Las Cinco Vías de Santo Tomás: El Movimiento y la Existencia de Dios
Clasificado en Filosofía y ética
Escrito el en español con un tamaño de 2,85 KB
Primera Vía: El Movimiento y el Primer Motor
Santo Tomás de Aquino, en su obra de orden teológico, presenta cinco demostraciones racionales (las llamadas Cinco Vías) para argumentar la existencia de Dios. Cada una parte de un hecho evidente y comparten una estructura común, que analizaremos más adelante. Aquí exploraremos la primera vía, que toma como punto de partida el movimiento.
Esta demostración se basa en la idea de movimiento. Tomás de Aquino parte de la observación de que en la realidad existe el movimiento, entendido no solo como desplazamiento en el espacio, sino también como cambio, tal como lo analiza Aristóteles. Para que algo se mueva o cambie, es necesario que algo lo mueva. Este último, el motor, actúa como potencia respecto a lo que se mueve, que es acto. Para pasar de potencia a acto, se requiere un acto anterior, generando una cadena de motores. Es crucial entender que algo no puede moverse o cambiarse a sí mismo; el motor y lo movido deben ser distintos y separados.
Tomás de Aquino argumenta que no es posible una cadena de motores *ad infinitum*. Debe existir un primer motor, que no haya sido movido por ningún otro. Este primer motor es Dios, lo que demuestra su existencia.
Objeciones a la Existencia de Dios y la Presencia del Mal
En la misma obra donde presenta las Cinco Vías, Tomás de Aquino plantea dos objeciones a la existencia de Dios, ofreciendo soluciones a cada una después de exponer sus demostraciones. Analizaremos cada objeción y su respectiva respuesta.
Primera Objeción: El Problema del Mal
La primera objeción se plantea de la siguiente manera: Si Dios es sinónimo de bien absoluto, ¿cómo permite la existencia del mal en el mundo? La conclusión sería que, dado que el mal existe, Dios no existe.
Para responder a esta objeción, Tomás de Aquino recurre a una cita de San Agustín, argumentando que el mal existe solo para nuestra inteligencia limitada. Para Dios, el mal es un medio para conseguir el bien; en la mente divina, lo que percibimos como mal es, en realidad, el origen del bien.
Segunda Objeción: El Argumento Materialista
La segunda objeción plantea que el origen de todo está dentro de la realidad misma, y que se puede explicar cualquier fenómeno sin la intervención de Dios (un argumento materialista). Lo natural tiene su origen en la naturaleza, y lo artificial en el ser humano, sin necesidad de recurrir a Dios. La realidad se compone de cosas naturales creadas por la naturaleza y cosas artificiales creadas por el hombre.
Tomás de Aquino responde a esta objeción argumentando que, si la realidad está sometida a un cambio continuo (de generación y muerte), es necesario un elemento estable, una base inmutable que garantice la continuidad. Insiste en la diferencia entre el cambio y lo inmutable, entre la realidad y Dios.