Análisis de la Elegía a Ramón Sijé: Un recorrido por el dolor y la esperanza en la poesía de Miguel Hernández
Clasificado en Lengua y literatura
Escrito el en español con un tamaño de 5,05 KB
1. Introducción
A partir del duodécimo terceto cambia el tono del poema. Pasamos del presente al futuro, como se observa en el tiempo verbal con que se inicia el verso 34: Volverás. El deseo de regreso, planteado de forma casi sacrílega en los versos anteriores, aparece ahora dulcificado, atenuado: descartada la rabia y sus deseos, es el regreso del alma del amigo lo que confiere el nuevo tono a la segunda parte de la elegía. Este cambio se advierte en el vocabulario, tanto en los sustantivos (flores, alma, andamios…) como en los adjetivos (altos, angelicales, enamorados…) y en los verbos (volverás, pajareará…). El alma del amigo, vuelta de forma espiritual a la tierra, dará vida a todo lo que le rodea y el campo —tan importante en la poesía de Miguel Hernández— cobrará un nuevo sentido. La blancura se hace presente en esta parte final (de ahí las referencias a la blanca flor del almendro) y se termina con una invitación al amigo para que, en esta naturaleza, se produzcan nuevos encuentros, nuevas conversaciones con el compañero del alma.
2. Justificación del carácter literario del texto
La estructura métrica del poema es la del terceto encadenado: quince estrofas de tres versos endecasílabos, con rima consonante y esquema (ABA), de manera que el segundo verso de cada terceto se convierte en la base de la rima del siguiente (BCB), y así sucesivamente. La última estrofa es un serventesio (ABAB), de forma que ningún verso quede suelto, sin rima. Históricamente, los tercetos encadenados se han empleado en epístolas, subgénero lírico con el que nuestro texto guarda relación, pues el poema bien puede entenderse como una última carta de Hernández a Sijé.
Desde el punto de vista métrico, hay que dejar constancia de la riqueza de las rimas que emplea el oriolano. En este sentido, y por poner un solo ejemplo, Hernández echa mano de un verbo inusual en el lenguaje poético (estercolar) para rimar estercolas - caracolas - olas.
Ya quedó apuntado que la hipérbole es uno de los recursos estilísticos más destacados del poema, especialmente en su primera parte. Pero no es, ni mucho menos, el único elemento que confiere literariedad al texto. Las metáforas, las anáforas y paralelismos (versos 19-21; 22-24) inciden en la injusta muerte temprana y en el dolor que impide el perdón. A partir de la novena estrofa, abundan las aliteraciones de la r, que llevan el dolor a un punto extremo.
El dolor se torna en esperanza en la segunda parte. No solo el léxico estudiado, también otros recursos estilísticos contribuyen a ello: nuevas metáforas (adjetival, en almonedas espumosas), personificaciones (almas de las rosas), aliteración de la vocal a (la más resalada: A las aladas almas…) o la epanadiplosis del último verso, repitiendo la palabra compañero al inicio y al final del verso. No conviene obviar el juego de palabras con la forma verbal requiero, ya que además de su valor denotativo, propio del verbo requerir, viene a coincidir formalmente con un posible neologismo basado en el verbo re-querer, “volver a querer”.
No solamente el fondo: los recursos formales de esta segunda parte también han cambiado. Se abre paso al consuelo, a la esperanza.
3. Relación entre las ideas del autor y el tema solicitado
Miguel Hernández atraviesa por dos estados de ánimo bien diferenciados en el poema, como acabamos de comprobar: pasa de la desesperación y la rabia, a la esperanza y el consuelo. Del dolor insufrible por la injusta muerte del amigo, a la posibilidad de un encuentro futuro, de orden espiritual, a través del alma de Ramón Sijé vuelta, como portadora de vida, a la naturaleza.
Durante toda la primera parte de la vida de Hernández, este profesó un abierto catolicismo, en buena medida por el influjo del amigo cuya muerte ahora llora. En efecto, Ramón Sijé era uno de los más destacados intelectuales del círculo católico de Orihuela y fundador de una revista en esta línea ideológica, El Gallo Crisis.
Sin embargo, tras el segundo viaje de Hernández a Madrid y su nuevo círculo de amistades (especialmente el chileno Pablo Neruda), el catolicismo de Hernández va dando paso a nuevas actitudes vitales, hasta el punto de que, ya antes de componer este poema, Hernández había rechazado radicalmente su pasado católico y volverá a dejar clara constancia de ello en algunos textos escritos tras la publicación de El rayo que no cesa.
De hecho, como comentamos en la introducción de este comentario, las relaciones entre Hernández y Sijé no pasaban, precisamente, por su mejor momento cuando se produce la muerte de este último y es notorio el enfriamiento de la amistad de ambos. Hernández se enteró del deceso por una noticia en un periódico y se lamentó de que ninguno de los amigos comunes le hubiese informado personalmente.