Análisis del Salmo 114: Alabanza a la Grandeza de Yahvé
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Los Diez Mandamientos
Mandamientos Fundamentales (1-4)
1) “No tendrás dioses ajenos enfrente de mí”. Este mandamiento establece el monoteísmo como característica principal de la religión hebrea. Es el primero porque sienta las bases, el cimiento mismo, en una época en la que la creencia en múltiples dioses era común.
2) No te harás imagen. Este mandamiento condena la idolatría y prohíbe la representación física de Dios, ya que Yahvé no tiene cuerpo ni forma. También se prohíbe la representación de lo creado por Yahvé, porque Él está en todas partes. Esta restricción explica por qué el pueblo hebreo no se expresó a través de manifestaciones artísticas visuales, sino principalmente a través de la escritura, especialmente de textos religiosos. La personalidad de Yahvé se describe como fuerte y celosa. Su fortaleza proviene de su poder como creador y gobernador del universo. Su celo se debe a que exige la fidelidad total del hombre, la obediencia estricta a su ley. El incumplimiento se castiga no solo en el individuo, sino también en sus descendientes, generando temor hacia Yahvé.
3) La ausencia de una representación física de Yahvé lleva a que sea el hombre quien lo represente. Por lo tanto, se exige un estado de ánimo y mental apropiado para nombrarlo, un estado de concentración que confirme la fe. Este temor lleva a que en los textos bíblicos se omita su nombre y se usen otros que lo representen, como Señor, Todopoderoso, Creador o El, evitando así caer en pecado al nombrarlo sin la debida preparación.
4) Este mandamiento establece la primera celebración religiosa del pueblo hebreo: el Sabbat, el día de reposo. En este día se prohíbe cualquier trabajo o actividad que distraiga al hombre de su fe, dedicándolo a Yahvé, a la oración y a la lectura de la Torá. La lectura de la ley sirve como recordatorio para no infringirla y evitar el castigo divino. Se santifica el Sabbat siguiendo el ejemplo de Yahvé, quien creó el universo en seis días y descansó en el séptimo. El jefe de familia tiene la responsabilidad de velar por el cumplimiento de este mandamiento, incluso por parte de los extranjeros bajo su cuidado.
Estos cuatro mandamientos sientan las bases de la religión hebrea: el monoteísmo, la condena a la idolatría, la importancia del hombre y la primera celebración (Sabbat). Del quinto al décimo mandamiento se establecen reglas que aplican a la vida social.
Mandamientos Sociales (5-10)
5) Honra a tu padre y a tu madre. Este mandamiento establece reglas para la vida familiar, el primer núcleo de organización social. Se enfatiza el respeto y la obediencia a los padres, figuras de autoridad dentro del núcleo familiar. El cumplimiento de este mandamiento trae consigo beneficios, reforzando su importancia. El orden jerárquico es evidente en la frase “honra a tu padre y a tu madre”, reflejando la estructura patriarcal de la sociedad, donde el hombre ostenta la máxima autoridad. Una familia bien organizada y respetuosa de la jerarquía se refleja positivamente en la sociedad. Este mandamiento surge de la observación de la vida cotidiana.
6) No matarás. Este mandamiento, basado en el principio de que Dios es el creador de la vida, busca ser un avance socializador. En una época regida por la ley del talión (“ojo por ojo, diente por diente”), donde la venganza justificaba la muerte, esta ley busca dejar atrás la justicia por mano propia. Se trata de confiar en estructuras sociales que apliquen la ley, buscando que la justicia humana se alinee con la justicia divina.
7) No cometerás adulterio. Se entiende por adulterio las relaciones sexuales fuera del matrimonio. Este mandamiento aplica tanto a casados como a solteros, ya que la justificación de las relaciones sexuales era la procreación. Las mujeres que tenían hijos fuera del matrimonio eran castigadas.
8) No hurtarás. El principio de justicia divina rige este mandamiento. Cada persona tiene lo que merece, Dios le da o le quita según su obediencia a la ley. Robar es cuestionar la justicia divina.
9) No dirás falso testimonio contra tu prójimo. Este mandamiento condena la mentira, pero presenta cierta ambigüedad en la definición de “prójimo”. Inicialmente, se refería a los miembros de la misma tribu, luego se extendió a todo el pueblo hebreo. Solo con Jesús y la segunda alianza el término “prójimo” abarca a toda la humanidad.
10) No codiciarás... nada que sea de tu prójimo. Este mandamiento condena la envidia y se basa en el principio de justicia divina. Envidiar las posesiones de otros es cuestionar la distribución divina.
Yahvé conoce los actos, palabras y pensamientos del hombre, por lo tanto, también se peca con el pensamiento.
Análisis del Salmo 114
El libro de los Salmos, o Salterio, forma parte del Antiguo Testamento y contiene 150 salmos. Aunque la mitad se atribuyen a David, el rey poeta, es sabido que fueron escritos por diferentes poetas en distintas épocas. Esta atribución buscaba otorgar a todos los salmos la misma jerarquía. Los salmos son composiciones poéticas que se acompañaban con música. Se clasifican en:
- Himnos de Alabanza: Alaban a Yahvé y explican los motivos de dicha alabanza.
- Himnos de Acción de Gracias: Dirigidos a Yahvé por librar al salmista de una situación afligente.
- Plegarias: Individuales o colectivas, solicitan ayuda para situaciones desgraciadas que afectan al individuo o al pueblo hebreo.
- Cantos de Sabiduría: Ilustran la ley de Yahvé con una función didáctica, manifestando su doctrina.
El Salmo 114 es un canto de alabanza donde el salmista expone argumentos que exaltan la grandeza de Yahvé a través de pasajes históricos. Estos pasajes justifican la alabanza a Yahvé por su protección y ayuda en momentos cruciales de la historia del pueblo hebreo.
El salmo se compone de cuatro estrofas y comienza con la palabra “Aleluya”, que significa “alaben a Yahvé”. Este encabezado es un paratexto.
Primera Estrofa: El Éxodo
Comienza con un paralelismo sinonímico en los dos primeros versos. La primera referencia histórica es el Éxodo, un evento crucial para la identidad nacional y religiosa del pueblo hebreo. El Éxodo los organizó, los unió, les dio solidez y los reconectó con su tradición religiosa.
Las expresiones “Israel” y “casa de Jacob” designan al pueblo hebreo, una costumbre que los identificaba con el nombre de sus patriarcas.
El salmo relata brevemente la historia de José, vendido como esclavo y elevado a un puesto de prestigio en la corte del faraón por su capacidad de interpretar sueños. Gracias a la interpretación del sueño del faraón sobre las vacas gordas y flacas, José previene la hambruna y asegura un lugar privilegiado para él y los hebreos en Egipto. Sin embargo, con el paso del tiempo, los hebreos pierden su estatus y se convierten en esclavos. En este contexto surge Moisés, un líder que unifica al pueblo y los guía de regreso a la Tierra Prometida, Canaán. Durante el Éxodo, se ratifica la alianza con Yahvé a través del rito del cordero pascual y se produce el milagro de la apertura del Mar Rojo, confirmando la fe de los hebreos.
Segunda Estrofa: El Cisma y el Exilio
Esta estrofa hace referencia al cisma del año 930 a. C., que divide el reino en dos: Judá al sur e Israel al norte. Judá, con capital en Jerusalén, se caracteriza por su fervor religioso y la conservación del linaje de David. Israel, con capital en Samaria, establece alianzas con otros pueblos. La invasión de los persas y asirios lleva al exilio de los hebreos a Babilonia. La posterior reconquista de Samaria estará marcada por la religión.
Tercera Estrofa: El Poder de Yahvé sobre la Naturaleza
“El mar los vio y huyó”. Esta frase evoca la apertura del Mar Rojo, que permite el paso a los hebreos y se cierra ante sus perseguidores egipcios. Este evento confirma la superioridad de Yahvé sobre los dioses egipcios. Se utiliza la prosopopeya al personificar al mar, otorgándole características humanas como la vista y la voluntad de huir, inspirada por Yahvé.
El salmo también menciona el cruce del río Jordán bajo el liderazgo de Josué, sucesor de Moisés. Siguiendo las instrucciones de Yahvé, los sacerdotes portan el Arca de la Alianza con las tablas de la ley y el río retrocede, permitiendo el paso del pueblo hebreo.
La estrofa finaliza con la imagen del Monte Sinaí, donde Moisés recibió las tablas de la ley. El temblor de tierra que acompaña la entrega de la ley simboliza el poder de Yahvé. La comparación de los montes con corderos utiliza elementos cotidianos para hacer la imagen más gráfica y comprensible. La elección de las ovejas como referencia se debe a que eran el ganado predominante en la región árida que habitaban.
Cuarta Estrofa: Reflexión sobre el Poder de Yahvé
Esta estrofa repite el contenido de la segunda, pero en forma interrogativa. El salmista invita a la reflexión sobre el poder de Yahvé y cómo la naturaleza se conmueve ante su presencia. Las preguntas buscan que el oyente reconozca la grandeza de Yahvé y su dominio sobre la creación.