Agustín de Hipona: Dios, el Ser Humano y la Ética
Clasificado en Filosofía y ética
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Dios: Existencia y Naturaleza del Mal
Pruebas de la Existencia de Dios
Las verdades eternas en nuestro interior son la principal prueba de la existencia de Dios, aunque no la única. Su existencia se demuestra también por el orden del universo, obra de un Ordenador como Dios, o por el consenso universal sobre su existencia.
Dios creó libremente todo lo existente, fijándose en las ideas ejemplares consustanciales y eternas a Él. En las criaturas hay huellas de estas ideas que inspiraron a Dios.
El Problema del Mal
El mal, que se manifiesta en enfermedades, dolor, calamidades naturales y mortalidad, es un grave problema que parece cuestionar la existencia de Dios y atributos como su omnipotencia y bondad.
Agustín de Hipona, al abrazar la fe cristiana, rechazó la idea de que Dios fuera responsable del mal por consentirlo.
La Naturaleza del Mal según Agustín
Agustín de Hipona propone una respuesta original y persuasiva: el mal no es. El mal es la ausencia de bien, la privación del bien perfecto del que adolecen las criaturas finitas.
Solo Dios conoce sus planes, que se cumplirán según lo previsto, con su victoria definitiva. Los humanos carecen de la perspectiva y sabiduría para juzgar lo que ocurre.
Ser Humano: Cuerpo, Alma y Libertad
Naturaleza del Ser Humano
El ser humano es una criatura compuesta de cuerpo y alma, ambos amados por Dios. El alma contiene huellas de Dios y tres facultades que representan la imagen de la Trinidad:
- Memoria: otorga unidad.
- Inteligencia: conduce a la verdad interior.
- Voluntad/Amor: busca el bien y la beatitud.
Respecto al origen del alma, Agustín se inclina por la idea de que Dios la creó y pasó de generación en generación.
Ética y Libertad Humana
La libertad humana es necesaria para alcanzar el bien. En nuestra conciencia están inscritos los principios de la Ley Natural que nos guían.
La visión de Agustín no sería pesimista si no fuera por el pecado original de nuestros padres, que pasa de generación en generación, manchando a la humanidad como una massa damnata. El cuerpo desvía el alma de Dios hacia sí mismo.
Agustín enfatiza el papel de la gracia, desvirtuando el del libre albedrío en la salvación.