Alienación y Plusvalía: Explotación del Trabajador en el Capitalismo según Marx
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El Problema del Hombre y del Conocimiento: La Ideología
La alienación no sólo se da en el terreno de la actividad productiva, del trabajo. Además de la alienación económica, derivan de ella otras formas de alienación, como la social, la política y la ideológica, que buscan justificar la situación real de miseria para la mayoría y, al mismo tiempo, confundir y mistificar la realidad, creando una falsa conciencia de la misma. La última fase de la alienación es, pues, la alienación ideológica. En ésta, el trabajador cree que es legítima la apropiación de la plusvalía por parte del capitalista. El trabajador cree que, como el capitalista posee legítimamente los medios de producción, tiene una pretensión o un derecho fundado para apropiarse una parte de su trabajo, de una parte de su actividad, de una parte de su vida. La ideología es una forma de ver el mundo que satisface los intereses de los explotadores. La ideología se constituye en la culminación del proceso de alienación.
El Problema del Hombre y del Conocimiento: La Alienación del Ser Humano
Producir es la actividad esencial de los humanos, lo que los distingue de otras especies animales. El trabajo, como actividad productiva libre, es la actividad en la que el ser humano expresa su humanidad, su verdadera naturaleza. En su obra «El Capital», Marx hace un análisis de la mercancía. El valor de uso se basa en una característica de la mercancía por la que consigue satisfacer una necesidad. Mientras tanto, el valor de cambio es la cantidad de trabajo socialmente necesario para producir dicha mercancía. En la sociedad industrial, el trabajador no controla el producto de su trabajo. «El objeto que el trabajo produce, su producto, se enfrenta a él como un extraño, como un poder independiente del productor... el trabajador se relaciona con el producto de su trabajo como con un objeto extraño». Además, en la medida en que el producto se convierte en una mercancía, el trabajo objetivado en él es tratado también como mercancía, por lo que el mismo sujeto productor se ve sometido a un proceso de cosificación, terminando por ser considerado simplemente como cosa, como mercancía. «Por eso el trabajador sólo se siente en sí fuera del trabajo, y en el trabajo, fuera de sí.»
El trabajo se convierte, pues, en una actividad alienada y alienante, cuando los seres humanos producen objetos sobre los cuales ya no ejercen ningún control, que no ponen de manifiesto su humanidad, ya que no resultan de su libre actividad, sino de una actividad que es «para otro», que ya no les pertenece porque le pertenece a quien haya pagado su salario. De esta manera es el capitalista el que, con la apropiación del producto, se apropia de la actividad de los demás, resultando para ellos una actividad enajenada, alienada. Marx encontrará en la teoría del valor de David Ricardo el punto de partida para su propia teoría del trabajo. Según Ricardo, el valor del trabajo equivale a lo que cuesta renovar, regenerar, la capacidad de trabajo consumida. El patrón ha de pagar al trabajador, pues, lo necesario para que éste recupere sus fuerzas y esté en condiciones de seguir trabajando, lo que abocaba a los trabajadores a la percepción de salarios de estricta supervivencia.
La Doble Explotación del Trabajador
Al retribuir al trabajador mediante el salario lo necesario para recuperar su «fuerza de trabajo», esa plusvalía no se le restituye, sino que queda en manos del patrón. Además, el objeto producido se vuelve contra su creador, puesto que sirve para enriquecer al capitalista y aumentar su poder sobre el proletario. De este modo la actividad productiva se convierte en una actividad realizada bajo «dominación, coerción y el yugo de otro hombre». La explotación del trabajador se produce por partida doble. En esta segunda forma de explotación, el trabajador pierde toda autonomía personal y toda posibilidad de encontrar satisfacción en el trabajo.