apolíneo
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7.Nietzsche ha arrancado la máscara a la cultura occidental. Es preciso anunciar ya la muerte de Dios, pero no únicamente del Dios cristiano, sino de todo lo que ha venido ocupando su lugar y ha tratado de someter a la vida: la expresión «Dios ha muerto» se refiere también a los valores morales y las grandes verdades que se fundamentaban en la divinidad y el mundo suprasensible. El hombre ha matado a Dios, y con él todo sentido trascendente: «¿Dónde se ha ido Dios? –— ¡Yo os lo voy a decir! ¡Nosotros le hemos matado, vosotros y yo! Todos somos sus asesinos..¿No oís todavía el ruido de los sepultureros que entierran a Dios? ¡Dios ha muerto! ¿Cómo nos consolaremos nosotros, asesino entre todos los asesinos?». Al descubrir la muerte de Dios, el hombre del rebaño queda desorientado, ha perdido sus valores y el sentido de su vida. La consecuencia es el Nihilismo. En Nietzsche, se refiere al proceso que sigue la conciencia del hombre a partir de la muerte de Dios. Este concepto crece con dos significados diferentes:- Nihilismo pasivo. Ante el hundimiento de tos valores tradicionales, la voluntad de poder se reduce: de la conciencia de la muerte de Dios y negación de todos los valores, surge la angustia y la desorientación. -Nihilismo activo. Consiste en asumir la muerte de Dios y contribuir activamente la destrucción de los viejos valores creando valores propios y dando así sentido a su propia vida. Es el signo de la voluntad de poder.
3.La primera formulación del pensamiento de Nietzsche aparece en El nacimiento de la tragedia. Los dos principios que componen la realidad —lo apolíneo y lo dionisíaco—aparecen representados en la tragedia griega: Dionisos, el Dios del vino y la embriaguez, de la música y la poesía, representa la vida liberen/pes a `mientras que Apolo, el Dios del sol y de la luz, del arte clásico, de la armónía y el equilibrio, representa la razón. En la tragedia, el elemento dionisíaco estaba representado por el coro, que descubría la fuerza irresistible de la vida bajo el destino trágico, la aceptación de que el sufrimiento es necesario para que fluya la vida. Así, en el arte, en lo estético, estaría la auténtica revelación de la realidad. La pretensión de imponer un orden racional al mundo hizo triunfar al individuo teórico, apolíneo, sobre el individuo trágico o dionisíaco que había predominado en la etapa presocrática. Este triunfo, representado por la figura de Sócrates, continuará en Platón y el cristianismo, y, a través de ellos, en toda la historia de la cultura occidental.