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7)- LOS PERSONAJES.- CARACTERIZACIÓN
Personajes de muy distinta condición coexisten en la misma obra:
Personajes del mundo de Calisto y Melibea: Calisto, Melibea, Pleberio y Alisa (padres de Melibea).
Personajes del mundo de Celestina y los criados: Celestina, Pármeno, Sempronio, Elicia, Areúsa.
CALIXTO-- De los personajes de la tragedia, Calisto es el que menos historia tiene y el más cargado de literatura. Sólo sabemos de él que ha podido tener padre influyente, allegados y amigos, sospechamos que es rico, pues se muestra magnánimo, generoso, y también por la descripción que de él hace Melibea. Sospechamos también que vive sólo con sus criados; no se le conoce ocupación ninguna. Ha estado viviendo una existencia inauténtica, absurda, hasta que llega el momento de la toma de conciencia del sentirse existir, de encontrar un objetivo por el cual luchar en la vida.
Una vez que Calisto ha tomado conciencia, Melibea se convierte en el alfa y el omega de su existir, en su mismo Dios. A amar a su dama dedica Calisto todas sus energías, cueste lo que cueste. Por boca de Sempronio y Pármeno, Calisto sabe bien lo que es Celestina y, sin embargo, decide emplearla.
Calixto se deja llevar sin resistir por los consejos de los cuerdos y principalmente por los de Celestina, en cuyas manos deposita toda su confianza. Se deja robar por ellos, se convierte en el blanco de sus bromas y les entrega su voluntad y su fortuna, convirtiéndose en un antihéroe en su papel negativo. Pero también actúa de forma heroica tratando de ayudar a sus criados cuando, equivocadamente, los juzga indefensos y muere.
La muerte de Calixto conforma su esencia de soñador ensimismado, absorto en su yo, que no es otro que Melibea.
MELIBEA-- Al principio es la dama típica del amor cortés. En la Tragicomedia se perfila como el más vital, el más decidido de todos los personajes. Su meta es la acción práctica e inmediata, lejos de una actitud pasiva y cándida. Acepta su amor pasión como su destino. En Melibea, la pasión es mucho más real, menos literaria que en Calixto. Conoce perfectamente su responsabilidad social, sus deberes como doncella y como buena hija. Sabe perfectamente quién es Celestina. No sabe si obedecer a su naturaleza o a la sociedad. No le turba su honra, en la que no cree, sino la voluntad de mantenerse honrada en la sociedad. Finalmente, se impone su voluntad amorosa contra toda norma moral, social y convencional y no permite que haya algo que le impida cumplir sus más hondas pasiones. Ella misma, por su voluntad, llama a la vieja para que venga en su ayuda, desatendiendo los consejos de su criada y las amonestaciones de su madre, se entrega a su pasión. Es por pura voluntad propia por lo que decide llevar a cabo su amor en secreto. Calixto no será su Dios, pero sí la razón vital de su existencia.
La razonadora Melibea se entregará a una muerte deliberada, no en un acto pasional, sino deliberado. El suicidio la separará de su propia voluntad, de una vida sin amor, sin esperanza. Parece que el “libre albedrío”, condición fundamental de la dignidad humana, en Melibea no se puede realizar sino en el suicidio. Su libertad está limitada por la verdadera fuerza motriz de la tragedia, que es el amor.
PLEBERIO Y ALISA (padres de Melibea): Sujetos a los convencionalismos de la clase a la que pertenecen y preocupan, sobre todo, por el dinero y por las cuestiones materiales.
ALISA: Representa el orgullo de clase, la forma de pensar de su tiempo. De carácter autoritario. Confía ciegamente en Melibea, a la que conoce muy poco en realidad, lo que favorece a Celestina en su asunto y los amores de su hija.
PLEBERIO: Confiado en su hija, tierno y paternal; celoso defensor del honor familiar. Interviene poco en la obra, sobre todo lo hace en el acto final. En el Acto XXI u último de la Tragicomedia, aparece la figura gigantesca de Pleberio quien, en el soliloquio memorable que pronuncia está solo y con un horror apasionado e intelectual. Se queja Pleberio del mundo porque lo “crió”, porque le dio vida, engendró a Melibea y ésta nació y amó. Y saca en conclusión que el hombre, por el solo hecho de haber nacido, está condenado a amar; esa es su libertad. Limitada libertad la de una vida, una muerte o un suicidio, planeados y regidos por el verdadero autor de la tragicomedia: el amor.
CELESTINA: Se yergue a una altura que no alcanza ningún otro personaje de la Tragicomedia. Es, sin duda alguna, el personaje más pintoresco y vívido de toda la obra. Su vitalidad, la energía de su lenguaje y su poder sobre las almas constituyen un ser que conoce a fondo la psicología de sus clientes y víctimas, que controla sin dificultad.
Tiene como móvil principal la codicia. Tiene un apetito sexual que ahora, vieja y fea, sólo puede satisfacer al facilitar y a veces a presenciar el trato sexual de los jóvenes. Tiene un poder psicológico como un tipo de “imperialismo emocional”.
La alcahuetería para ella no es sólo una forma de ganar la vida, sino también una misión: ella se siente comprometida a propagar el goce sexual. Además es hechicera. Todo esto supone un elemento subversivo dentro de la sociedad.
La hechicería de Celestina responde a una realidad de la época. Además, cumple una función muy importante en el desarrollo de la obra. Parece que la arrebatada pasión de los amantes, la locura del suicidio de Melibea por no poder resistir la pérdida de su amante lo presenta Rojas como producto de las prácticas hechiceras y los conjuros mágicos de Celestina que han perturbado la razón de la doncella. En la intención de Rojas entraba el propósito de dar la alarma contra todo ese mundo secreto y subterráneo.
Celestina escapa, sin embargo, a la imagen tradicional de bruja mala o figura demoníaca. El acierto de Rojas es habernos presentado a una Celestina muy humana, que no sirve al mal por el mal, sino porque le rinde provecho. Serviría al bien si le rindiera más provecho aún. En este sentido, Celestina es la voz inequívoca de la nueva y eterna moral utilitaria, la victoria del interés y el dinero sobre la religiosidad.
SEMPRONIO: Criado de Calixto. Desde un principio sabe lo que quiere: busca su propio beneficio. Aparece bajo y degradado desde el principio. Destaca su pasión por Elicia y su deseo de mejorar de fortuna y de posición. Desconfía de la codicia de Celestina. Es cobarde. Sólo es fiel a su propio proyecto: enriquecerse y gozar de Elicia. No dará su lealtad a nadie y evitará todo peligro.
Él es quien propone los servicios de Celestina. Quiere la amistad de Pármeno para participar en la estafa. Muere deshonrosamente a manos de la justicia con su “hermano” en el engaño.
PÁRMENO: Es, quizás, el personaje más trágico de la obra. Es el caso de un criado que se va haciendo y cambiando ante nuestros ojos. En él se muestra el proceso de la gradación: al principio lo encontramos como un criado leal, que sirve a Calixto por amor. Se sujeta al servicio de su amo voluntariamente. Sabe bien quién es Celestina, pues con ella ha vivido en su niñez y desea proteger a su amo contra su influencia, pero sin éxito alguno.
Su desilusión es grande cuando ve que sus esfuerzos para proteger a su amo son inútiles, pues lo que éste quiere no es protección, sino cooperación en la consecución de sus deseos.
Gracias a los hábiles manejos de Celestina, su carácter va cambiando. Pármeno tiene conciencia de su cambo y ha aceptado que su propio provecho es mejor que el fiel servicio de su amo. Pero es la conducta injusta de su amo la que hace mella en él y desistir de su propósito de cumplir con su deber.
Por otra parte, Pármeno necesita cariño. Buscaba el cariño de su amo y el de su madre que le faltó desde niño. También necesitaba el amor de una mujer, y de esto se valió Celestina para conseguir la corrupción del joven criado. Logra su colaboración a cambio de la entrega de Areúsa, prima de Elicia, ramera y también pupila de Celestina.
AREÚSA: Actúa ferozmente individualista y de forma calculada. Desprecia las opiniones ajenas y afirma el derecho de hacer lo que ella quiere, no lo que la sociedad determina. Vive independiente de Celestina, aunque se somete a su voluntad.
Después de la muerte de Celestina, y cuando se entera de las muertes de Sempronio y Pármeno, considera culpables a Calisto y Melibea y trama una venganza contra ellos y hace partícipe de esto a Elicia, a la que llama “hermana mía” para dejar sellada su amistad en la complicidad.
ELICIA: Es la otra criada y pupila de Celestina, prima de Areúsa. Aunque aparentemente sujeta a Celestina, en cuya casa vive, no es menos independiente en su modo de actuar ni menos responsable en determinar su propio destino.
Elicia vive en y para el instante, con un individualismo espontáneo. Elicia se forja su propio vivir aprendiendo de Celestina lo que le conviene y negándose a hacer lo que no quiere hacer, a pesar de las amenazas de Celestina de que tal vez tenga una vejez pobre. Es ella misma la que rehúsa la oferta de Areúsa de vivir juntas y decide quedarse en casa de Celestina. Al morir ésta, toma la decisión de cambiar su situación, quitarse el luto y vivir plenamente el momento. Es ella la que sugiere qué clase de muerte debe sufrir Calisto.
OTROS CRIADOS QUE APARECEN EN LA OBRA: Sosia, Tristán y los menos importantes como Centurio, Lucrecia y hasta Crito. Los encontramos siempre actuando en situaciones diferentes. Centurio, querido y chulo de Areúsa, aparece en una discusión con ésta después de la muerte de Celestina. Van haciéndose paso a paso frente a nuestros ojos. Son individuos y no tipos. No se retratan ante el lector de una vez por todas, sino que surgen lentamente, con sus propios hechos, sus palabras en diálogos y en soliloquios. Saben lo que buscan. Se les da la oportunidad de escoger y escogen siempre el camino de su propio bien, sin excusa, sin remordimientos y sin arrepentimiento.