El Anclaje de la Memoria: Poder e Identidad en el Ámbito Local
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La Memoria Local: Un Espacio de Poder e Identidad
Los historiadores tradicionalmente han utilizado el Estado-Nación como unidad de medida. Durante el siglo XIX, se desarrollaron historias nacionales que resaltaban grandes hechos, a menudo con un componente legendario. Sin embargo, a partir del siglo XX, se inició un proceso de depuración de este factor legendario en la memoria histórica.
Es en el ámbito local donde la memoria encuentra su mayor arraigo. En antropología, la defensa de lo local inicialmente tuvo poco peso, ya que se consideraba que las clases y grupos sociales representaban una realidad superior. No obstante, hubo excepciones, como Julián P. Rivers, quien defendió la identidad local de Grazalema, argumentando que esta trascendía las divisiones de clase.
Hoy en día, con la influencia de la globalización, se ha recuperado la importancia de lo local. Este ámbito es crucial porque es donde se ejerce una parte significativa del poder político. Lo local se ha convertido en el escenario de la política relacionada con la memoria contemporánea, un espacio donde se lucha por el control de la misma. Para ello, se utilizan diversos medios, como la búsqueda de los “mitos de fundación”. La figura del fundador de una ciudad adquiere un carácter sagrado, otorgándole un sentido de pertenencia y propiedad. Cuando el mito no se consolida en la memoria histórica local, surgen incongruencias. La creación de mitos no es un proceso único, sino que involucra a toda la sociedad.
Finalmente, es importante destacar que la gestión de la memoria se lleva a cabo principalmente en el ámbito local, aunque no todos tienen la misma capacidad de influir en ella. Son los notables quienes suelen liderar este proceso. De esta manera, la memoria se reconstruye en función de intereses particulares. Por ejemplo, en lugar de reconocer la fundación de Granada por los árabes, se ha creado un nuevo mito de fundación con los romanos, que se celebra cada 2 de enero. Otro ejemplo es el caso de Mariana Pineda, cuyo mito intentó ser borrado por los absolutistas. Se produce así una lucha por el mito y por la memoria local. Son las élites las que determinan qué se recuerda y qué se olvida. La memoria colectiva libra sus batallas por el sentido en el ámbito local.
El Estado se forma mediante la agregación de élites que se extienden desde la periferia hacia el centro. Un proceso similar ocurre con la memoria.