Arendt: Moral, Política y la Condición Humana de la Acción
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Hannah Arendt: El Problema de la Moral
La dimensión humana presenta dos características fundamentales: la acción teórica y la acción práctica. Es en esta última donde Arendt cree que la persona se desarrolla en sus tres dimensiones: labor, trabajo y acción, donde se constituye una nueva realidad social y política. Si esta actividad tiene importancia, resulta lógico deducir la importancia que tendrá para Hannah Arendt la moral como política, y la acción cobrará mayor sentido.
La acción es el ámbito de la libertad, pues precisamente el actuar en relación con otras conciencias es donde se manifiesta y se da la capacidad de obrar de distinta manera. La acción humana es, por lo tanto, libre, pues nada la determina previamente, impredecible, porque nunca puede saberse cuál será el resultado final, e irreversible, pues ella misma y sus consecuencias nunca pueden volverse hacia atrás. Además, la clave de la moral es su constitución como alteridad, atender la perspectiva del otro. En el juicio moral, tanto para juzgar una acción como para realizarla, el yo dialoga consigo mismo como si fuera otro yo, en una especie de duplicación de la propia personalidad entre el querer o desear y la imposición de la voluntad para hacer lo correcto. Efectivamente, todo juicio moral debe buscar la armonía entre lo que yo soy y aquello que quiero ser, provocando por tanto un diálogo interno, que es una elección entre diferentes opciones. Se trata así de la relación entre el pensamiento y la voluntad. Por ello, el principio de la moralidad es la ausencia de contradicción interna. De esta importancia de la reflexión en la moral resultará la distinción entre el mal radical y el mal banal.
El Mal Radical vs. El Mal Banal
- El mal radical es deliberado, se produce cuando, aun habiendo reflexión y sintiendo la contradicción interior, se elige el mal.
- El mal banal se da cuando la persona no reflexiona sobre el acto a realizar ni sus consecuencias. Ocurre cuando el mal se deja de pensar como una acción valorable moralmente y se considera un acto cotidiano.
El Problema de la Política
La dimensión fundamental del ser humano es la acción. En ella, el ser humano se relaciona estableciendo un diálogo interpersonal e intrapersonal. Este diálogo es la clave de la moral, buscando la coherencia entre la identidad y nuestro ideal. Y precisamente esta idea de la moral nos lleva a la importancia de la política. Como la moral es la relación con los otros, es imprescindible la política, pues en ella es donde la relación interpersonal cobra mayor importancia. Arendt pondrá especial atención al problema político, autodenominándose pensadora política y no filósofa.
Análisis del Totalitarismo
Arendt realizará un análisis del totalitarismo, forma política que surgió en el siglo XX representando exclusivamente por el estalinismo y el nazismo. Este totalitarismo tiene como una de sus condiciones previas al hombre masa. El totalitarismo defiende la existencia de leyes determinantes y suprahumanas que rigen el mundo y la historia, desde las ciencias naturales, en el nazismo, o el sentido de la historia. Con ello se derrumba el concepto de Estado, que es sustituido por un poder paralelo y privado, y el de la Nación, ya que desaparece la ciudadanía que es sustituida por la raza o la clase. Supone el fin del estado de derecho, que impide cualquier pluralismo o disidencia y crea un clima de arbitrariedad donde todos se convierten en sospechosos y delatores. Así, el triunfo del totalitarismo implica el fin de la política y la eliminación de la acción.
El Republicanismo como Alternativa
Frente al sistema totalitario, Arendt defenderá el Republicanismo, forma de democracia deliberativa compuesta de consejos y espacios de actuación política donde el poder fuera fundamentalmente horizontal. El objetivo siempre sería crear nuevos espacios de actuación política para preservar la libertad y con ella la condición humana fundamental de la acción.