Poesía épica

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Poesía épica


La poesía épica sirve para narrar acciones de personajes heroicos, fuertemente arraigados en su comunidad. Se trata de una poesía de acción y aventuras, cuyo objetivo esencial consiste en la persecución del honor a través del riesgo.

Se suele distinguir entre una épica culta, de autor conocido, y una épica popular, anónima y transmitida oralmente. En el caso de los poemas épicos medievales (generalmente denominados cantares de gesta), se ha discutido mucho acerca de su autoría. Posiblemente sus autores fueron escritores cultos, con un amplio conocimiento de la historia y la literatura, pero la difusión de sus obras corría a cargo de los juglares, que eran intérpretes profesionales que las transmitían oralmente a un público relativamente numeroso.


Los cantares de gesta castellanos


Se conservan muy pocas obras épicas medievales en castellano o en otras lenguas peninsulares. La mayor parte de ellas se conocen de forma indirecta, gracias a referencias y resúmenes contenidos en las crónicas (libros medievales de historia), así como a través de episodios aislados recogidos en los romances posteriores.


Se distinguen tres ciclos épicos castellanos:

1. Ciclo de los Condes de Castilla


Hay una serie de cantares (todos perdidos, salvo uno de ellos) que tratan de los orígenes de Castilla como organización política independiente. El condado de Castilla se separó del reino de León en el siglo X, por obra del conde Fernán González. Los cantares de este ciclo son:


- Poema de Fernán González: es el único conservado, pero no en su versión primitiva, sino en una versión en "cuaderna vía" (forma métrica propia del mester de clerecía) del siglo XIII. El poema trata de las luchas de los castellanos, dirigidos por su conde Fernán González, a mediados del siglo X, contra moros, navarros y leoneses, hasta lograr, de hecho, su independencia del reino de León. En el poema se combinan hechos históricos con elementos folclóricos y legendarios.

- La condesa traidora.

- Los siete infantes de Lara.

- Romance del Infante García.

Estas obras tienen una serie de características comunes, entre las que destacan las siguientes:


- Su sólido trasfondo histórico, aunque los argumentos concretos de los cantares sean ficticios.

- El deseo de venganza, que se lleva a cabo de forma extremadamente cruel y sanguinaria, como motivación de las acciones de los personajes.

- El protagonismo de las mujeres, dispuestas siempre a recurrir a todo tipo de medios, incluso los más violentos, para superar los obstáculos.


2. Ciclo carolingio


Formado por una serie de obras relacionadas con el emperador francés Carlomagno (siglos VIII-IX) y, más concretamente, con la Chanson de Roland (Cantar de Roldán), poema épico centrado en la derrota del ejército francés en la batalla de Roncesvalles (Navarra), en la que pereció el propio sobrino del emperador y protagonista del poema, Roldán. Las obras conocidas de este ciclo son las siguientes:


- Poema de Roncesvalles: cantar sobre la batalla, del cual se conserva un pequeño fragmento, probablemente compuesto en el siglo XIII, en navarro-aragonés; en este fragmento se recoge el lamento de Carlomagno sobre los cadáveres de sus guerreros.

- Mainete: relato (perdido, pero conocido a través de las crónicas) muy fantasioso sobre la juventud de Carlomagno, basado en el Mainet francés.

- Bernardo del Carpio: cantar (igualmente perdido, pero con numerosos reflejos tanto en las crónicas como en el Romancero) que representa la reacción nacionalista contra la influencia francesa en España, pues narraba la supuesta rebelión de un noble leonés contra su rey, por haber prestado su apoyo a Carlomagno.


3. Ciclo sobre el Cid


Está formado por una serie de obras relacionadas con el personaje histórico Rodrigo (o Ruy) Díaz, natural de Vivar (Burgos), nacido hacia 1043 y muerto en Valencia en 1099; este destacado representante de la baja nobleza castellana estuvo vinculado a los reinados de Fernando I (1035-1065), rey de Castilla y León, y de sus hijos, enfrentados entre sí, Sancho II (1065-1072), rey de Castilla, y Alfonso VI (1065-1109), rey de León y, tras el asesinato de su hermano Sancho en Zamora, también de Castilla.

La figura de Rodrigo Díaz, conocido como el Cid (del árabe sayyid ‘señor’), dio lugar a una serie de poemas épicos (algunos conservados, otros conocidos de forma indirecta), tanto en latín como en castellano, y a diversas crónicas medievales y romances, así como a múltiples obras literarias de todo tipo (narraciones, poemas, dramas, etc.) que se fueron sucediendo a lo largo de toda la historia literaria española (e internacional). Además del célebre Cantar de Mío Cid (o Poema de Mío Cid), otros cantares de gesta castellanos sobre el héroe fueron:


- Cantar de Sancho II y el cerco de Zamora: obra perdida, aunque recogida en las crónicas, que trataba del asesinato del rey castellano y de los intentos del Cid (partidario de Sancho) de vengarle.

- Mocedades de Rodrigo: relato tardío (fechado en el siglo XIV), de contenido muy ficticio y estilo sensacionalista, sobre la juventud del Cid; se conserva casi completo.


El Cantar de Mío Cid


Se ha discutido mucho cuándo y por quién fue escrito este cantar, obra maestra de la épica medieval hispánica. Menéndez Pidal, gran estudioso del tema, la fechaba hacia 1.140 y decía que era obra de dos juglares: uno de San Esteban de Gormaz y otro de Medinaceli, pueblos de Soria. Sin embargo, actualmente se piensa que el Cantar de Mío Cid fue escrito alrededor del año 1.200, y que su autor pudo ser Pedro Abad, un hombre de leyes de Burgos (en la obra abundan las referencias a conceptos y procedimientos legales) a quien durante mucho tiempo se consideró un simple copista del poema.

El cantar tendría unos 4.000 versos, de los que se conservan 3.730. Se trata de versos largos, de medida irregular (entre diez y veinte sílabas, con predominio de alejandrinos), casi siempre divididos en dos hemistiquios por una cesura; la rima es asonante, y se mantiene invariable a lo largo de una serie de versos consecutivos, formándose tiradas de distinta extensión.

Como el comienzo se ha perdido, no se sabe cuál era el título original de la obra. Modernamente es denominada indistintamente Poema de Mío Cid o Cantar de Mío Cid. El texto del poema está dividido en tres partes; aunque éstas no tienen una designación propia en el manuscrito, se las conoce convencionalmente como el “Cantar del destierro”, el “Cantar de las bodas” y el “Cantar de la afrenta”, por los asuntos principales que recogen.



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