El ojo

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1. Estrutura y ultraestructura de los conos y bastones.

En una sección vertical de una retina vista al microscopio óptico es relativamente fácil distinguir a los conos de los bastones.

hucsect.gifLos conos presentan una estructura cónica, con sus núcleo alineados en una sóla capa justo por debajo de la membrana limitante externa. Sus segmentos internos y externos se proyectan dentro del espacio subretinal hacia el epitelio pigmentario. A nivel de la fovea, donde sólo existen conos, sus cuerpos celulares se situan oblicuamente con respecto a sus procesos. Los bastones por otra parte, poseen una morfología alargada con sus segmentos internos y externos rellenado el espacion entre los conos y los procesos de las células del epitelio pigmentario. Los cuerpos celulares de los bastones constituyen el resto de la capa nuclear externa, donde se situan formando varias capas. Aunque no siempre resulta claro en las preparaciones histológicas habituales, los procesos de las células del epitelio pigmentario rodean completamente tanto a los segmentos externos de los conos como los de los bastones. 


Utilizando el microscopio electrónico se obtiene una mejor resolución de la morfología de los conos y bastones. Es obvio que los segmentos internos (i.s.) de los bastones son más delgados que los de los conos. Así los segmentos internos de los conos poseen un diámetro de unas 6 micras frente a las 2 micras de los segmentos internos de los bastones. Sin embargo a nivel de la fovea, donde sólo existe conos, los segmentos internos de estos pueden llegar a medir unicamente alrededor de 1.5 micras. Los segmentos internos de los conos y bastones estan repletos de largas mitocondrias. A nivel de la unión entre los segmentos internos y externos de los fotoreceptores existe un cilio de unión.

A partir de estos cilios se producen una serie de evaginaciones e invaginaciones de la membrana plasmática de los fotoreceptores que dan lugar a los segmentos externos (o.s.). Esta es la porción de los fotoreceptores donde se encuentran los pigmentos visuales. 

Los segmentos externos de los conos y bastones derivan de repliegues de la membrana plasmática (ver Fig. 4,5 y la animación que les sigue). .

Al final a nivel de los bastones, los segmentos externos estan constituidos por discos membranos aislados de la membrana plasmática donde se encuentran inmersos los pigmentos sensibles a las radiaciones luminosas. Por contra en los conos no existen discos membranosos aislados sino multiples repliegues de la membrana plasmática.

La rodopsina es el pigmento visual que se encuentra nivel de los segmentos externos de los bastones. Esta formada por una molecula proteica, la opsina, que se fabrica en el aparato de Golgi (situado en los segmentos internos) y el retinal. La opsina se dirige hacia la zona del cilio de unión gracias a la acción de proteinas G y desde aquí pasa ya hacia el segmento externo (Papermaster et al., 1985; Derectic and Papermaster, 1995).

La otra parte del pigmento visual, el retina (derivado de la vitamina A) en proporcionado a los discos desde el epitelio pigmentaria a través de proteinas transportadoras ( proteínas IRPB) que se encuentran a nivel de la matriz que existe entre los distintos fotoreceptores.

2. Pigmentos visuales y fototransducción

Los fotoreceptores de todos los vertebrados responden a la luz en función de los pigmentos visuales que se encuentran incrustados a nivel de la bicapa lipídica de los repliegues (en el caso de los conos) y discos membranosos (en el caso de los bastones).

Los bastones contienen rodopsina y son responsable de la visión en condiciones de baja luminosidad, presentando un pico de mayor sensibilidad hacia la longitud de onda de los 500 nm (luz verde azulada). Los conos por su parte contienen tres tipos diferentes de opsinas. Una con mayor sensibilidad para las longitudes de onda largas (luz roja), otra que es sensible a las longitudes de onda medias (luz verde) y otra con mayor sensibilidad a las longitudes de onda cortas (luz azul). Los conos son la base de la percepción del color.

Cada molécula de rodopsina consiste en siete porciones transmembranosas que rodean al 11-cis retinal. Este 11-cis retinal o cromóforo se une mediante un residuo de lisina a la septima helice (Hargrave et al., 1984; Hargrave and McDowell, 1992). Cada disco de los segmentos externos continen miles de estas moléculas. Cuando un foto de luz llega a esta nivel el cromoforo se isomeriza y pasa de la forma 11-cis a la forma todo trans, lo cual da lugar a cambios conformacionales de la proteina, que producen lo que se denomina como blanqueamiento de la rodopsina. Durante este proceso se forman varios metabolitos intermediarios como la Metarodopsina II que activa a una proteina G especial, conocida como Transducina que al final va a desencadenar la cascada de la fototransducción que se presenta en la Fig. 10.

Cuando la retina esta en condiciones de oscuridad, se encuentran abiertos una serie de canales ionicos a nivel de los segmentos externos de los fotoreceptores que permiten la entrada fundamentalmente de iones Sodio. Esta entrada de Sodio, depolariza parcialmente a los fotoreceptores, permitiendo la liberación de neurotransmisor a nivel de sus terminales sinápticos. El transmisor liberado se supone que es Glutamato. Cuando la luz estimula a la molecula de rodopsina, se producen una sería de cambios que se presentan esquemáticamente en la Fig. 9. y en la animación que la sigue, que van a producir el cierre de los canales ionicos permeables al Sodio. Por tanto cesa la entrada de Sodio y el fotoreceptor se hiperpolariza, con lo que deja de liberar neurotransmisor (para profundizar en los mecanismos de este proceso consultar las revisiones de Stryer, 1991; Yau, 1994 y Kawamura, 1995).

La corriente que se produce durante las condiciones de oscuridad es debida en un 80% a la entrada de iones Sodio, sin embargo el canal también es permeable para los iones de Calcio y Magnesio (Yau, 1994). Además en oscuridad debe existir un mecanismo para eliminar tanto el Calcio como el exceso de Sodio. Este mecanismo parece ser que consiste en un intercambiador Sodio/Calcio a nivel de la membrana de los segmentos externo. El Calcio, además tiene un importante papel en todo el proceso de la fototransducción, ya que aunque no participa directamente en la cascada de la fototransducción, mejora la capacidad de los bastones para recuperarse después de la iluminación, teniendo un importante papel regulador en los fenomenos de adaptación a las condiciones de luz/oscuridad (Yau, 1994).

3. Fagocitosis de los segmentos externos por las células del epitelio pigmentario.

Los discos membranosos que contienen los pigmentos visuales estan continuamente renovandose en el caso de los bastones. Nuevos discos son añadidos a nivel de la unión de los segmentos interno y externo que van desplazando hacia la zona del epitelio pigmentario a los discos viejos. Estos discos más externos son fagocitados por las células del epitelio pigmentario durante el ciclo diurno y convertidos en fagosomas.

En el caso de los conos las células del epitelio pigmentario también fagocitan sus porciones más externas durante el ciclo diurno, pero en diferentes periodos del día. Asi en el caso de los bastones la fagocitosis se produce fundamentalmente hacia la hora de la salida del sol, mientras que en el caso de los conos los procesos de fagocitosis aumentan cuando se acerca la hora de la puesta de sol (Young, 1971, 1976; Le Vail, 1976; Steinberg et al., 1977; Beharse, 1982).

4. Tipos de conos

A diferencia de los bastones, que forman un sólo tipo morfológico y funcional de fotoreceptor, existen tres tipos de conos: unos que presentan una sensibilidad máxima para las longitudes onda más largas ("conos rojos"), otros con mayor sensibilidad a las longitudes de onda medias ("conos verdes") y otros con mayor sensibilidad a las longitudes de onda más cortas ("conos azules"). Estos tres tipos de conos dan lugar a la visión tricomática que poseen la mayoría de los humanos.


Estudios fotométricos y psicofisiológicos han demostrado que en la retina humana los conos rojos tienen su pico de sensibilidad a los 558 nm, los conos verdes a los 531 nm y los conos azules a los 420 nm (consultar el trabajo de Gouras, 1984 para una revisión más amplia).

A diferencia de los seres humanos, algunas especies de mamiferos poseen una visión dicromática debido a la presencia de bastones y de sólo dos tipos de conos: los sensibles a las longitudes de onda medias y cortas. Por el contrario otros animales como las aves, reptiles y peces poseen mecanismos de visión tricomátrica e incluso pentacromática

Aunque en retina de aves, peces y reptiles existen algunas diferencias morfológicas entre los diversos tipos de conos, no esta claro que ocurra lo mismo en la retina de los primates. Sin embargo parece ser que si existen evidencias que muestran que es posible distinguir al menos a los conos azules del resto de los conos utilizando métodos exclusivamente morfológicos (Ahnelt et al., 1987).

5. Densidad de conos y bastones en retina humana.

Para entender la organización de los circuitos neuronales dentro de la retina es preciso conocer la organización espacial de los distintos tipos de fotoreceptores a lo largo de la retina. Las Figuras 15 y 16 muestran las densidades para cada uno de los tipos de fotoreceptores. Así en la fovea existe una alta densidad de conos que se encuentran distribuidos espacialmente formando un mosaico hexagonal muy regular. Por fuera de la fovea, la presencia de bastones desorganiza un poco este patrón hexagonal. En terminos cuantitativos, la mayor densidad de conos se concentra a nivel de la foveola, decreciendo su numero conforme nos alejamos de la misma hasta una densidad mas o menos uniforme en la retina periférica (Osterberg, 1935; Curcio et al., 1987). Existe también un pico de bastones alrededor de la fovea. La zona de la papila (que corresponde al nervio óptico) carece de cualquier tipo de fotoreceptor ("punto ciego").

6. Ultraestructura de las terminaciones sinápticas de los conos y los bastones.

La información que codifican los fotoreceptores, respecto al número de quanta de luz y su sensibilidad respecto a las distintas longitudes de onda es transmitida a través de sus terminaciones sinápticas. Estas terminaciones son de forma triangular y se denominan pediculos en el caso de los conos, mientras que su morfología es redondeada, denominandose esférulas en el caso de los bastones.

Ambos tipos de terminaciones estan rellenas de vesículas sinápticas. Además a nivel de las sinápsis con los siguientes tipos celulares (células horizontales y bipolares) contienen unas estructuras densas que se conocen como Sinapsis en Cintilla. Cada pediculo presenta aproximadamente unas 30 de estas sinápsis en cintilla (Ahnelt et al., 1990) mientras que las esférulas contienen sólo unas 2 de estas sinápsis en cintilla.

A nivel de los pediculos se forman una estructuras que se conocen como triadas en la que encontramos 3 procesos: 2 procesos laterales que corresponden a células horizontales (HC) y un proceso central, alineado con la sinápsis en cintilla que corresponde a una célula bipolar invaginante (imb). Además existen otros tipos de células bipolares que también contactan con el pediculo mediante contactos basales (fmb) (Missoten, 1965; Dowling y Boycott, 1966; Kolb, 1970).

Las esférulas de los bastones presentan sólo 2 sinápsis en cintilla, que dan lugar a unas estructuras conocidas como diadas en las que existen 1 elemento lateral y un elemento central. Los elementos laterales son terminaciones axonicas de las celulas horizontales (HC)mientras que los elementos centrales corresponden a dendritas invaginantes de las células bipolares para bastones (Missoten, 1965; Dowling y Boycott, 1966; Kolb, 1970). No existen habitualmente contactos basales a nivel de las esferulas de los bastones.
Además de estos tipos de contactos sinápticos también existen sinápsis de tipo electrico entre conos y conos y entre conos y bastones a nivel de la retina humana. Así los pediculos de los conos presentan una pequeñas proyecciones laterales que se denominan telodendria y que forman pequeñas sinapsis eléctricas (Raviola and Gilula, 1975; Nelson et al., 1985).
 
INFLAMACION DE LA MEMBRANA QUE CUBRE LA ESCLERÓTICA DEL OJO,
OCURRE POR CIERTAS ENFERMEDADES
La epiescleritis es la irritación e inflamación de la epiesclerótica, una delgada membrana de tejido que cubre la esclerótica del ojo.
Causas y factores de riesgo
La esclerótica está compuesta por fibras de tejido que forman la pared blanca y fuerte del ojo; está cubierta por la epiesclerótica, una capa delgada de tejido que contiene muchos vasos sanguíneos que la alimentan.
La inflamación ocurre sin una infección. Es una afección común que generalmente es leve y rara vez progresa a escleritis (se inflama la pared exterior blanca del ojo).
La causa suele desconocerse, pero puede ocurrir con ciertas enfermedades como:
Herpes zóster (culebrilla)
Artritis reumatoidea (inflamación crónica de las articulaciones)
Síndrome de Sjogren (autoinmune, reumático y linfoproliferativo que afecta en especial a las glándulas de secreción exócrina)
Sífilis
Tuberculosis
Síntomas
Coloración rosada o púrpura de la parte del ojo normalmente blanca
Dolor ocular
Sensibilidad ocular
Sensibilidad a la luz
Lagrimeo del ojo
Tratamiento
La afección regularmente desaparece sin tratamiento en 1 a 2 semanas. Las gotas oftálmicas que contengan corticosteroides pueden aliviar los síntomas más rápido.
Expectativas
Sin tratamiento, la epiescleritis regularmente mejora, pero con el tratamiento se puede acortar su duración.
Complicaciones
En raras ocasiones, se puede desarrollar escleritis
La afección puede reaparecer
Situaciones que requieren asistencia médica
Hay que consultar al especialista si los síntomas duran más de dos semanas y hacerse un chequeo si el dolor empeora o se pierde la visión.

La esclerótica es la cápsula fibrosa más externa del globo ocular, que por su parte anterior se vuelve transparente y da lugar a la córnea.
Pero la esclerótica, no es exclusivamente blanca, sino que presenta numerosos capilares, importantes en el diagnóstico de problemas de tipo circulatorio.

Según la mayoría de autores, la presencia de un vaso que acaba cerca de un sector determinado del iris, o bien de un vaso en forma de V, o con un codo derca de un sector determinado, nos indicaría una afectación del sector topográfico correspondiente del iris.
Así, un vaso grueso y recto indicaría un estado congestivo, un vaso en V indicaría una tendencia espástica y un vaso en U indicaría un edema sanguíneo provocado por un obstáculo.
Existirían una serie de signosgenerales, sin una localización iridológica correspondiente, somo serían los vasos en forma de coma (hipertensión) o zigzagueantes (insuficiencia venosa), pero que, como vemos, ya guardan una relación mucho más estrecha con las esclerología vascular.

Valoraremos los vasos sanguíneos, su disposición, número y estructura.
La esclerología no es un método diagnóstico, sino de valoración pronóstica, valorando la repercusión de la patología sobre todo el sistema vascular.
 
-EXPLORACIÓN DE LA ESCLERÓTICA

Lo más importante será diferenciar las redes venosas de las arteriales.
Las arteriolas tienen una coloración más pálida y roja que las venas, debido a su menor calibre y a la menor oxigenación de la sangre venosa.
La diferencia de coloración entre arterias y venas es de gran importancia, ya que las venas de color amoratado tienen un especial interés en el diagnóstico.

Lo que nos interesa es el color general de las arterias y venas, indicándonos su grado de oxigenación. Las personas que padecen dificultad de oxigenación de la sangre, suelen tener una tendencia a la coloración oscura de los vasos de la esclerótica.
Las arterias tienen una mayor tendencia a retorcerse, ya que tienen una capa muscular y son de calibre más pequeño que las venas.
La pared de las vénulas es más fina y elástica, estando además desprovista de musculatura, provocando una visión más nítida de su contenido, y en casos anómalos, una mayor facilidad para que el plasma exude hacia el exterior y forme señales de acúmulo como la franja venosa.

                                                                                    Quiasma óptico
El quiasma óptico se encuentra junto a la unión del piso y pared anterior del tercer ventrículo. Sus ángulos anterolaterales se continúan con los nervios ópticos, mientras los posterolaterales se continúan con los tractos ópticos.
El quiasma óptico representa el punto donde las fibras de la hemirretina nasal de cada ojo (incluyendo las fibras de la hemimácula nasal) cruzan la línea media para continuar su recorrido por el tracto óptico contralateral. Por otra parte, las fibras de la hemirretina temporal junto a las fibras de la hemimácula temporal entran al tracto óptico ipsilateral.

El quiasma óptico está localizado muy cercano a otras estructuras dentro del cráneo, tales como la glándula hipófisis, las arterias carótidas internas, los nervios olfatorios y el tercer ventrículo. Existen enfermedades propias del quiasma que pueden alterar de manera especial la visión, pero también algunas enfermedades de las estructuras vecinas que pueden hacerlo.


La hipófisis es una glándula que se encuentra localizada dentro del cráneo, en la parte inferior del cerebro. Tiene como función primordial la elaboración hormonas. 
 


Las enfermedades de la hipófisis que pueden lesionar al quiasma óptico son aquellas que causan aumento exagerado de su tamaño. Esto ocasiona que el quiasma óptico sea comprimido por la masa en crecimiento.
 


Esta comprensión hace que se altere información que viene por los nervios ópticos de ambos ojos, porque es en este sitio donde se unen para cruzarse hasta el otro lado. Esto ocasionaría alteración del campo visual en las partes externas, a la manera de los tapaojos laterales que se colocan a los caballos

La ora serrata es la porción más anterior de la retina donde se continúa con el cuerpo ciliar. Posee un borde dentellado formado por unas cincuenta prominencias a modo de dientes que apuntan hacia delante, entre las cuales se encuentran otros tantos valles, recordando por lo tanto su forma a la de una sierra vista de perfil. 

La ora serrata es la parte más periférica de la retina, ubicandose en el extremo anterior a la porción central y sensible de la misma que se llama mácula. Esta zona de empalme o confluencia entre la retina y el cuerpo ciliar, conocida como ora serrata, marca la transición entre el área que no es fotosensitiva y la compleja región de varias capas sensibles a la luz.
La ora serrata es la porción más anterior y periférica de la retina en la cual ésta entra en contacto con otra estructura del ojo que se llama cuerpo ciliar Debe su nombre a que está constituida por un borde dentado formado por unas cincuenta prominencias a modo de dientes que apuntan hacia delante, entre las cuales se encuentran otros tantos valles, recordando por lo tanto su forma a la de una sierra vista de perfil.
La zona de la ora serrata es la más periférica de la retina, en contraposición a la porción central y sensible de la misma que se llama mácula .

¡ORA SERRATA A LA VISTA!

Pero en el interior del globo ocular continuaba existiendo un territorio inaccesible a la mirada del oftalmólogo. Ese territorio era la periferia de la retina. La ora serrata y sus aledaños eran una especie de «terra incognita» situada más allá de la frontera de lo visible. Franquear esa frontera y transformar ese Farwest en geografía accesible y transitable ha sido la gran aportación de Charles Schepens. Por ella pero también por otras muchas es por lo que, en lo que se refiere al conocimiento, al diagnóstico y al tratamiento del desprendimiento de la retina, la significación histórica de la obra de Schepens debe de ser considerada como esencial inmediatamente después de los descubrimientos pioneros de Gonin.
Porque lo cierto era que no todos los oftalmólogos eran capaces de ver con el espejo cóncavo y la lupa lo que veía Gonin. Y eso ocurría así no sólo por las limitaciones propias de la oftalmoscopía indirecta monocular sino también por otra razón. En 1914 May perfeccionó los modelos hasta entonces muy defectuosos de oftalmoscopios eléctricos de imagen recta. La comodidad de su manejo, la intensidad de su iluminación y los aumentos de la imagen hicieron que la oftalmoscopía indirecta fuese cada vez menos usada en la práctica cotidiana. Las generaciones que nos iniciamos en la oftalmología en los primeros años de la década de los 50 pensábamos que lo moderno y eficaz era usar el oftalmoscopio de imagen recta y que ver el fondo de ojo con el espejo cóncavo era una especie de vestigio anacrónico impropio de la época. La falta de entrenamiento -y de paciencia- hacía que aún viésemos menos de lo que se podía ver. Por si el testimonio personal vale para algo he de confesar que yo nunca pude ver con el espejo cóncavo y la lupa lo que veía mi padre quien lo usaba todos los días y en todos los pacientes ni mucho menos lo que nos enseñaba Don Hermenegildo Arruga cuando lo visitábamos en su clínica de Barcelona. En la Universidad yo tuve un gran maestro pero era un profesor «moderno». D. Angel Moreu tenía todos los modelos de oftalmoscopios eléctricos que existían en 1950 pero rara vez echaba la mano al espejo y a la lupa. Y lo cierto era que con la imagen recta no se veía la periferia del fondo de ojo.
Esa era la situación cuando apareció el oftalmoscopio binocular. El parto había sido largo y trabajoso. Giraud-Teulon en 1861 había diseñado un instrumento que tenía en el centro un espejo que enviaba hacia la pupila del paciente la luz proveniente de una fuente luminosa externa y dos aberturas laterales provistas de un prisma a través de las cuales llegaban a los ojos del observador las imágenes del fondo de ojo del paciente (en el Instituto Oftalmológico Nacional de Madrid se conserva un oftalmoscopio de Giraud-Teulon que debe ser considerado como un tesoro por su mérito y por su rareza). Las posibilidades que ofrecía ese instrumento no fueron apreciadas hasta que Schepens las desarrolló diseñando un modelo nuevo absolutamente original. Vale la pena escuchar al propio Schepens describir las circunstancias en que se produjo el parto: «The year was 1943 and there were no tools or materials in England, where bombs landed and exploded indiscriminately. One of them partially destroyed the building of London's Moorfields Eye Hospital, where I had just arrived, having escaped from Belgium. I had received an appointment as a Moorfields' Scholar: Night after night, regardless of new bombs folling, fires starting all around, I sifted through the debris in the cavernous spaces of the hospita's cellars. I ferreted for scraps of wire, optical glass, bits of brass, screws, hardwore of any kind which might be useful in the building of a prototype of a binocular ophthalmoscope. I found enough scraps to put together a primitive instrument, but it worked!». En 1945 en el Boletín de la Sociedad Belga de Oftalmología publica «un nouvel ophthalmoscope pour l'examen du décollement de la retine». El prototipo puede verse ahora en la colección permanente de instrumentos médicos de la Smithsonian Institution en Washington.
En 1947 presenta su comunicación histórica: «A new ophthalmoscope demonstration». En el primer prototipo, el oftalmoscopio se sujetaba en la cabeza del oftalmólogo y la luz provenía de una fuente externa. En 1951 la fuente de luz se incorpora al instrumento en forma de un pequeño transformador. El modelo reproducía el diseño de lámpara que usan los mineros en las minas de carbón: la fuente de luz en la cabeza tenía la ventaja de dejar libres las dos manos. En 1968 Pomerantzeff introduce en el instrumento mejoras substanciales siguiendo los principios establecidos muchos años antes por Gullstrand. En ese prototipo se consigue que el trayecto de la luz necesaria para la iluminación del fondo de ojo atraviese la pupila del paciente por un lugar diferente al que la atraviesa la luz reflejada que llega a los dos ojos del observador. Los reflejos provenientes de la córnea y de la superficie anterior del cristalino son evitados. El oftalmoscopio binocular indirecto aparece ya como lo conocemos actualmente.
Además, durante estos años Schepens incorporó a la exploración oftalmoscópica una maniobra descrita por Trantas en 1900: la depresión escleral. Para ver la periferia de la retina Trantas deprimía la esclera con su dedo pulgar. Schepens diseñó un depresor metálico dotado de un dedal para poder ser manejado con un solo dedo. La indentación escleral que se conseguía así era mucho más intensa, segura y localizada que la que Trantas producía con su dedo.
La periferia de la retina, ahí donde se generan la mayoría de los desprendimientos de la retina, por primera vez en la historia podía ser ya observada en visión estereoscópica y con una iluminación adecuada. La mirada de Schepens y con ella la de todos los oftalmólogos entraba en un nuevo mundo. Tal como el 12 de Octubre de 1492 desde la cofa del palo mayor de la Pinta, Rodrigo de Triana gritó alborozado: ¡Tierra a la vista!, Charles Schepens podía haber gritado a los oftalmólogos de todo el mundo: ¡Ora serrata a la vista!
Porque el procedimiento era tan efectivo que pronto se hizo universal. La cabeza del oftalmólogo que hoy en día, gracias, a los protocolos de actuación y a los principios de la medicina basada en la evidencia ya no necesita ser usada para pensar; asumía una nueva e importante función: ser el soporte sobre el que se amarra el oftalmoscopio binocular inventado, desarrollado y perfeccionado por Charles Schepens. Desde Helmholtz y Ruete nadie hizo tanto como Schepens para facilitar la observación del fondo de ojo. Esa es la gran deuda que todos hemos contraído con la figura impresionante del gran maestro de Boston.

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