Análisis de la Generación del 50: Goytisolo y Marsé
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Juan Goytisolo
Es sin duda la figura más rica y compleja de la llamada generación de los cincuenta. Se reveló con Juegos de manos (1954), visión despiadada de la juventud burguesa. En esta obra y en Duelo en el Paraíso destacan unos evidentes impulsos líricos que el autor reprimirá en aras de un realismo más estricto. Sigue denunciando la sociedad en varias novelas. En 1966 da un brusco giro con la espléndida novela Señas de identidad, un impresionante y desgarrador buceo en su vida y en las relaciones con su país; impregnada de un amor amargo, esta novela acude a técnicas novísimas manejadas con virtuosismo, y está escrita en un estilo rico y deslumbrante. Esta novela es la primera de una trilogía que alcanza su máxima expresión en sus continuadoras: La Reivindicación del conde don Julián (1970) y Juan sin tierra (1975). El protagonista de las tres, Álvaro Mendiola, es un intelectual con una mirada dolorida y pesimista, pero lúcida, sobre una España de cuyas raíces quiere librarse y de la que cada día se siente más distante.
Juan Marsé
Comienza su trayectoria con novelas que se sitúan en la estela de un realismo social y crítico. En 1966 publica Últimas tardes con Teresa. Por su contenido, sigue siendo una obra de denuncia social. Hay en ella una sátira feroz del señoritismo y de la inautenticidad, con una visión dialéctica de las clases sociales. Pero el enfoque es de una mayor complejidad, lejos ya del maniqueísmo al uso en la novela social anterior. Y, sobre todo, son notorias sus novedades técnicas: superación del objetivismo y retorno al “autor omnisciente”, con intervenciones sarcásticas. En la misma línea se sitúa La oscura historia de la prima Montse, en que los ideales y la generosidad de la protagonista contrastan con un sofocante ambiente burgués. Con Si te dicen que caí, significa la plena madurez de Marsé en el manejo de las nuevas formas narrativas. La intrincada mezcla de lo real y lo imaginario, la fecunda inventiva y riqueza verbal, hacen de esta obra una de las más interesantes de los últimos años. El embrujo de Shangai (1993) y Rabos de lagartija (2000) continúan esta línea, con un narrador ficticio que se superpone a la voz narrativa clásica.