Análisis de "El Buscón" de Francisco de Quevedo

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Francisco de Quevedo

Francisco de Quevedo nació en Madrid en el año 1580. Estudió en un colegio de jesuitas, pasando luego a Alcalá de Henares y Valladolid. Doctor en Teología, hablaba hebreo, griego y latín. Vivió un tiempo en Italia y murió en el año 1645, en Villanueva de los Infantes (Ciudad Real).

Su lengua viperina, reflejada en sus escritos satíricos y su extraordinario dominio del lenguaje le convierten en uno de los más admirados autores españoles. En su tiempo tuvo fama de crítico severo y sus letras satírico-burlescas le proporcionaron enemistades entre sus coetáneos.

Escribió poemas satíricos y burlescos. En cuanto a su poesía amorosa, está considerada la más importante del siglo XVII: probablemente Amor constante más allá de la muerte el más conocido.

Escribió también teatro (comedia y entremeses) y además de su narrativa y poesía, algunas obras políticas, ascéticas, filosóficas e, incluso, realizó algunas traducciones de calidad de textos latinos y hebreos, junto a otras no tan buenas, del griego.

El Buscón

Esta es la única novela escrita por Francisco de Quevedo y datada entre los años 1603 y 1608. Está dividida en tres libros de siete, seis y diez capítulos.

Aunque algunos estudiosos de la literatura no están de acuerdo, suele ser clasificada dentro del género picaresco. Efectivamente, cumple con las características:

  • Es autobiográfica.
  • El protagonista es de baja extracción social.
  • Le suceden aventuras y desventuras que le proporcionan pocos honores y acaba marchando a América donde no logra tampoco mejorar su suerte, pues, según palabras del protagonista: "Y fuéeme peor, como v. m verá en la segunda parte, pues nunca mejora su estado quien muda solamente de lugar y no de vida y costumbres".

También es cierto que Quevedo no pretende dar un efecto moralizante a su obra, cosa que la diferencia de otras del género. Algunas de las acciones del protagonista, condenables desde una perspectiva moral o ética, quedan sin castigo. Salvo la frase final, "pues nunca mejora su estado..." no encontramos en la obra un discurso moralizador, lo que indica que la intención del autor al escribir la novela es lograr la comicidad: reír con las ocurrencias del protagonista.

El estilo satírico es excesivo, con descripciones grotescas de los personajes, en un resto típico barroco. Las descripciones exageran las deformidades físicas y las faltas morales.

Quevedo muestra un gran dominio del lenguaje con un vocabulario muy amplio con el que crea juegos de palabras magníficos a base de dobles significados, chistes y groserías. Así, hablando de su padre, nos dice el protagonista: "Dicen que era de muy buena cepa, y, según el bebía, es cosa para creer", jugando con la palabra "cepa".

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