Acción Colectiva y Movimientos Sociales: Perspectivas Sociológicas

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El tercer nivel de análisis está formado por los movimientos sociales o conductas situadas a nivel de campo de la historicidad, es decir, el conflicto en el seno del sistema de acción histórico y las relaciones de clases. También está formado por el cambio social, o por el paso de un campo de historicidad a otro y, por tanto, cambios en el sistema de acción, en las relaciones de clases, en el sistema político y en la organización social.

Este tercer nivel, conforme al análisis de los sujetos y sus acciones, revela la pretensión del accionalismo por conjuntar el análisis de la estructura y la acción, así como sus complejas relaciones a partir de los tres niveles indicados. Estructura y acción no se pueden divorciar, puesto que ambos constituyen las relaciones sociales. Si la sociedad está compuesta de relaciones sociales, la acción colectiva debe ser, por tanto, concebida como una relación social.

Aportes del Accionalismo

Los aportes del accionalismo son tres:

  1. Establecer los diferentes niveles en que se ubican las acciones colectivas y precisar que el movimiento social resulta de alguna forma de comportamiento colectivo, pero no que toda acción colectiva es un movimiento social.
  2. Acentuar el carácter plural y heterogéneo de los movimientos sociales actuales.
  3. Intentar fusionar el análisis estructural con la acción social.

Quizás la limitante más importante de esta teoría, ante la influencia del marxismo estructural, sea que la noción de movimiento social no es separable de la clase social, tendiendo así a identificar movimiento social con clase social.

Paralelo entre la Perspectiva Europea y Norteamericana (Tarrow)

Ambos enfoques no son excluyentes sino más bien complementarios; o, al menos, contienen elementos susceptibles de ser recombinados en una síntesis más poderosa y general. La escuela de la movilización de recursos proporciona a cualquier teoría de la acción colectiva y de los movimientos sociales herramientas útiles para analizar el aspecto organizacional de la acción y los movimientos, y muy en particular los problemas de la movilización.

El enfoque particularista, como el de Tilly, que insiste en la importancia de los contextos históricos particulares en que se desarrollan las acciones colectivas y los movimientos sociales, ha generado vastísimos estudios empíricos guiados por un enfoque de redes, arrojando interesantes ilustraciones y resultados sobre la constitución y funcionamiento interno de las acciones colectivas y los movimientos sociales.

Tanto el enfoque de movilización de recursos como las teorías europeas suponen que los movimientos sociales implican protesta y conflictos entre grupos organizados con asociaciones autónomas y formas complejas de comunicación. Ambos paradigmas arguyen que la acción colectiva conflictual es normal en la vida societal y que los participantes en ella, por lo general, son miembros de organizaciones racionales y bien integradas.

La acción colectiva presupone formas de asociación específicas en el contexto de una sociedad civil. Ambos enfoques distinguen entre dos niveles de acción colectiva: la dimensión manifiesta de las movilizaciones a gran escala (huelgas, concentraciones, manifestaciones, etc.) y el nivel menos visible, latente, de las formas de asociación y comunicación entre grupos que dan cuenta de la vida cotidiana y la continuidad de la participación.

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