dimisión del dictador aceleró las cosas y abrió una breve etapa de tránsito hacia la República.

4.3 SIGNIFICADO HISTÓRICO DE LA DICTADURA DE PRIMO DE RIVERA. La originalidad del régimen primorriverista estriba en el hecho de que una dictadura pretendiera convertirse en un régimen estable y son fundamentos constitucionales propios, siguiendo el ejemplo del fascismo italiano. Responde pues, en su conjunto, al tipo de regímenes políticos puestos de moda en otros países europeos y que se ha venido en llamar “dictaduras mediterráneas”.Se manifiesta también como un régimen con fuerte tendencia centralista, apoyado por el ejército, favorable a la Iglesia católica y apegado a los grandes terratenientes. En sus primeros años fue consentido por el socialismo, y atacado por el sindicalismo barcelonés, por los intelectuales y por los republicanos

5 LA CAÍDA DE LA MONARQUÍA. El fin de la dictadura de Primo de Rivera en enero de 1930, va a ir seguido de la caída de la monarquía y de la proclamación de la Segunda República, el 14 de abril de 1931. La inmediatez de ambos acontecimientos nos hace pensar enseguida que el uno es el resultado del otro o que tienen una causa común. La monarquía había quedado muy debilitada tras el respaldo prestado por Alfonso XIII a Primo de Rivera, al ser éste acusado de haber violado la constitución de 1876 cuando disolvió las Cortes y no convocó nuevas elecciones. A todo ello se añadía un triste panorama: el desprestigio de los viejos partidos dinásticos; la defección de algunos monárquicos como Sánchez Guerra y Alcalá Zamora; la hostilidad manifiesta de republicanos, socialistas y gran parte de la intelectualidad; la agudización del problema catalán y la mayor efervescencia del movimiento obrero. Ante esta desoladora realidad, el Rey sólo contaba con el firme respaldo de la mayor parte del ejército.

5.1 EL GOBIERNO DE BERENGUER. Tras la dimisión de Primo de Rivera, Alfonso XIII, consciente de la gravedad de la situación, encarga formar gobierno al general Dámaso Berenguer – lo que vino en llamarse “dictablanda”- con el propósito de restablecer la normalidad constitucional sin hacer peligrar al Rey. Era volver prácticamente a la situación del sexenio de 1917-1923, con los mismos problemas, pero agravados. Berenguer, inseguro, gobierna por decreto y dilata la convocatoria de elecciones a Cortes constituyentes durante un año, por lo que muchos políticos empiezan a no ver otra salida que la implantación de un régimen republicano. Mientras crecía la agitación popular, los políticos republicanos, socialistas y catalanistas de izquierdas firman, el 27 de agosto de 1930, el Pacto de San Sebastián para terminar con la monarquía. Allí concurrieron personas tan dispares como el católico conservador Niceto Alcalá Zamora, el escritor Manuel Azaña, el viejo radical Alejandro Lerroux, el catalanista Nicolau d'Olwer y, en calidad de observadores, los dignatarios socialistas Indalecio Prieto y Fernando de los Ríos. Casi al mismo tiempo se organizaba la Asociación Republicana Militar y los intelectuales se unían en una agrupación “Al servicio de la República”, que integraba a personas tan prestigiosas como Ortega y Gasset, Pérez de Ayala y Marañón. En este ambiente de exaltación republicana es cuando Ortega escribe en El Sol su célebre artículo “El error Berenguer”, que terminaba con la definitiva frase: Delenda est Monarchia (La monarquía debe ser destruida). Mientras, en el ámbito militar, se prepara para mediados de diciembre una conspiración antimonárquica mediante el viejo sistema del pronunciamiento; pero la anticipada sublevación de los capitanes Fermín Galán y Ángel García Hernández, iniciada en la guarnición de Jaca el 12 del mismo mes, fracasa por la precipitación y la falta de apoyo sindical. Tampoco tuvo éxito la insurrección del aeródromo de Cuatro Vientos. El fusilamiento de los capitanes sublevados en Jaca y el encarcelamiento del Comité Revolucionario en Madrid dotó a la República de mártires y de héroes. Berenguer fue considerado un déspota y se vio obligado a dimitir en febrero de 1931.

5.2 EL GOBIERNO DE AZNAR. El fracaso de las gestiones con Santiago Alba, monárquico demócrata exiliado en París, y con Sánchez Guerra, ex-conservador, impidió dar un paso hacia adelante con la izquierda monárquica. Alfonso XIII no tuvo más salida que encargar formar gobierno al almirante Juan Bautista Aznar que organizó un gobierno de “concentración” con personalidades de los viejos partidos dinásticos. Con la intención de dar sensación de libertad, pero sin exponerse al fracaso se convocaron elecciones municipales para el mes de abril. El resultado dio el triunfo a los republicanos en la mayor parte de las capitales de provincia y en las grandes ciudades, mientras que los monárquicos – que ganaron las elecciones- mantuvieron el predominio en las zonas rurales. El resultado de las elecciones fue interpretado por la sociedad de la época como un triunfo de los republicanos, al estimarse positivamente el voto de calidad urbano y la amplitud del sufragio obrero. En Éibar y Barcelona se proclamó la República, mientras que en Madrid, el Comité Revolucionario era acatado por el director de la Guardia Civil y se hacía cargo del poder. El Rey, aconsejado por Romanones, cesó en sus funciones y salió hacia el exilio desde el puerto de Cartagena. La II República había sido proclamada en medio del entusiasmo popular, tal vez sin advertir que el régimen de la Dictadura de Primo de Rivera había contribuido de forma decisiva al cambio de régimen

6 CONCLUSIÓN. Muchos españoles vieron la dictadura como una época de paz social, de prosperidad material y de buenas carreteras, en la que, además, se puso fin a la guerra de Marruecos, se logró un equilibrio presupuestario y se planificó una reforma tributaria basada en un reparto más equitativo de los impuestos. Pero la dictadura no supo atraerse a amplios sectores de la vida nacional y no consiguió detener el proceso de deterioro político y social de la España de la época, lo que condujo, a corto plazo, al final de la monarquía y, a medio plazo, a la Guerra Civil de 1936.

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