Tendencias del teatro

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Tendencias del teatro a partir de 1939

El siglo XX es una época de constantes transformaciones en todos los ámbitos de la vida: científico, tecnológico, ideológico. Entre 1939 y 1975 España vive bajo la dictadura de Franco. La posguerra está marcada por el hambre, el aislamiento político. Esta cerrazón finalizará a comienzos de los cincuenta: se produce una apertura hacia el exterior y una mejora en el nivel de vida. En los años sesenta, el desarrollo industrial favorece la influencia extranjera que choca con el régimen político inmovilista del franquismo.Los años de transición (1975-1978) están marcados por la reinstauración de la monarquía en la figura de Juan Carlos I y por la implantación de un sistema democrático que garantiza la pluralidad política. España se convierte en un país desarrollado e integrado en los principales organismos internacionales: OTAN (1982), Comunidad Económica Europea (1986), etc.A partir de 1939 el panorama teatral español, comparado con el europeo es pobre, pues distintos condicionantes (censura, intereses de los empresarios y mal gusto del público burgués) imponen serias limitaciones a las creaciones innovadoras. No obstante, en el exilio, prosigue la actividad dramática de los exiliados españoles ligados al mundo republicano. Son, entre otros: Alberti con El Adefesio, Max Aub con El rapto de Europa, Cara y cruz y Alejandro Casona con La dama del alba.En la década de los cuarenta, además de la representación de obras de autores extranjeros (Óscar Wilde, Pirandello, Arthur Miller), se pueden apreciar dentro del ámbito hispánico un teatro que se evade de los problemas sociales existentes mediante el cultivo de dos tendencias:-La comedia burguesa de raigambre benaventina la cual presenta una estructura escénica convencional, un lenguaje culto y una crítica amable de las costumbres burguesas defendiendo los valores tradicionales.entre los autores más representativos se encuentran, entre otros: Ruiz Iriarte con Juego de niños; José López Rubio1, con Celos en el aire; Joaquín Calvo Sotelo2 con La visita que no tocó el timbre y Edgar Neville, con El baile. (Elegir dos autores y su obra)

-El teatro de humor que busca la risa en el espectador a través de los juegos lingüísticos y de las situaciones absurdas. Entre sus cultivadores destacan: Enrique Jardiel Poncela con Eloísa está debajo de un almendro y Cuatro corazones con freno y marcha atrás y Miguel Mihura con Tres sombreros de copa, Maribel y la extraña familia (una prostituta entra en contacto con una familia sin prejuicios sociales) y La bella Dorotea, centrada en el acto de rebeldía de la protagonista, que tras ser abandonada por su prometido el día de la boda decide seguir vestida de novia hasta el momento en el que se case.En los años 50 el auge del Realismo Social en la novela y la suavización de la censura permite la aparición de una nueva corriente conocida como “teatro del Realismo Social” que se inicia con la representación en 1949 de Historia de una escalera de Buero Vallejo y es continuada por Alfonso Sastre en Escuadra hacia la muerte. Es un teatro menos convencional que el anterior pero más preocupado por los problemas sociales denunciando, ante todo, la injusticia social.El dramaturgo por excelencia de la segunda mitad del siglo XX y que merece especial mención más es Antonio Buero Vallejo. La producción dramática de Buero podemos dividirla en tres etapas: En la primera predomina un enfoque existencial en obras como En la ardiente oscuridad.En la segunda presenta un enfoque social sin desatender los problemas del individuo en concreto y con una técnica teatral tradicional. La obra más destacada de esta etapa es El tragaluz. En ella, los hechos están situados en el presente pero son enfocados desde un futuro lejano para conseguir un distanciamiento entre el espectador y el drama en los que se plasma cuestiones de índole moral: la identidad del individuo en la sociedad, el individualismo ciego, la culpa, etc…En la última etapa Buero aprovecha la escenografía para buscar la implicación del espectador en la obra. El autor busca “el efecto de inmersión” que consiste en que el espectador percibe no la realidad objetiva sino a través de un determinado personaje. Las obras más significativas de este periodo son: La Fundación y La detonación. En los años sesenta aparecieron algunos jóvenes dramaturgos que adoptaron en un primer momento, la estética realista y que posteriormente, evolucionaron hacia formas alegóricas, fantásticas de encarar la realidad. Los autores más destacados de esta tendencia son: Carlos Muñiz, autor de El tintero, Laura Olmo, La camisa y Antonio Gala con Los verdes campos del Edén.A finales de los años sesenta, el teatro realista testimonial entra en crisis. Surge, entonces un grupo de dramaturgos que rompe con las convenciones formales del teatro anterior aunque mantienen la denuncia de las injusticias y de la falta de las libertades. Desaparece la estructura argumental tripartita (presentación, nudo y desenlace) para dar paso a una historia fragmentaria y abierta. Se trata de un teatro simbólico que requiere el esfuerzo interpretativo del espectador. La neovanguardia teatral viene representada, por un lado, con autores que desean experimentar con el lenguaje teatral y por otro, con la creación de grupos de teatro independientes que actían al margen de la red de salas comerciales, como Tábano, Los Goliardos, Els Joglars, La Fura dels Baus. Entre los autores más destacados cabe mencionar la obra de Francisco Nieva, La carroza de plomo candente en la que critica a la España opresora y Sombra y quimera de Larra. Fernando Arrabal es el creador del teatro pánico que tiene como finalidad la provocación ante una realidad absurda como pone de manifiesto en Pic-nic, El triciclo y el Guernica.La restauración de la democracia posibilitó la representación de obras silenciadas durante la dictadura. Continuó, a partir de 1975, el predominio de un teatro simbólico en el que destacó entre otros Ángel García Pintado en El taxidermista o Martínez Medievo con Las hermanas de Búfalo Bill pero también existe un teatro más convencional en el que sobresale Antonio Gala, Petra regalada, Los bellos durmientes o la comedia de Alonso Millán en Tratamiento de choque.n los años ochenta la aparición de autores como Alonso de Santos o Sanchís Sinisterra contribuyó a devolver a los escenarios el interés por los temas actuales y el realismo en la representación. El primero cultiva comedias costumbristas con la que plasma los problemas sociales del momento (drogadicción o inseguridad social) con un lenguaje popular que plasma en La estanquera de Vallecas sobre un desatinado atraco a un estanco y Bajarse al moro centrada en el submundo de la droga.Sanchís Sinisterra destaca por ¡Ay, Carmela! Pericia de una pareja de cómicos durante la Guerra Civil y Fermín Cabal con Tú estás loco, Briones, una obra en la que se refleja el oportunismo político de la transición.En la década de los ochenta y sobre todo en los noventa, el teatro ha recibido un considerable respaldo institucional concretado en la creación del Centro Nacional de Nuevas Tendencias escénicas. Por su parte, los teatros independientes se profesionalizan y se convierten en grupos estables ofreciendo un teatro lúdico y abierto a la experimentación. Estos grupos conviven con autores individuales como Ernesto Caballero autor de Nostalgia del agua y dramaturgas como Lluïsa Cunillé con Rodeo.1Nacido en Motril el 13 de diciembre de 1903-2Nacido en La Coruña

Tendencias del teatro a partir de 1939

El siglo XX es una época de constantes transformaciones en todos los ámbitos de la vida: científico, tecnológico, ideológico. Entre 1939 y 1975 España vive bajo la dictadura de Franco. La posguerra está marcada por el hambre, el aislamiento político. Esta cerrazón finalizará a comienzos de los cincuenta: se produce una apertura hacia el exterior y una mejora en el nivel de vida. En los años sesenta, el desarrollo industrial favorece la influencia extranjera que choca con el régimen político inmovilista del franquismo.Los años de transición (1975-1978) están marcados por la reinstauración de la monarquía en la figura de Juan Carlos I y por la implantación de un sistema democrático que garantiza la pluralidad política. España se convierte en un país desarrollado e integrado en los principales organismos internacionales: OTAN (1982), Comunidad Económica Europea (1986), etc.A partir de 1939 el panorama teatral español, comparado con el europeo es pobre, pues distintos condicionantes (censura, intereses de los empresarios y mal gusto del público burgués) imponen serias limitaciones a las creaciones innovadoras. No obstante, en el exilio, prosigue la actividad dramática de los exiliados españoles ligados al mundo republicano. Son, entre otros: Alberti con El Adefesio, Max Aub con El rapto de Europa, Cara y cruz y Alejandro Casona con La dama del alba.En la década de los cuarenta, además de la representación de obras de autores extranjeros (Óscar Wilde, Pirandello, Arthur Miller), se pueden apreciar dentro del ámbito hispánico un teatro que se evade de los problemas sociales existentes mediante el cultivo de dos tendencias:-La comedia burguesa de raigambre benaventina la cual presenta una estructura escénica convencional, un lenguaje culto y una crítica amable de las costumbres burguesas defendiendo los valores tradicionales.entre los autores más representativos se encuentran, entre otros: Ruiz Iriarte con Juego de niños; José López Rubio1, con Celos en el aire; Joaquín Calvo Sotelo2 con La visita que no tocó el timbre y Edgar Neville, con El baile. (Elegir dos autores y su obra)

-El teatro de humor que busca la risa en el espectador a través de los juegos lingüísticos y de las situaciones absurdas. Entre sus cultivadores destacan: Enrique Jardiel Poncela con Eloísa está debajo de un almendro y Cuatro corazones con freno y marcha atrás y Miguel Mihura con Tres sombreros de copa, Maribel y la extraña familia (una prostituta entra en contacto con una familia sin prejuicios sociales) y La bella Dorotea, centrada en el acto de rebeldía de la protagonista, que tras ser abandonada por su prometido el día de la boda decide seguir vestida de novia hasta el momento en el que se case.En los años 50 el auge del Realismo Social en la novela y la suavización de la censura permite la aparición de una nueva corriente conocida como “teatro del Realismo Social” que se inicia con la representación en 1949 de Historia de una escalera de Buero Vallejo y es continuada por Alfonso Sastre en Escuadra hacia la muerte. Es un teatro menos convencional que el anterior pero más preocupado por los problemas sociales denunciando, ante todo, la injusticia social.El dramaturgo por excelencia de la segunda mitad del siglo XX y que merece especial mención más es Antonio Buero Vallejo. La producción dramática de Buero podemos dividirla en tres etapas: En la primera predomina un enfoque existencial en obras como En la ardiente oscuridad.En la segunda presenta un enfoque social sin desatender los problemas del individuo en concreto y con una técnica teatral tradicional. La obra más destacada de esta etapa es El tragaluz. En ella, los hechos están situados en el presente pero son enfocados desde un futuro lejano para conseguir un distanciamiento entre el espectador y el drama en los que se plasma cuestiones de índole moral: la identidad del individuo en la sociedad, el individualismo ciego, la culpa, etc…En la última etapa Buero aprovecha la escenografía para buscar la implicación del espectador en la obra. El autor busca “el efecto de inmersión” que consiste en que el espectador percibe no la realidad objetiva sino a través de un determinado personaje. Las obras más significativas de este periodo son: La Fundación y La detonación. En los años sesenta aparecieron algunos jóvenes dramaturgos que adoptaron en un primer momento, la estética realista y que posteriormente, evolucionaron hacia formas alegóricas, fantásticas de encarar la realidad. Los autores más destacados de esta tendencia son: Carlos Muñiz, autor de El tintero, Laura Olmo, La camisa y Antonio Gala con Los verdes campos del Edén.A finales de los años sesenta, el teatro realista testimonial entra en crisis. Surge, entonces un grupo de dramaturgos que rompe con las convenciones formales del teatro anterior aunque mantienen la denuncia de las injusticias y de la falta de las libertades. Desaparece la estructura argumental tripartita (presentación, nudo y desenlace) para dar paso a una historia fragmentaria y abierta. Se trata de un teatro simbólico que requiere el esfuerzo interpretativo del espectador. La neovanguardia teatral viene representada, por un lado, con autores que desean experimentar con el lenguaje teatral y por otro, con la creación de grupos de teatro independientes que actían al margen de la red de salas comerciales, como Tábano, Los Goliardos, Els Joglars, La Fura dels Baus. Entre los autores más destacados cabe mencionar la obra de Francisco Nieva, La carroza de plomo candente en la que critica a la España opresora y Sombra y quimera de Larra. Fernando Arrabal es el creador del teatro pánico que tiene como finalidad la provocación ante una realidad absurda como pone de manifiesto en Pic-nic, El triciclo y el Guernica.La restauración de la democracia posibilitó la representación de obras silenciadas durante la dictadura. Continuó, a partir de 1975, el predominio de un teatro simbólico en el que destacó entre otros Ángel García Pintado en El taxidermista o Martínez Medievo con Las hermanas de Búfalo Bill pero también existe un teatro más convencional en el que sobresale Antonio Gala, Petra regalada, Los bellos durmientes o la comedia de Alonso Millán en Tratamiento de choque.n los años ochenta la aparición de autores como Alonso de Santos o Sanchís Sinisterra contribuyó a devolver a los escenarios el interés por los temas actuales y el realismo en la representación. El primero cultiva comedias costumbristas con la que plasma los problemas sociales del momento (drogadicción o inseguridad social) con un lenguaje popular que plasma en La estanquera de Vallecas sobre un desatinado atraco a un estanco y Bajarse al moro centrada en el submundo de la droga.Sanchís Sinisterra destaca por ¡Ay, Carmela! Pericia de una pareja de cómicos durante la Guerra Civil y Fermín Cabal con Tú estás loco, Briones, una obra en la que se refleja el oportunismo político de la transición.En la década de los ochenta y sobre todo en los noventa, el teatro ha recibido un considerable respaldo institucional concretado en la creación del Centro Nacional de Nuevas Tendencias escénicas. Por su parte, los teatros independientes se profesionalizan y se convierten en grupos estables ofreciendo un teatro lúdico y abierto a la experimentación. Estos grupos conviven con autores individuales como Ernesto Caballero autor de Nostalgia del agua y dramaturgas como Lluïsa Cunillé con Rodeo.1Nacido en Motril el 13 de diciembre de 1903-2Nacido en La Coruña

Tendencias del teatro a partir de 1939

El siglo XX es una época de constantes transformaciones en todos los ámbitos de la vida: científico, tecnológico, ideológico. Entre 1939 y 1975 España vive bajo la dictadura de Franco. La posguerra está marcada por el hambre, el aislamiento político. Esta cerrazón finalizará a comienzos de los cincuenta: se produce una apertura hacia el exterior y una mejora en el nivel de vida. En los años sesenta, el desarrollo industrial favorece la influencia extranjera que choca con el régimen político inmovilista del franquismo.Los años de transición (1975-1978) están marcados por la reinstauración de la monarquía en la figura de Juan Carlos I y por la implantación de un sistema democrático que garantiza la pluralidad política. España se convierte en un país desarrollado e integrado en los principales organismos internacionales: OTAN (1982), Comunidad Económica Europea (1986), etc.A partir de 1939 el panorama teatral español, comparado con el europeo es pobre, pues distintos condicionantes (censura, intereses de los empresarios y mal gusto del público burgués) imponen serias limitaciones a las creaciones innovadoras. No obstante, en el exilio, prosigue la actividad dramática de los exiliados españoles ligados al mundo republicano. Son, entre otros: Alberti con El Adefesio, Max Aub con El rapto de Europa, Cara y cruz y Alejandro Casona con La dama del alba.En la década de los cuarenta, además de la representación de obras de autores extranjeros (Óscar Wilde, Pirandello, Arthur Miller), se pueden apreciar dentro del ámbito hispánico un teatro que se evade de los problemas sociales existentes mediante el cultivo de dos tendencias:-La comedia burguesa de raigambre benaventina la cual presenta una estructura escénica convencional, un lenguaje culto y una crítica amable de las costumbres burguesas defendiendo los valores tradicionales.entre los autores más representativos se encuentran, entre otros: Ruiz Iriarte con Juego de niños; José López Rubio1, con Celos en el aire; Joaquín Calvo Sotelo2 con La visita que no tocó el timbre y Edgar Neville, con El baile. (Elegir dos autores y su obra)

-El teatro de humor que busca la risa en el espectador a través de los juegos lingüísticos y de las situaciones absurdas. Entre sus cultivadores destacan: Enrique Jardiel Poncela con Eloísa está debajo de un almendro y Cuatro corazones con freno y marcha atrás y Miguel Mihura con Tres sombreros de copa, Maribel y la extraña familia (una prostituta entra en contacto con una familia sin prejuicios sociales) y La bella Dorotea, centrada en el acto de rebeldía de la protagonista, que tras ser abandonada por su prometido el día de la boda decide seguir vestida de novia hasta el momento en el que se case.En los años 50 el auge del Realismo Social en la novela y la suavización de la censura permite la aparición de una nueva corriente conocida como “teatro del Realismo Social” que se inicia con la representación en 1949 de Historia de una escalera de Buero Vallejo y es continuada por Alfonso Sastre en Escuadra hacia la muerte. Es un teatro menos convencional que el anterior pero más preocupado por los problemas sociales denunciando, ante todo, la injusticia social.El dramaturgo por excelencia de la segunda mitad del siglo XX y que merece especial mención más es Antonio Buero Vallejo. La producción dramática de Buero podemos dividirla en tres etapas: En la primera predomina un enfoque existencial en obras como En la ardiente oscuridad.En la segunda presenta un enfoque social sin desatender los problemas del individuo en concreto y con una técnica teatral tradicional. La obra más destacada de esta etapa es El tragaluz. En ella, los hechos están situados en el presente pero son enfocados desde un futuro lejano para conseguir un distanciamiento entre el espectador y el drama en los que se plasma cuestiones de índole moral: la identidad del individuo en la sociedad, el individualismo ciego, la culpa, etc…En la última etapa Buero aprovecha la escenografía para buscar la implicación del espectador en la obra. El autor busca “el efecto de inmersión” que consiste en que el espectador percibe no la realidad objetiva sino a través de un determinado personaje. Las obras más significativas de este periodo son: La Fundación y La detonación. En los años sesenta aparecieron algunos jóvenes dramaturgos que adoptaron en un primer momento, la estética realista y que posteriormente, evolucionaron hacia formas alegóricas, fantásticas de encarar la realidad. Los autores más destacados de esta tendencia son: Carlos Muñiz, autor de El tintero, Laura Olmo, La camisa y Antonio Gala con Los verdes campos del Edén.A finales de los años sesenta, el teatro realista testimonial entra en crisis. Surge, entonces un grupo de dramaturgos que rompe con las convenciones formales del teatro anterior aunque mantienen la denuncia de las injusticias y de la falta de las libertades. Desaparece la estructura argumental tripartita (presentación, nudo y desenlace) para dar paso a una historia fragmentaria y abierta. Se trata de un teatro simbólico que requiere el esfuerzo interpretativo del espectador. La neovanguardia teatral viene representada, por un lado, con autores que desean experimentar con el lenguaje teatral y por otro, con la creación de grupos de teatro independientes que actían al margen de la red de salas comerciales, como Tábano, Los Goliardos, Els Joglars, La Fura dels Baus. Entre los autores más destacados cabe mencionar la obra de Francisco Nieva, La carroza de plomo candente en la que critica a la España opresora y Sombra y quimera de Larra. Fernando Arrabal es el creador del teatro pánico que tiene como finalidad la provocación ante una realidad absurda como pone de manifiesto en Pic-nic, El triciclo y el Guernica.La restauración de la democracia posibilitó la representación de obras silenciadas durante la dictadura. Continuó, a partir de 1975, el predominio de un teatro simbólico en el que destacó entre otros Ángel García Pintado en El taxidermista o Martínez Medievo con Las hermanas de Búfalo Bill pero también existe un teatro más convencional en el que sobresale Antonio Gala, Petra regalada, Los bellos durmientes o la comedia de Alonso Millán en Tratamiento de choque.n los años ochenta la aparición de autores como Alonso de Santos o Sanchís Sinisterra contribuyó a devolver a los escenarios el interés por los temas actuales y el realismo en la representación. El primero cultiva comedias costumbristas con la que plasma los problemas sociales del momento (drogadicción o inseguridad social) con un lenguaje popular que plasma en La estanquera de Vallecas sobre un desatinado atraco a un estanco y Bajarse al moro centrada en el submundo de la droga.Sanchís Sinisterra destaca por ¡Ay, Carmela! Pericia de una pareja de cómicos durante la Guerra Civil y Fermín Cabal con Tú estás loco, Briones, una obra en la que se refleja el oportunismo político de la transición.En la década de los ochenta y sobre todo en los noventa, el teatro ha recibido un considerable respaldo institucional concretado en la creación del Centro Nacional de Nuevas Tendencias escénicas. Por su parte, los teatros independientes se profesionalizan y se convierten en grupos estables ofreciendo un teatro lúdico y abierto a la experimentación. Estos grupos conviven con autores individuales como Ernesto Caballero autor de Nostalgia del agua y dramaturgas como Lluïsa Cunillé con Rodeo.1Nacido en Motril el 13 de diciembre de 1903-2Nacido en La Coruña

Tendencias del teatro a partir de 1939

El siglo XX es una época de constantes transformaciones en todos los ámbitos de la vida: científico, tecnológico, ideológico. Entre 1939 y 1975 España vive bajo la dictadura de Franco. La posguerra está marcada por el hambre, el aislamiento político. Esta cerrazón finalizará a comienzos de los cincuenta: se produce una apertura hacia el exterior y una mejora en el nivel de vida. En los años sesenta, el desarrollo industrial favorece la influencia extranjera que choca con el régimen político inmovilista del franquismo.Los años de transición (1975-1978) están marcados por la reinstauración de la monarquía en la figura de Juan Carlos I y por la implantación de un sistema democrático que garantiza la pluralidad política. España se convierte en un país desarrollado e integrado en los principales organismos internacionales: OTAN (1982), Comunidad Económica Europea (1986), etc.A partir de 1939 el panorama teatral español, comparado con el europeo es pobre, pues distintos condicionantes (censura, intereses de los empresarios y mal gusto del público burgués) imponen serias limitaciones a las creaciones innovadoras. No obstante, en el exilio, prosigue la actividad dramática de los exiliados españoles ligados al mundo republicano. Son, entre otros: Alberti con El Adefesio, Max Aub con El rapto de Europa, Cara y cruz y Alejandro Casona con La dama del alba.En la década de los cuarenta, además de la representación de obras de autores extranjeros (Óscar Wilde, Pirandello, Arthur Miller), se pueden apreciar dentro del ámbito hispánico un teatro que se evade de los problemas sociales existentes mediante el cultivo de dos tendencias:-La comedia burguesa de raigambre benaventina la cual presenta una estructura escénica convencional, un lenguaje culto y una crítica amable de las costumbres burguesas defendiendo los valores tradicionales.entre los autores más representativos se encuentran, entre otros: Ruiz Iriarte con Juego de niños; José López Rubio1, con Celos en el aire; Joaquín Calvo Sotelo2 con La visita que no tocó el timbre y Edgar Neville, con El baile. (Elegir dos autores y su obra)

-El teatro de humor que busca la risa en el espectador a través de los juegos lingüísticos y de las situaciones absurdas. Entre sus cultivadores destacan: Enrique Jardiel Poncela con Eloísa está debajo de un almendro y Cuatro corazones con freno y marcha atrás y Miguel Mihura con Tres sombreros de copa, Maribel y la extraña familia (una prostituta entra en contacto con una familia sin prejuicios sociales) y La bella Dorotea, centrada en el acto de rebeldía de la protagonista, que tras ser abandonada por su prometido el día de la boda decide seguir vestida de novia hasta el momento en el que se case.En los años 50 el auge del Realismo Social en la novela y la suavización de la censura permite la aparición de una nueva corriente conocida como “teatro del Realismo Social” que se inicia con la representación en 1949 de Historia de una escalera de Buero Vallejo y es continuada por Alfonso Sastre en Escuadra hacia la muerte. Es un teatro menos convencional que el anterior pero más preocupado por los problemas sociales denunciando, ante todo, la injusticia social.El dramaturgo por excelencia de la segunda mitad del siglo XX y que merece especial mención más es Antonio Buero Vallejo. La producción dramática de Buero podemos dividirla en tres etapas: En la primera predomina un enfoque existencial en obras como En la ardiente oscuridad.En la segunda presenta un enfoque social sin desatender los problemas del individuo en concreto y con una técnica teatral tradicional. La obra más destacada de esta etapa es El tragaluz. En ella, los hechos están situados en el presente pero son enfocados desde un futuro lejano para conseguir un distanciamiento entre el espectador y el drama en los que se plasma cuestiones de índole moral: la identidad del individuo en la sociedad, el individualismo ciego, la culpa, etc…En la última etapa Buero aprovecha la escenografía para buscar la implicación del espectador en la obra. El autor busca “el efecto de inmersión” que consiste en que el espectador percibe no la realidad objetiva sino a través de un determinado personaje. Las obras más significativas de este periodo son: La Fundación y La detonación. En los años sesenta aparecieron algunos jóvenes dramaturgos que adoptaron en un primer momento, la estética realista y que posteriormente, evolucionaron hacia formas alegóricas, fantásticas de encarar la realidad. Los autores más destacados de esta tendencia son: Carlos Muñiz, autor de El tintero, Laura Olmo, La camisa y Antonio Gala con Los verdes campos del Edén.A finales de los años sesenta, el teatro realista testimonial entra en crisis. Surge, entonces un grupo de dramaturgos que rompe con las convenciones formales del teatro anterior aunque mantienen la denuncia de las injusticias y de la falta de las libertades. Desaparece la estructura argumental tripartita (presentación, nudo y desenlace) para dar paso a una historia fragmentaria y abierta. Se trata de un teatro simbólico que requiere el esfuerzo interpretativo del espectador. La neovanguardia teatral viene representada, por un lado, con autores que desean experimentar con el lenguaje teatral y por otro, con la creación de grupos de teatro independientes que actían al margen de la red de salas comerciales, como Tábano, Los Goliardos, Els Joglars, La Fura dels Baus. Entre los autores más destacados cabe mencionar la obra de Francisco Nieva, La carroza de plomo candente en la que critica a la España opresora y Sombra y quimera de Larra. Fernando Arrabal es el creador del teatro pánico que tiene como finalidad la provocación ante una realidad absurda como pone de manifiesto en Pic-nic, El triciclo y el Guernica.La restauración de la democracia posibilitó la representación de obras silenciadas durante la dictadura. Continuó, a partir de 1975, el predominio de un teatro simbólico en el que destacó entre otros Ángel García Pintado en El taxidermista o Martínez Medievo con Las hermanas de Búfalo Bill pero también existe un teatro más convencional en el que sobresale Antonio Gala, Petra regalada, Los bellos durmientes o la comedia de Alonso Millán en Tratamiento de choque.n los años ochenta la aparición de autores como Alonso de Santos o Sanchís Sinisterra contribuyó a devolver a los escenarios el interés por los temas actuales y el realismo en la representación. El primero cultiva comedias costumbristas con la que plasma los problemas sociales del momento (drogadicción o inseguridad social) con un lenguaje popular que plasma en La estanquera de Vallecas sobre un desatinado atraco a un estanco y Bajarse al moro centrada en el submundo de la droga.Sanchís Sinisterra destaca por ¡Ay, Carmela! Pericia de una pareja de cómicos durante la Guerra Civil y Fermín Cabal con Tú estás loco, Briones, una obra en la que se refleja el oportunismo político de la transición.En la década de los ochenta y sobre todo en los noventa, el teatro ha recibido un considerable respaldo institucional concretado en la creación del Centro Nacional de Nuevas Tendencias escénicas. Por su parte, los teatros independientes se profesionalizan y se convierten en grupos estables ofreciendo un teatro lúdico y abierto a la experimentación. Estos grupos conviven con autores individuales como Ernesto Caballero autor de Nostalgia del agua y dramaturgas como Lluïsa Cunillé con Rodeo.1Nacido en Motril el 13 de diciembre de 1903-2Nacido en La Coruña

Tendencias del teatro a partir de 1939

El siglo XX es una época de constantes transformaciones en todos los ámbitos de la vida: científico, tecnológico, ideológico. Entre 1939 y 1975 España vive bajo la dictadura de Franco. La posguerra está marcada por el hambre, el aislamiento político. Esta cerrazón finalizará a comienzos de los cincuenta: se produce una apertura hacia el exterior y una mejora en el nivel de vida. En los años sesenta, el desarrollo industrial favorece la influencia extranjera que choca con el régimen político inmovilista del franquismo.Los años de transición (1975-1978) están marcados por la reinstauración de la monarquía en la figura de Juan Carlos I y por la implantación de un sistema democrático que garantiza la pluralidad política. España se convierte en un país desarrollado e integrado en los principales organismos internacionales: OTAN (1982), Comunidad Económica Europea (1986), etc.A partir de 1939 el panorama teatral español, comparado con el europeo es pobre, pues distintos condicionantes (censura, intereses de los empresarios y mal gusto del público burgués) imponen serias limitaciones a las creaciones innovadoras. No obstante, en el exilio, prosigue la actividad dramática de los exiliados españoles ligados al mundo republicano. Son, entre otros: Alberti con El Adefesio, Max Aub con El rapto de Europa, Cara y cruz y Alejandro Casona con La dama del alba.En la década de los cuarenta, además de la representación de obras de autores extranjeros (Óscar Wilde, Pirandello, Arthur Miller), se pueden apreciar dentro del ámbito hispánico un teatro que se evade de los problemas sociales existentes mediante el cultivo de dos tendencias:-La comedia burguesa de raigambre benaventina la cual presenta una estructura escénica convencional, un lenguaje culto y una crítica amable de las costumbres burguesas defendiendo los valores tradicionales.entre los autores más representativos se encuentran, entre otros: Ruiz Iriarte con Juego de niños; José López Rubio1, con Celos en el aire; Joaquín Calvo Sotelo2 con La visita que no tocó el timbre y Edgar Neville, con El baile. (Elegir dos autores y su obra)

-El teatro de humor que busca la risa en el espectador a través de los juegos lingüísticos y de las situaciones absurdas. Entre sus cultivadores destacan: Enrique Jardiel Poncela con Eloísa está debajo de un almendro y Cuatro corazones con freno y marcha atrás y Miguel Mihura con Tres sombreros de copa, Maribel y la extraña familia (una prostituta entra en contacto con una familia sin prejuicios sociales) y La bella Dorotea, centrada en el acto de rebeldía de la protagonista, que tras ser abandonada por su prometido el día de la boda decide seguir vestida de novia hasta el momento en el que se case.En los años 50 el auge del Realismo Social en la novela y la suavización de la censura permite la aparición de una nueva corriente conocida como “teatro del Realismo Social” que se inicia con la representación en 1949 de Historia de una escalera de Buero Vallejo y es continuada por Alfonso Sastre en Escuadra hacia la muerte. Es un teatro menos convencional que el anterior pero más preocupado por los problemas sociales denunciando, ante todo, la injusticia social.El dramaturgo por excelencia de la segunda mitad del siglo XX y que merece especial mención más es Antonio Buero Vallejo. La producción dramática de Buero podemos dividirla en tres etapas: En la primera predomina un enfoque existencial en obras como En la ardiente oscuridad.En la segunda presenta un enfoque social sin desatender los problemas del individuo en concreto y con una técnica teatral tradicional. La obra más destacada de esta etapa es El tragaluz. En ella, los hechos están situados en el presente pero son enfocados desde un futuro lejano para conseguir un distanciamiento entre el espectador y el drama en los que se plasma cuestiones de índole moral: la identidad del individuo en la sociedad, el individualismo ciego, la culpa, etc…En la última etapa Buero aprovecha la escenografía para buscar la implicación del espectador en la obra. El autor busca “el efecto de inmersión” que consiste en que el espectador percibe no la realidad objetiva sino a través de un determinado personaje. Las obras más significativas de este periodo son: La Fundación y La detonación. En los años sesenta aparecieron algunos jóvenes dramaturgos que adoptaron en un primer momento, la estética realista y que posteriormente, evolucionaron hacia formas alegóricas, fantásticas de encarar la realidad. Los autores más destacados de esta tendencia son: Carlos Muñiz, autor de El tintero, Laura Olmo, La camisa y Antonio Gala con Los verdes campos del Edén.A finales de los años sesenta, el teatro realista testimonial entra en crisis. Surge, entonces un grupo de dramaturgos que rompe con las convenciones formales del teatro anterior aunque mantienen la denuncia de las injusticias y de la falta de las libertades. Desaparece la estructura argumental tripartita (presentación, nudo y desenlace) para dar paso a una historia fragmentaria y abierta. Se trata de un teatro simbólico que requiere el esfuerzo interpretativo del espectador. La neovanguardia teatral viene representada, por un lado, con autores que desean experimentar con el lenguaje teatral y por otro, con la creación de grupos de teatro independientes que actían al margen de la red de salas comerciales, como Tábano, Los Goliardos, Els Joglars, La Fura dels Baus. Entre los autores más destacados cabe mencionar la obra de Francisco Nieva, La carroza de plomo candente en la que critica a la España opresora y Sombra y quimera de Larra. Fernando Arrabal es el creador del teatro pánico que tiene como finalidad la provocación ante una realidad absurda como pone de manifiesto en Pic-nic, El triciclo y el Guernica.La restauración de la democracia posibilitó la representación de obras silenciadas durante la dictadura. Continuó, a partir de 1975, el predominio de un teatro simbólico en el que destacó entre otros Ángel García Pintado en El taxidermista o Martínez Medievo con Las hermanas de Búfalo Bill pero también existe un teatro más convencional en el que sobresale Antonio Gala, Petra regalada, Los bellos durmientes o la comedia de Alonso Millán en Tratamiento de choque.n los años ochenta la aparición de autores como Alonso de Santos o Sanchís Sinisterra contribuyó a devolver a los escenarios el interés por los temas actuales y el realismo en la representación. El primero cultiva comedias costumbristas con la que plasma los problemas sociales del momento (drogadicción o inseguridad social) con un lenguaje popular que plasma en La estanquera de Vallecas sobre un desatinado atraco a un estanco y Bajarse al moro centrada en el submundo de la droga.Sanchís Sinisterra destaca por ¡Ay, Carmela! Pericia de una pareja de cómicos durante la Guerra Civil y Fermín Cabal con Tú estás loco, Briones, una obra en la que se refleja el oportunismo político de la transición.En la década de los ochenta y sobre todo en los noventa, el teatro ha recibido un considerable respaldo institucional concretado en la creación del Centro Nacional de Nuevas Tendencias escénicas. Por su parte, los teatros independientes se profesionalizan y se convierten en grupos estables ofreciendo un teatro lúdico y abierto a la experimentación. Estos grupos conviven con autores individuales como Ernesto Caballero autor de Nostalgia del agua y dramaturgas como Lluïsa Cunillé con Rodeo.1Nacido en Motril el 13 de diciembre de 1903-2Nacido en La Coruña



Los principales rasgos de la creación literaria de Federico García Lorca y su relación con las tendencias y estilos de la época

Poeta granadino (1898-1936) que desarrolla su producción literaria a principios del siglo XX. Figura clave de la generación del 27, muchos de los rasgos de su creación literaria están emparentados con esta corriente.El mundo poético lorquiano es trágico y violento, y en él los temas fundamentales son el amor, la naturaleza y la muerte. El amor, tema recurrente en la generación del 27, otorga validez a cualquier inclinación erótica y relacionada con éste sentimiento, el sexo es fuente de energía y plenitud. Sin embargo, la relación amorosa se ve condenada a la frustración, ya sea por carencias individuales o por imposiciones sociales. El fracaso amoroso puede desembocar en la muerte, cuya presencia impregna situaciones, personajes y ejerce una poderosa atracción. A pesar de los presagios que la anuncian, el hombre se dirige hacia ella, inevitablemente, cumpliendo su destino.La naturaleza, elemento predominante en la producción literaria del 27, no es un algo decorativo en la poética de Lorca sino simbólico. El aire en “Preciosa y el aire” es símbolo de mal augurio, de tragedia.

El estilo de Lorca varía aunque mantiene algunas constantes: la presencia de símbolos, la imagen visionaria, recurso estilístico empleado por la generación del 27 que relaciona a los objetos no por su semejanza física sino por las emociones que despierta y la importancia de la musicalidad.En algunos poemas, Lorca adopta formas métricas y recursos de la poesía popular (canciones, romances, estribillos); en otros, se inclina por formas clásicas como el soneto, o por el verso libre, metro utilizado por los modernistas pero consolidado por los autores del 27.En la trayectoria poética de Federico García Lorca se pueden distinguir dos grandes etapas: En la primera lo popular se funde con lo culto, característica importante de los autores del 27. Se inicia con la publicación de Libro de poemas reunión de sus primeras composiciones en los que hay influjos de Bécquer, del Modernismo de Machado y de Juan Ramón Jiménez.  elementos tradicionales, cultos y populares, con otros vanguardistas: Canciones, Poema de cante jondo y su mejor producción de la etapa, Romancero gitano. En esta última, los recursos cultos y populares como el predominio del uso del romance o el carácter oral de algunas composiciones, se combinan con recursos retóricos vanguardistas, especialmente de carácter metafórico, y un simbolismo con múltiples valores textuales. Ejemplo de ello son: el agua que se erige en elemento erótico por medio de imágenes como la del baño. Si aparece estancada se asocia con la muerte. El caballo tiene también doble connotación: puede representar el erotismo masculino, en unas ocasiones, o mensajero de la muerte, en otras.La segunda etapa transcurre cuando el poeta se instala en los EE.UU. Con Poeta en Nueva York, Lorca imprime a su trayectoria un giro estético radical. La obra es una airada protesta contra la civilización materialista de nuestro tiempo, con ecos de denuncia social expresada mediante una imagen ilógica correlato del mundo caótico y absurdo. Desde el punto de vista estilístico, hay una mayor presencia de lo lírico y de motivos y procedimientos surrealistas como las imágenes visionarias, el carácter irracional de las metáforas y símbolos. La métrica se caracteriza por el verso libre o versículo, aunque hay algunos poemas de métrica tradicional (endecasílabos, alejandrinos, eneasílabos…).Los últimos libros de Lorca, compuestos cuando se encontraba absorbido por la producción teatral, son obras intimistas. Entre ellas se encuentran: Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, elegía a la muerte de este torero que tiene un alcance universal, Diván de Tamarit, vinculado formalmente al mundo árabe y Sonetos del amor oscuro expresión de la gloria y el dolor de amar.Como conclusión, su trayectoria poética se caracteriza por la dualidad que refleja en el enfrentamiento entre la realidad que vive con sus aspiraciones personales.Su experiencia de frustración y su carácter nos permiten encontrar en su poesía momentos de distendido optimismo, cuya mejor expresión está en su poesía neopopular, junto a otros de desasosiego personal que encontraron en el Surrealismo su mejor posibilidad de desarrollo.La creación dramática fue de interés permanente para Lorca, quien, además de director de La Barraca, autor de bocetos para decorados e incluso autor, escribió obras teatrales desde su juventud hasta el final de su vida. En todas ellas intentó llevar sus anhelos de renovación del teatro español, pudiendo diferenciar las siguientes etapas: En la primera, comienza escribiendo teatro en verso. El maleficio de la mariposa y Mariana Pineda sigue las pautas del Simbolismo, buscando un nuevo lenguaje al emparentarlo con la poesía lírica. La detención de la acción para la inclusión de lo lírico emparenta estas obras con el teatro modernista.En la segunda etapa lainfluencia del teatro de marionetas llegó al teatro en general y así muchos personajes lorquianos acaban por gesticular y comportarse como muñecos. Es lo que ocurre en las farsas para guiñol Tragicomedia de don Cristóbal y Retablillo de don Cristóbal. Frente al lirismo infantil de la primera, en la segunda farsa hay elementos grotescos que proceden del esperpento valleinclanesco.Las farsas para personas están centradas en la dimensión trágica de los personajes: La zapatera prodigiosa y Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín aborda el conocido tema literario del viejo y la niña, la desigualdad de edad en el matrimonio. Tanto el interés de Lorca por la farsa como género breve que permite satirizar aspectos ridículos de la conducta humana como su apego por el teatro de guiñol lo vinculan con la producción teatral de Valle-Inclán.Su estancia en Nueva York provoca un giro en su estética hacia el Surrealismo: los personajes, ahora, son simbólicos, el marco onírico y las escenas se suceden sin orden tal como sucede en Así que pasen cinco años, El público y Comedia sin título.En la tercera etapa, Lorca se dedica a las tragedias de ambiente rural: Bodas de sangre, Yerma, Doña Rosita la soltera y La casa de Bernarda Alba. Todas ellas tienen en común el protagonismo de las mujeres, cuya situación de marginación social es tema común de las cuatro. En ellas, Lorca aprovecha el modelo del teatro rural del modernista Eduardo Marquina y algunos elementos del drama rural de Benavente aunque innova al desdibujar el espacio y el tiempo dramáticos.Bodas de sangre es la tragedia del amor imposible por culpa de las convenciones sociales y está basada en un suceso real ocurrido en Almería, donde dos jóvenes que son primos han querido casarse. Yerma es la tragedia de la mujer estéril, un problema que crece desde dentro hasta convertirse en una obsesión que lleva a la protagonista a asesinar a su marido.Ambas son dos tragedias de estilo clásico en las que Lorca mezcla el verso y la prosa, utiliza coros como en la tragedia para comentar la acción y maneja elementos simbólicos y alegóricos para dar una trascendencia mítica.Doña Rosita la soltera es un drama urbano, también en prosa y verso- aunque este se utiliza para parodiar el ambiente afectado y plagado de romanticismo-que trata de las señoritas solteras de provincias condenadas a esperar el amor en un medio burgués mediocre que ahoga sus deseos de felicidad. Su tragedia más famosa es La casa de Bernarda Alba (1936), en donde lo lírico desaparece para dar lugar a una prosa descarnada. En este excelente drama se concentran todas las grandes obsesiones del autor; es un drama de mujeres en un marco cerrado, asfixiante, con luto impuesto y prohibición de salir a la calle. Bernarda de un modo viril impone por fuerza todo un código de conducta regresivo, que concluye en tragedia, a unas hijas que, a excepción de la rebelde Adela, aceptan sumisamente. Para concluir, debe afirmarse que tanto la obra poética como la producción teatral de Lorca constituyen auténticos referentes para la historia de la literaria por ser de todos sus contemporáneos el que ha logrado mayor difusión en el extranjero.


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