La Caída de Atenas: El Asedio de Lisandro y la Desesperación Final de la Ciudad

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El Asedio Final de Atenas: La Estrategia de Lisandro

Después de esto, Lisandro (λισανδρος δὲ μετὰ ταῦτα) anunció a Agis en Decelia y a Lacedemonia que se acercaba con 200 naves. Los lacedemonios salieron en masa, junto con los demás peloponesos (excepto los argivos), siguiendo la orden del otro rey lacedemonio, Pausanias.

Las Acciones de Lisandro en el Egeo

Lisandro llega a Egina (λισανδρος δὲ αφικομενος). Al llegar a Egina, entregó la ciudad a los eginetas, habiendo reunido a cuantos más de ellos pudo. Hizo lo mismo con los milesios y con otros que habían sido privados de su ciudad. Después de esto, tras destruir Salamina, se apostó en el Pireo con 150 naves e impedía el acceso de barcos al puerto.

La Desesperación Ateniense y la Búsqueda de Paz

El Asedio de Atenas (οι δ´αθεναιοι πολιορυμενοι). Los atenienses, asediados por tierra y por mar, no sabían qué hacer. Sin naves, sin aliados y sin trigo, pensaban que no había salvación.

Por estas razones (δια ταῦτα τοὺς ατιμους), devolvieron los derechos de ciudadanía a los que los habían perdido (*atimoi*), y resistían. Murieron muchos en la ciudad por hambre, pero no hablaban de reconciliación.

Cuando el trigo se acabó totalmente, enviaron mensajeros a Agis, queriendo pactar una alianza con los lacedemonios, bajo las siguientes condiciones:

  • Mantener los Muros Largos.
  • Mantener el Pireo.

Rechazo de Agis y los Éforos

Agis (ο δὲ αὐτοὺς εἰς) les ordenó ir a Lacedemonia, pues él no era la autoridad. Cuando los mensajeros anunciaron esto a los atenienses, los enviaron de nuevo a Lacedemonia.

Cuando estos (οι δ ἐκεῖ ησαν) estaban cerca de Selasia, los Éforos se enteraron por ellos de las condiciones, que eran las mismas que habían propuesto ante Agis. Les ordenaron marcharse, indicando que, si querían la paz, sería mejor que volvieran después de haberlo reflexionado mejor.

El Destino de los Muros Largos

Cuando regresaron (οι δὲ πλεβεις) y anunciaron estas cosas a la ciudad, el desánimo se apoderó de todos, pues pensaban que serían esclavizados. Mientras tanto, enviaron otros emisarios, sabiendo que muchos morirían de hambre.

Respecto a la destrucción de los Muros Largos (περι δὲ τῶν τειχων), nadie quería deliberar. Argusitano, por haber dicho en la Boulé (Consejo) que era mejor aceptar la paz bajo las condiciones propuestas por los lacedemonios, fue encarcelado.

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