Antonio Machado y su visión de España en "El mañana efímero"
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Introducción
Antonio Machado (Sevilla, 1875 - Collioure, Francia, 1939) fue, sin duda, uno de los poetas más influyentes en la España del siglo XX y, junto con Juan Ramón Jiménez, representa el punto más alto en la poesía de los inicios del siglo. Como poeta, Antonio Machado atraviesa por diversas etapas y toca distintos temas. Campos de Castilla es una obra de 1912. Por entonces, Antonio Machado se encuentra en Soria, donde ha conocido a la que será su mujer, Leonor. Tras el noviazgo, se casa y en 1912 coinciden la publicación de esta obra y la muerte de la joven esposa.
"El mañana efímero": Una reflexión sobre la identidad española
El poema que tratamos de comentar se centra en el tema del ser de los españoles. No aparecen, en esta ocasión, alusiones al paisaje real castellano que nos permitan extraer lecturas metafóricas o simbólicas sobre lo español. No hay Dueros, encinas, choperas, Guadarramas o Moncayos. Tampoco pueblos en ruinas o decrépitos, ni páramos severos. El poeta, por el contrario, presenta claramente ahora su visión de España, de sus defectos (ya existentes) y de sus virtudes (sobre todo, de las que están por llegar).
La dualidad de España en la obra de Machado
Como ya hemos podido entrever en las líneas arriba expuestas, Machado se sirve de numerosos recursos poéticos para intensificar el valor de sus palabras y reforzar la imagen antitética de las dos Españas que describe. Tal imagen antitética estructura el texto en dos partes claramente diferenciadas: la España hueca del presente y la España redentora del futuro. Machado fue siempre políticamente progresista. Ello no quiere decir que no admirase ciertas tradiciones españolas, pero sí es cierto que frecuentemente abogó por una nueva España (la España del cincel y de la maza) opuesta a aquella otra caracterizada por la miseria, el atraso, la codicia campesina o la envidia. La España querida por Machado habría de ser, sobre todo, fuerte y trabajadora, y habría de recuperar las virtudes de aquella «eterna juventud que se hace / del pasado macizo de la raza».
La España caduca del presente
Existe una España caduca caracterizada por distintos aspectos:
- Una «España de charanga y pandereta», atenta tan solo a lo divertido e intrascendente.
- Una España de «cerrado y sacristía», falsamente devota, obtusa y dada al secretismo y al inmovilismo.
- Una España que divide su devoción entre los toros (Frascuelo) y las romerías (María).
- Una España que no sabe pensar (usar la cabeza), una España «inferior que ora y bosteza, / vieja y tahúr, zaragatera y triste; / esa España inferior que ora y embiste, / cuando se digna usar la cabeza».
La inevitable transformación
Tal España está abocada a una próxima —pero no inmediata— muerte (su mármol y su día aluden a la lápida y al día de mañana, infalible, de la muerte). Pero todavía habrá tiempo para un «luengo parto de varones / amantes de sagradas tradiciones / y de sagradas formas y maneras;». Todavía queda un tiempo para que florezcan «las barbas apostólicas, / y otras calvas en otras calaveras / brillarán, venerables y católicas».
El compromiso social y cívico de Machado
Ya hemos mencionado que Machado estuvo enormemente vinculado a su tiempo. Siempre supo expresar su opinión y colaboró asiduamente con periódicos y revistas hasta el fin de sus días (no faltó su firma en ninguno de los números de Hora de España, revista publicada en plena contienda, entre los años 1937 y 1938). «El mañana efímero», como otros de sus poemas en los que nos habla de la España de su tiempo, da idea de su compromiso social y cívico y, por ello, no es de extrañar que se convirtiera en uno de los poetas favoritos en el periodo de posguerra.
Reflexiones finales: La vigencia del mensaje de Machado
Todavía hoy, nos atreveríamos a decir que su mensaje conserva todo su vigor y, de hecho, en unos tiempos en los que se habla permanentemente del valor del trabajo y del esfuerzo, hace que nos preguntemos si hemos superado ya ese efímero mañana o si todavía nos queda por recuperar bastante de esa España de la rabia y de la idea que tan bien supo describir. Quizás nos quede todavía algo de ese camino por andar.