La Antropología del Género: Origen, Evolución y Crítica Feminista
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De la Antropología de la Mujer a la Antropología del Género
La antropología clásica se fue abriendo a una serie diversa de campos de investigación: parentesco, matrimonio y familia; raza y etnicidad; economía; política; religión, etc. La Antropología del Género mantiene, en este sentido, una posición peculiar en la antropología, ya que no aparece sino hasta las décadas de 1970 y 1980. Además, surge precisamente a partir de la crítica de una de las insuficiencias fundamentales de la historia de la antropología: la invisibilidad de la mujer.
Esto implica otra de las peculiaridades de la Antropología del Género, y es que no se trata solo de un ámbito específico más de la antropología, sino que además es una perspectiva necesariamente transversal. Todos los ámbitos de conocimiento antropológico han de ser repensados y revisados a la luz de este nuevo enfoque teórico. Pero la Antropología del Género no nace espontáneamente, sino que lo hace a partir de la crítica feminista. De tal modo que la crítica feminista es fundamental en la evolución teórica y metodológica de la disciplina antropológica en su conjunto. Y la crítica feminista, a su vez, se alimenta de los conocimientos antropológicos sobre la situación real de las mujeres en las diversas culturas.
El antecedente remoto de la Antropología del Género se sitúa en la década de 1970, cuando se están desarrollando los Women's Studies, que influirán en muy variadas disciplinas, entre ellas en la propia antropología. Tales Women's Studies sitúan a la mujer como objeto de estudio, para investigar cuál es su condición social y político-económica, y cómo se le representa simbólicamente en el ámbito social.
Niveles en los que el Androcentrismo Puede Manifestarse:
- La visión personal del antropólogo, que puede ser deformadora.
- El efecto distorsionador inherente a la sociedad que se estudia (en muchas sociedades se considera que la mujer es inferior al hombre, lo que puede viciar los resultados de la investigación).
- La parcialidad ideológica de la sociedad occidental (al equiparar la relación asimétrica entre el hombre y la mujer, allí donde aparece, con la desigualdad existente en el propio Occidente, mucho más acusada aún en las primeras décadas de desarrollo de la disciplina antropológica).
Este androcentrismo afectaba al proceso de investigación en su conjunto, desde las hipótesis que se planteaban hasta la recogida de datos (la mayoría de los “informantes” solían ser hombres, además), y afectaba lógicamente a los resultados obtenidos (ya que no se lograba ver ni describir adecuadamente las actividades de las mujeres).
Ahora bien, pronto se observa que la categoría de análisis de la mujer es insuficiente, y que no se puede estudiar por separado sin considerar la otra categoría complementaria: el hombre. Es preciso investigar la relación que se establece entre ambas categorías sociales (mujeres y hombres), y cómo tal relación no es “natural”, sino que se construye socioculturalmente. Eso es lo que realiza la Antropología Feminista, para la cual el tema central ya no es la mujer, sino las “relaciones de género”.