Anarquismo y Nacionalismo: Una Exploración de las Ideas Políticas del Siglo XIX
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Anarquismo
Pierre-Joseph Proudhon
"¿Qué es la propiedad?" (1840). Para Proudhon, la propiedad es un robo, y por extensión, el capitalismo también. Su propuesta se centra en la socialización de la banca a través de un banco social que otorgue créditos sin interés a cooperativas privadas. Este sistema busca eliminar la plusvalía, donde los trabajadores son a la vez empresarios. Proudhon abogaba por el federalismo, un sistema descentralizado de comunidades de productores, y criticaba la teoría del contrato social de Rousseau y Marx, argumentando la inviabilidad de la anarquía. Al igual que Rousseau, sostenía una visión particular del rol de la mujer en la sociedad.
Mijaíl Bakunin
"Federalismo, socialismo y antiteologismo" (1867). Bakunin creía en la evolución de la humanidad hacia una mayor predisposición a la cooperación y al bien común. La educación, según él, debía ser responsabilidad de la familia, no del Estado. Propuso un sistema de horas de trabajo socialistas, donde cada uno trabaja según su capacidad y recibe según su trabajo.
Piotr Kropotkin
"Ayuda mutua" (1892). Kropotkin critica la interpretación de la teoría de Darwin, argumentando que la cooperación y el altruismo son tan importantes como la competencia en la supervivencia de las especies. Al igual que otros anarquistas, veía al Estado como el principal problema y proponía la acción directa (no necesariamente violenta) como solución. Su proyecto social se basaba en cooperativas de consumo organizadas mediante el federalismo, donde cada uno trabaja según su capacidad y recibe según su necesidad.
Nacionalismo
El concepto de nacionalismo nace con la Revolución Francesa. Si bien existían vínculos y lealtades previas a reyes o nobles (nacionalismo vertical), el nacionalismo moderno es horizontal. Se distinguen dos conceptos de nación:
Nación Cívica o Política
Teóricos franceses, como Sieyès (autor de "¿Qué es el Tercer Estado?"), definen la nación como un cuerpo de asociaciones que viven bajo una ley común y una misma legislatura. La nación se basa en un pacto político voluntario, independientemente del origen, lengua, etc. Ernest Renan, sucesor de Sieyès, refuerza esta idea, destacando la voluntad como elemento clave para la formación de una nación, incluso con la existencia de diferentes lenguas.