Análisis del Manifiesto de Fernando VII: Jura de la Constitución de 1812

Clasificado en Historia

Escrito el en español con un tamaño de 4,92 KB

Contexto Histórico

El documento que nos ocupa es un manifiesto político en el que el rey Fernando VII jura la Constitución de Cádiz de 1812, la cual había rechazado años antes. Este texto, de carácter público y dirigido a la nación española, fue escrito con la intención de ser difundido ampliamente, como se evidencia en las expresiones dirigidas a los españoles: "vuestros heroicos esfuerzos", "me habéis hecho entender" o "he oído vuestros votos".

La autoría del manifiesto corresponde al propio rey Fernando VII, quien firma el documento al final. Siendo un documento oficial que cambiaba el régimen político del país, requería la legitimización del monarca. El manifiesto está fechado en el Palacio de Madrid, el 10 de marzo de 1820.

Contenido del Manifiesto

En este texto, Fernando VII declara ante los españoles su disposición a aceptar la Constitución de 1812, reconociendo que ese es el deseo del pueblo. Comienza recordando la Guerra de la Independencia y "el cautiverio" que sufrió en Bayona, calificándolo como un acto de "inaudita perfidia". Es importante señalar que la idea de que su estancia en Bayona fue contra su voluntad es cuestionable, ya que fue el pueblo español, motivado por el odio hacia los franceses, quien difundió esa versión.

Tras elogiar el valor de los ciudadanos, Fernando VII justifica su decisión de restaurar el absolutismo (desde el 4 de mayo de 1814 hasta el 8 de marzo de 1820) y derogar la Constitución de 1812 argumentando que actuó según el deseo que percibió en su entorno al regresar de Bayona. Utiliza la siguiente frase para explicar sus motivos: "la nación deseaba ver resucitada su anterior forma de Gobierno; y esta persuasión me debió decidir a conformarme con lo que parecía ser el voto casi general de un pueblo magnánimo". Con esta afirmación, Fernando VII intenta convencer al pueblo de que actuó buscando su bienestar, apelando a una idea similar a la mentalidad ilustrada, aunque desvirtuada de sus principios.

Justificaciones y Excusas

En el siguiente párrafo, el monarca intenta justificar sus acciones y la supresión de las libertades que garantizaba la Constitución de 1812, haciendo referencia a la Ilustración y a su conocimiento de sus principios. Parece que su intención es minimizar la importancia de sus actos durante los seis años de absolutismo, argumentando que buscaba evitar la discordia entre los ciudadanos. Para apoyar esta débil excusa, menciona a "nuestros mayores", alegando que no comprenderían el espíritu ilustrado (que él insinúa apreciar) y utiliza como prueba de su defensa de las ideas ilustradas las reformas que implementó en las instituciones del país durante ese periodo.

Aceptación de la Constitución

Tras exponer estas excusas, Fernando VII reconoce haber escuchado las peticiones del pueblo y, dado que es el sentimiento general, decide jurar y apoyar la Constitución de 1812. En este punto, se aprecia la actitud sumisa y derrotada del monarca, quien utiliza expresiones como "mi paternal corazón" o "tierno padre" para evitar ataques contra su persona tras la firma de la Constitución, marcando el fin de su poder absoluto.

Conclusión del Manifiesto

El documento concluye con un párrafo cargado de sentimentalismo y una actitud conciliadora y paternalista, dominante en todo el texto pero con mayor énfasis en este punto. El rey recuerda al pueblo que, a partir de ese momento, él los acompañará en su camino. Finalmente, aconseja al pueblo que no se deje llevar por las pasiones, en un intento de prevenir acciones en su contra o contra la familia real.

Análisis del Contexto: El Pronunciamiento de Riego

Es importante destacar que la jura de la Constitución por parte de Fernando VII no fue una decisión voluntaria en respuesta a la petición del pueblo, como se sugiere en el manifiesto. La cadena de acontecimientos que llevó a la aceptación de la Constitución de 1812 se remonta al pronunciamiento de Rafael del Riego. El 1 de enero de 1820, el teniente coronel Riego se pronunció en Cabezas de San Juan (Sevilla) como líder de una conspiración a gran escala contra el absolutismo. Si bien no se produjo una revolución o movilización como la de la Guerra de la Independencia, su pronunciamiento evidenció la ineficacia y la crisis del modelo absolutista. Esto llevó a que, en la reunión del Consejo de Estado del 6 de marzo de 1820, se tomara la decisión que se hizo pública cuatro días después mediante el manifiesto que analizamos, acompañada de medidas como la disolución de la Inquisición, la liberación de los presos liberales y la formación de una Junta Provisional Consultiva (como institución de transición hasta la formación de las Cortes). Así se gestó la famosa frase que resume el espíritu de este documento y que quedaría grabada en la historia de España: "marchemos francamente, y yo el primero, por la senda constitucional".

Entradas relacionadas: