La Alegoría de la Caverna: Explorando la Dualidad de la Realidad Platónica
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La Alegoría de la Caverna: Una Exploración de la Realidad Platónica
Platón describe a un grupo de prisioneros que han estado encadenados en el fondo de una cueva desde su nacimiento, mirando únicamente una pared. Detrás de ellos, hay un fuego, y entre el fuego y los prisioneros, hay personas que pasan portando objetos, cuyas sombras se proyectan sobre la pared de la cueva. Para los prisioneros, esas sombras son la única realidad que conocen, ya que no pueden ver nada más. Un prisionero logra escapar y sale de la cueva. Al principio, la luz del sol le ciega, pero gradualmente se adapta y empieza a ver el mundo exterior, comprendiendo que lo que veía antes, las sombras, no era la realidad verdadera. Al regresar para liberar a los demás prisioneros y contarles lo que ha visto, estos no le creen, ya que no pueden imaginar nada más allá de las sombras.
El Dualismo Platónico: Mundo Sensible e Inteligible
El pensamiento de Platón tiene un carácter dualista, de ahí la división entre el mundo sensible y el mundo inteligible.
El Mundo Sensible y el Mundo Inteligible
La separación de la realidad que hace el filósofo es lo que se conoce con el nombre de dualismo ontológico: existen en la realidad dos dimensiones diferentes que son el mundo sensible, o el de los sentidos, y el mundo inteligible, el de la razón.
1. Mundo Inteligible
El mundo inteligible es el Mundo de las Ideas y constituye la auténtica realidad, ya que el mundo sensible solo es real en la medida en que participa del mundo de las ideas. A este mundo solo es posible acceder por medio de la razón. Este mundo está fuera del espacio y del tiempo y en él se encuentran las ideas, inmutables y eternas, y también el alma antes de su nacimiento en el cuerpo, por eso, ya conoce las ideas, pero las ha olvidado, aunque por medio de la razón, puede volver a recordarlas.
2. El Mundo Sensible
El mundo sensible, también llamado mundo visible por el griego, es el mundo físico, el de los objetos físicos, al cual se accede por medio de los sentidos. Se caracteriza por su espacialidad y temporalidad, la corruptibilidad y el cambio. No se puede obtener conocimiento verdadero del mundo sensible, tan solo opinión.
Las cosas sensibles tienen ser y existencia, pero únicamente porque participan del mundo de las ideas, el verdaderamente real, y ha sido construido por el Demiurgo dando forma a la materia, a partir del mundo inteligible, al que imita. Es el conjunto de entidades particulares, cambiantes, corruptibles, múltiples y que se conocen por medio de los sentidos.