Aforismos de Bacon y el Círculo de Viena: Epistemología y Ciencia

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Aforismos de Francis Bacon (51 a 62)

He ahí los ídolos que nosotros llamamos de la tribu, que tienen su origen o en la regularidad inherente a la esencia del humano espíritu, en sus prejuicios, en su limitado alcance, en su continua inestabilidad, en su comercio con las pasiones, en la imbecilidad de los sentidos, o en el modo de impresión que recibimos de las cosas.

Los ídolos de la caverna provienen de la constitución de espíritu y de cuerpo particular a cada uno, y también de la educación, de la costumbre, de las circunstancias. Esta especie de errores es muy numerosa y variada; indicaremos, sin embargo, aquellos contra los que es más preciso precaverse, y que más perniciosa influencia tienen sobre el espíritu, al cual corrompen.

Los más peligrosos de todos los ídolos, son los del foro, que llegan al espíritu por su alianza con el lenguaje. Los hombres creen que su razón manda en las palabras; pero las palabras ejercen a menudo a su vez una influencia poderosa sobre la inteligencia, lo que hace la filosofía y las ciencias sofisticadas y ociosas. El sentido de las palabras es determinado según el alcance de la inteligencia vulgar, y el lenguaje corta la naturaleza por las líneas que dicha inteligencia aprecia con mayor facilidad.

En cuanto a los ídolos del teatro, no son innatos en nosotros, ni furtivamente introducidos en el espíritu, sino que son las fábulas de los sistemas y los malos métodos de demostración los que nos los imponen. Intentar refutarlos, no sería ser consecuente con lo que antes hemos expuesto. Como no estamos de acuerdo ni sobre los principios, ni sobre el modo de demostración, toda argumentación es imposible. Buena fortuna es, nada quitar a la gloria de los antiguos. Y en nada atacamos su mérito, puesto que aquí se trata exclusivamente de una cuestión de método.


El Círculo de Viena y la Filosofía de la Ciencia

La filosofía de la ciencia surge como disciplina, profesionalizándose a partir de la conformación del Círculo de Viena (denominado así desde 1929).

Concepción Científica del Mundo

Antecedentes históricos: El pensamiento metafísico y teologizante está creciendo, afectando a la ciencia y no solamente a la vida diaria. Aunque por otro lado: “En algunos círculos, el modo de pensar fundado en la experiencia y contrario a la especulación se halla más vivo que nunca, y se ha fortalecido precisamente por la nueva oposición que ha surgido.” Este reconocimiento de la creciente influencia de un pensamiento metafísico, obliga al Círculo de Viena, a hacer públicos sus puntos de vista.

El objetivo común de los integrantes de este círculo tenía un objetivo claro, el cual era que si bien querían lograr cierta posición libre de metafísica, querían más que nada, lograr una anti-metafísica, siendo uno de los puntos más importantes del manifiesto, la crítica al pensamiento metafísico y la justificación de la superioridad que existe de la Concepción Científica del Mundo sobre las concepciones de tipo metafísica.

Esta crítica está basada en que la metafísica no puede formular una proposición que pueda estar sometido a pruebas empíricas.


El metafísico y el teólogo creen, incomprendiéndose a sí mismos afirmar algo con sus oraciones, representar un estado de cosas. Sin embargo, el análisis muestra que estas oraciones no dicen nada, sino que sólo son expresión de cierto sentimiento sobre la vida. La expresión de tal sentimiento puede ser una tarea importante en la vida. Pero el medio adecuado de expresión para ello es el arte (…) Si en lugar de ello se escoge la apariencia lingüística de una teoría se corre un peligro: se simula un contenido teórico donde no radica ninguno”.

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