La alienación religiosa y económica según Marx
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La alienación religiosa
Según Marx, siguiendo a Feuerbach, la religión es una forma de alienación por las siguientes razones:
1. Proyección de lo mejor del hombre
El hombre proyecta lo mejor de sí mismo (voluntad, inteligencia, bondad) en un ser divino, desvalorizando su propio ser y el mundo humano frente a esta realidad trascendente que, según Marx, es meramente inventada.
2. Desvío de la salvación
La religión desvía al hombre del único ámbito donde es posible la salvación y la felicidad: el mundo humano. Al consolarlo con la promesa de un mundo mejor, le resta capacidad para cambiar las situaciones sociales, políticas y económicas que causan su sufrimiento. En este sentido, Marx dice que la religión es el "opio del pueblo", adormeciendo el espíritu revolucionario.
3. Legitimación de la clase dominante
La religión suele tomar partido por la clase dominante, perpetuándola en el poder y legitimando el estado de cosas existentes. Incluso, en casos extremos, proporciona justificaciones teológicas al dominio de un grupo social sobre otro.
La alienación económica
La alienación económica en las sociedades de explotación se manifiesta en las siguientes alienaciones particulares:
1. Alienación de la actividad
El hombre se enajena de sus facultades creadoras, no vive su actividad como algo que le pertenezca. El trabajo se vive como algo exterior y forzado, realizado por dinero, no por sí mismo o por fines con los que el sujeto se identifique.
2. Alienación del objeto
Los objetos producidos no pertenecen al trabajador, los vive como ajenos. Marx señala esto con la idea del "fetichismo de la mercancía". El productor se subordina al producto, convirtiéndose en un mero medio para su producción. La crítica marxista conecta con la tesis kantiana de tratar a las personas como fines, no como medios. A Marx le preocupa que el trabajo destruya la individualidad, trate al productor como una cosa y lo haga esclavo de las cosas.
3. Alienación social
La alienación económica crea una escisión en la sociedad, dando lugar a dos clases sociales antagónicas: la clase oprimida (que produce) y la clase opresora (que se apropia de los productos).