Análisis de 'El sí de las niñas': Obra Maestra del Neoclasicismo Español

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El sí de las niñas: Obra Maestra del Neoclasicismo Español

El sí de las niñas es, probablemente, la cima del teatro neoclásico español. Al menos, la comedia más celebrada de su tiempo, y la más perfecta de su autor, Leandro Fernández de Moratín. Sin embargo, aun siendo la más representativa de las comedias de esa tendencia dieciochesca, fue compuesta y estrenada, sin embargo, a comienzos del siglo XIX, y esa fecha viene a ser prueba de lo tardío del triunfo del Neoclasicismo en España.

Características Neoclásicas en 'El sí de las niñas'

La pieza, la última y mejor de las cinco de Moratín (entre las cuales destacan El viejo y la niña, de temática semejante, y La comedia nueva o el café) tiene todos los rasgos que los neoclásicos, siguiendo la doctrina de los latinos, atribuían a la comedia.

Finalidad Didáctica

Para empezar, su finalidad es didáctica (como debía ser en la literatura de la Ilustración) y tiene como principal enseñanza la reprobación de los casamientos concertados entre jovencitas y hombres maduros, y de la educación de aquéllas en una sumisión excesiva, asuntos ambos que, como males de su época, inquietaban a Moratín.

La Trama

Lo hace gracias a una trama en la que un hombre mayor pero juicioso (D. Diego) pretende casar con una joven que, casualmente, y sin que lo sepa nadie, está enamorada de su sobrino, joven de gran valía, cuyo parentesco con el pretendiente ella desconoce. Lo ridículo de su proyecto (y del de la también ridícula madre de la muchacha) se le revelan a don Diego cuando descubre el amor de los jóvenes, ante el que, haciendo triunfar la razón, cede en sus pretensiones, dando, así, una lección de cordura muy acorde con el pensamiento ilustrado.

Elementos Formales

Además, de acuerdo con el modelo neoclásico de comedia, está escrita en prosa (como vehículo del estilo llano y como medio para reforzar la verosimilitud), y presenta una historia sucedida entre personas comunes (burgueses y criados) que, guardando el decoro o correspondencia en lengua y acciones con la condición de cada uno, se desarrolla en los límites de un día y en un solo lugar.

Manejo del Tiempo y Espacio

Moratín se atiene a todas estas limitaciones que las normas neoclásicas imponían, pero es capaz de exprimirlas para obtener los mejores resultados. Así, la obra transcurre en una sola noche, pero el paso de ésta viene a corresponder simbólicamente al desarrollo del argumento, de modo que la oscuridad llega cuando la trama se complica y las esperanzas de los jóvenes desaparecen, mientras que la claridad del amanecer anuncia el triunfo de la razón y el buen sentido, con la perspectiva de felicidad para todos.

El lugar en el que sucede la acción es la sala común de una posada de Alcalá de Henares; es decir, sala de paso de un lugar de paso donde resulta verosímil el encuentro de personajes en tránsito desde Zaragoza y Guadalajara hacia Madrid. Cuatro puertas de sendas habitaciones, una escalera y una ventana acaban de conformar un espacio propicio al enredo que en él se teje y desteje.

El Enredo y la Comicidad

Ese enredo, lleno de ocultaciones y equívocos, se une a la comicidad de los diálogos de los criados, y a la de la exageración caricaturesca de alguno de los personajes (en concreto, doña Irene, la madre de la joven) para conformar el componente de “deleite” que debía acompañar, en la comedia neoclásica, a la “instrucción”.

Conclusión

Todo esto, junto con la agilidad de los diálogos y de la dinámica escénica, hacen de la obra una pieza que, si bien conforme en todo a la estética de su tiempo, sigue teniendo vida y vigencia.

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