Análisis Semiótico de la Expresión Artística: Sustancias, Soportes y la Crítica al Linguisticismo y Perceptualismo

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Doble presión académica: linguisticismo y perceptualismo

Sin duda, todo artificio expresivo-operativo aparece marcado por estas dos grandes fuerzas culturales del fono- y oculo-centrismo. Pero conviene no confundir esta pasada o presente centralidad de la palabra y la imagen con dos resistentes presiones académicas:

  • El «linguisticismo» (de cierta semiología) que entiende cualquier forma expresiva no-verbal como un sustituto indirecto o «sucedáneo de la palabra», reduciendo a la verbalización todo aquello que escapa a su dominio.
  • El «perceptualismo» (de cierta psicología) que entiende cualquier forma expresiva no-verbal (especialmente, la imagen) como una copia directa o «doble de la cosa», rechazando la necesaria verbalización que acompaña, en principio, toda experiencia comunicacional.

Aunque ambas presiones parecen ajenas y opuestas, ambas comparten un mismo vicio de partida: el «contenidismo»: la atención exclusiva al “contenido” de las palabras, las imágenes, los sonidos, los cuerpos… Cuando precisamente de lo que se trata es de atender esa “expresión”: la forma de esos contenidos.

Sustancias/soportes como base semiotecnológica de la praxis

El lingüisticismo y el perceptualismo están así de acuerdo en su desatención de la materialidad de los signos. Pero el ámbito de la creación exige atender la expresividad y operatividad de los signos y útiles en cada uno de los medios y sean cuales sean sus elementos básicos: palabras, imágenes, sonidos, cuerpos… Esto significa examinar las «sustancias expresivas» y los «soportes operativos» concretos y diferenciables, por más que conjugables, sin confundirlos ni reducirlos a los sentidos humanos (vista, oído…) o los canales técnicos (audio, video…).

Así, en contra de Mitchell (2005) y su idea de “la inexistencia de medios [audio]visuales”, es necesario un campo disciplinar que tome por objeto las variables y conjugables sustancias/soportes que definen la “especificidad” de cada medio (sean o no sean “puros”) en tanto praxis semio-tecnológicas. Paradójicamente, la clave será dada por un acérrimo lingüista (descontento del exceso de materialidad, aún, de Saussure) en su doble esfuerzo formalizador (de la disciplina) y formativizador (del objeto) de la lingüística.

El signo en la Glosemática de Hjelmslev (1943)

La Glosemática de Louis Hjelmslev (1943) ve aún demasiada materialidad en la lengua: todo aquello que tiene que ver con la producción fisiológica/fonética de la voz. Plantea así una definición más exhaustiva de la «función sígnica» como “una correlación provisional y móvil” entre un “plano de la expresión” semiótica y un “plano del contenido” semántico, constituidos ambos a partir de tres facetas y un principio único de producción: “la sustancia es la manifestación de la forma en la materia”.

Las «sustancias» serían así el juego entre dos extremos inaprensibles:

  • La «forma»: extremo psíquico o mental que organiza el lenguaje en unidades semióticas (fonemas, monemas: o/a) y el mundo en categorías semánticas (sememas, semas: sexo, género).
  • La «materia»: extremo físico o material [excluido de la glosemática]: la “naturaleza material del tejido en el que se recortan los signos” (los “fonos/sonos” de la expresión fonética) y “el continuum sensorial del mundo” del contenido físico (las “cosas/sucesos” en lo real).

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