Análisis de la Duda Metódica y el Cogito en las Meditaciones Metafísicas de Descartes
Clasificado en Filosofía y ética
Escrito el en español con un tamaño de 2,35 KB
Análisis de la Duda Metódica y el Cogito en las Meditaciones Metafísicas de Descartes
Introducción
Este análisis se centra en un fragmento de las Meditaciones Metafísicas (1641) de René Descartes, obra fundamental en la que responde a las objeciones de sus críticos y sienta las bases del cartesianismo. A lo largo de seis meditaciones, Descartes busca demostrar la existencia de Dios y la inmortalidad del alma mediante razonamientos lógicos, además de definir los fundamentos del conocimiento.
La Duda Metódica y el Descubrimiento del Cogito
En la Primera Meditación, Descartes expone las razones para dudar de todo. En la Segunda Meditación, de la cual se extrae el fragmento analizado, busca reconstruir el conocimiento a partir de principios indubitables. En este proceso, encuentra una verdad que resiste a la duda: cogito, ergo sum (pienso, luego existo).
El Camino hacia el Cogito
El fragmento se divide en dos partes:
- El Escepticismo Inicial (líneas 1-8): Tras dudar metódicamente de los sentidos, del mundo físico e incluso de las matemáticas, Descartes se pregunta qué queda en pie, llegando al desánimo y al escepticismo.
- El Descubrimiento del Cogito (líneas 8-19): En la duda radical, Descartes descubre una certeza: su propia existencia. Aunque dude de todo, incluso de su existencia, el acto de dudar implica que piensa, y si piensa, existe. La existencia se manifiesta en el pensamiento.
La Intuición del Cogito
La afirmación Pienso, luego existo no es una deducción, sino una intuición. Descartes percibe de manera clara, distinta, directa e inmediata su existencia en el acto de pensar. Pensamiento y existencia se unen: al percibir que piensa, percibe que existe. El genio maligno, figura que introduce Descartes para representar la duda universal, no puede engañarle sobre esta certeza fundamental.
El Cogito y la Tradición Filosófica
Aunque la duda metódica es central en la filosofía cartesiana, algunos intérpretes señalan que la idea de la duda como prueba de la existencia no es completamente original. San Agustín de Hipona, en la Edad Media, planteó una idea similar: Si me equivoco, existo (Si fallor, sum).