Reformas y Tensiones: El Bienio Progresista de la Segunda República Española
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El Bienio Progresista: Los Primeros Años de la Segunda República
Los primeros años de la Segunda República transcurrieron en un marco económico relativamente estable. España se mantuvo al margen del Crack del 29, sobre todo porque la economía española era aún una economía semicerrada con una débil relación con los circuitos financieros internacionales. Sin embargo, los datos de esos años presentan un estancamiento: la producción agraria e industrial se mantuvo constante e incluso creció en 1932.
Lo que sí es cierto es que una economía estancada era insuficiente en el momento en el que el gobierno pretendía emprender transformaciones profundas para modernizar el país. Estas reformas, que incluían la agraria, laboral y militar, requerían más recursos de los que se obtenían. Además, hubo dos factores claramente negativos que dificultaron este proceso.
Las Reformas Sociales del Bienio Progresista
El primer gabinete constitucional, presidido por Manuel Azaña y formado por el mismo grupo de ministros, profundizó en el programa reformista durante los años 1932 y 1933. Entre las medidas más destacadas se encuentran:
- La aprobación de la Ley de Contratos de Trabajo y la de Jurados Mixtos.
- La implantación de la Inspección de Trabajo.
- La continuación de la reforma de la enseñanza a partir del programa de construcciones escolares, que supuso la creación de 6.000 nuevas escuelas y 7.000 plazas de maestros, cuyos salarios mejoraron.
El gobierno adoptó el modelo basado en la escuela única, pública, obligatoria y gratuita, estableciendo además la enseñanza mixta. Suprimió la religión en las clases, lo que provocó el descontento de la Iglesia y de la derecha, que se negaron a cerrar sus colegios.
La Reforma Agraria en la Segunda República
La situación de hambre que vivían los campesinos, sobre todo en Andalucía y Extremadura, había sido afrontada con medidas urgentes por el gobierno provisional, como el decreto del laboreo forzoso de las tierras incultas y la contratación de jornaleros. Sin embargo, el gobierno de la República sabía que para lograr cambios importantes debía implementar una reforma agraria estructural.
La Reforma Agraria buscaba asentar a los campesinos en tierras de latifundio que, por estar mal explotadas o sin cultivar, se consideraban la causa principal de la miseria campesina. Tras cuatro meses de discusión, el proyecto fue aprobado en medio de la presión campesina organizada por la CNT.
La Ley de Bases de la Reforma Agraria afectaba principalmente a Andalucía, La Mancha y Salamanca. Declaraba en expropiación todas las tierras deficientemente cultivadas y parte de las arrendadas cuyos propietarios tuvieran más de 1.000 pesetas de renta. Aunque era una ley considerada tímida respecto a lo que exigían sindicatos y partidos obreros, en el atrasado campo español representaba una verdadera revolución. Por ello, fue rechazada por la patronal y los partidos de derecha.
No obstante, su aplicación fue un fracaso. Se tardó más de un año en organizar las expropiaciones y el escaso dinero disponible permitió expropiar muy pocas tierras. La resistencia de los propietarios, que utilizaron todo tipo de medios para obstaculizarla, fue otra razón fundamental de su limitada efectividad.
Oposición al Gobierno y Conflictos Sociales
El Gobierno contó desde el principio con una oposición abierta. En la derecha, esta oposición estuvo encabezada por el Partido Radical de Lerroux. En cuanto a las asociaciones patronales, se federaron en la Unión Económica Nacional.
En la izquierda, la CNT optó por una línea revolucionaria, al igual que el PCE, que contaba ya con varios miles de militantes. Por su parte, la UGT mantuvo su apoyo al Gobierno.
Los conflictos sociales fueron continuos. A la frustración de los campesinos y obreros se sumaba la percepción de cómo la resistencia de propietarios e industriales ralentizaba los cambios prometidos. La persistencia de los bajos salarios y del paro facilitaron la movilización de los sindicatos y del Partido Comunista. El resultado fue una serie continua de incidentes graves entre huelguistas y miembros de la Guardia Civil, cuyos mandos eran más favorables a los caciques.