Análisis de Lerena: La Escuela como Reproductora de Ideología y Desigualdad Social

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¿Por qué Lerena critica la visión tradicional de la enseñanza?

Lerena rechaza categóricamente la visión esencialista-idealista-psicologista-empirista de la enseñanza. Argumenta que esta perspectiva no refleja la realidad social y que, al analizar cada término por separado, se evidencian mecanismos que contradicen lo que realmente sucede en la sociedad.

Crítica al esencialismo: Lerena no considera al ser humano como un ente con un valor intrínseco, sino como un sujeto moldeado por los procesos y el contexto social. El ambiente, las relaciones de influencia y otros factores sociales juegan un papel crucial en la formación del individuo.

Crítica al idealismo: Se critica la idea de que el niño tiene libertad para elegir su destino. Lerena sostiene que, en función de su capital cultural, la escuela actúa como un mecanismo de selección que limita las oportunidades del individuo. La violencia simbólica, manifestada en pruebas y exámenes, perjudica especialmente a aquellos que no pertenecen a las clases dominantes, limitando su acceso a la educación superior y, por ende, a un futuro mejor.

Crítica al psicologismo y empirismo: Lerena argumenta que la escuela no fomenta la reflexión crítica, sino que transmite conocimientos preestablecidos que benefician a las clases privilegiadas. Estos saberes, además de ser artificiales, rara vez se llevan a la práctica de manera significativa, lo que limita su utilidad real.

Los cuatro principios de Lerena sobre el sistema de enseñanza

Lerena propone cuatro principios para comprender cómo el sistema educativo perpetúa la desigualdad:

Primer principio: La falsa ilusión de libertad

Se nos hace creer que somos libres y conscientes de nuestras decisiones, pero en realidad estamos condicionados por la estructura social diseñada por las clases dominantes. Quienes nacen en la élite tienen privilegios que les permiten prosperar, mientras que quienes nacen en otros estratos sociales enfrentan mayores obstáculos.

Segundo principio: La imposición de una cultura dominante

La escuela no transmite una cultura universal, sino la cultura de las clases dominantes. Se priorizan los valores y conocimientos que benefician a las élites, perpetuando así su posición de poder. La escuela, en lugar de cuestionar este orden, lo refuerza.

Tercer principio: La negación de la lucha de clases

Se presenta a la sociedad como una suma de individuos, ignorando las relaciones de poder y la lucha de clases. Esta visión simplista oculta las desigualdades y las formas de dominación, perpetuando la idea de una sociedad justa e igualitaria cuando en realidad no lo es.

Cuarto principio: La reproducción del destino social

La vocación y el futuro profesional de un individuo están influenciados por su origen social. La familia, la cultura y el entorno condicionan las aspiraciones y oportunidades de las nuevas generaciones. La movilidad social se ve limitada, ya que los hijos tienden a seguir los pasos de sus padres, perpetuando la desigualdad.

En conclusión, Lerena ofrece una crítica contundente al sistema educativo tradicional, argumentando que perpetúa la ideología dominante y reproduce las desigualdades sociales. Sus cuatro principios proporcionan un marco para comprender cómo la escuela, en lugar de ser un motor de cambio social, puede convertirse en un instrumento de control y dominación.

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