Análisis de la Obra Literaria: Refugio y Realidad
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La ficción como refugio de la realidad:
La literatura, durante gran parte de su existencia, fue el refugio en el que se protegió de los riesgos de vivir "la vida al raso", especialmente durante los años en los que el miedo y el frío se aferraban al cuerpo. De esta forma, la narradora-protagonista construye un mundo alternativo regido por leyes propias, que nada tienen que ver con lo racional, lo cronológico o lo físico. Un mundo que se mueve al ritmo de los sueños y utiliza los elementos reales para jugar con ellos al otro lado del espejo. Es un universo en el que no está prohibido perderse ni entregarse a los caprichos del azar.
La literatura también es conocimiento:
La escritura es el instrumento para recuperar el pasado y entender la identidad personal. La literatura es comunicación. La figura del misterioso visitante, en calidad de interlocutor hecho a la medida de la hablante, es el facilitador del diálogo y quien saca a la protagonista de la soledad del monólogo.
El papel social de la mujer:
La madre de la autora, con inquietudes alejadas del universo femenino del momento, sufrió las consecuencias educativas de su época y se esforzó por que su hija no padeciera las mismas limitaciones que ella. Durante el franquismo, a través de instrumentos como la Sección Femenina, se implantó un modelo de educación femenina y se adjudicó a la mujer un rol necesario para mantener el orden tradicional, condenando a toda mujer que se alejara del recto camino. La hija de la protagonista es el signo del nuevo tiempo y vive plenamente su libertad. Se observa así una evolución en la conquista de los derechos de la mujer. Al adoctrinamiento ayudaban las novelas rosa, que hacían que las mujeres aceptaran pasivamente una realidad insatisfactoria en lugar de confrontarla y, cuando les fuera posible, tomar medidas para cambiarla.
La búsqueda del paraíso de la infancia perdida:
La escritura responde al deseo de vencer el paso del tiempo y reconocer a la niña que un día fue, para comprobar que algo de aquel ser aún permanece en su cuerpo de adulta.
El deseo de libertad:
Coincide con su rebeldía a los principios del orden y las leyes del hogar. El afán por descubrir requería independencia. También se rebela contra el modelo de mujer de la perfecta casada, la impecable ama de casa y la amantísima madre de sus hijos. No obstante, su respuesta era la huida a través de la ficción.
La pobreza y precariedad de la posguerra:
La escasez de estímulos intelectuales y libertades individuales de este periodo coincide con la de los bienes materiales.
El final del franquismo:
Marca el inicio de un nuevo tiempo. Desde los comienzos del régimen se difundió la propaganda de la Victoria, que promulgaba que la Guerra Civil había sido una Cruzada victoriosa y no una guerra fratricida. Había que propagar una moral de triunfo y lograr que cundiera el entusiasmo. La muerte del dictador omnipresente creó en la autora un efecto parecido al de la incredulidad. A lo anterior, es posible añadir otros temas de carácter costumbrista, propios de la novela de memorias, desarrollados meticulosamente por la autora en sus notas.
Espacio
Destacan cuatro localizaciones dentro de la casa:
- En el capítulo I, el dormitorio sirve para introducir ciertos objetos que serán claves después y se entremezclan, en ese "vaivén" entre el sueño y la vigilia, con visiones recurrentes y recuerdos sobre la infancia provocados por el insomnio. En el capítulo V, esta habitación es el lugar donde se mantiene la conversación telefónica.
- La cocina es el marco del capítulo III, en el que se produce un breve diálogo de la protagonista con su yo del pasado, a partir del cual se explaya sobre diversos aspectos de su infancia y juventud.
- El pasillo representa la conexión de ese mundo con otro más onírico. Las baldosas blancas y negras, a modo de tablero de ajedrez, potencian la irrealidad de este espacio. El pasillo aparece al final del capítulo I, donde la protagonista despliega la carta azul y, según relata en un primer momento, se queda dormida para tener luego que atravesarlo, ya en el capítulo II, desde la cama, ante la llamada telefónica inesperada. Justo en medio del pasillo una enorme cucaracha le hace frente.
- El cuarto de estar, escenario en el que se desarrolla la ficción, lo onírico. Este espacio cerrado y envolvente, ampliado por la lluvia y la tormenta de fuera, contribuye a que los pasos, las ideas y los recuerdos den vueltas o tracen espirales una y otra vez redondeando la coherencia de todo cuanto se dice y se recuerda entre esas paredes. Este cuarto de estar se convierte en el escenario donde confluyen las reflexiones y los recuerdos de la narradora-protagonista.