El arte y la experiencia estética: una introducción
Clasificado en Plástica y Educación Artística
Escrito el en español con un tamaño de 4,03 KB
El arte y la experiencia estética
1. Trabajo, técnica y arte
El trabajo transforma la naturaleza para hacer objetos útiles para los humanos. Por eso decimos que la primera cultura apareció con las primeras herramientas de homo habilis, los choppers, piedras talladas con un filo cortante que suponen la primera técnica. Los griegos llamaron técnica (del griego techné) a cualquier habilidad práctica relacionada con un oficio, normalmente asociada al uso de herramientas específicas, como la carpintería, la alfarería, la caza, etc. Los romanos llamaron a la técnica arte (ars en latín). Por eso los que practican un oficio son artesanos, y los objetos que producen a partir de materiales naturales son artificiales, hechos con arte. Un árbol o un leño flotando sobre el agua son naturales, mientras que una canoa, una casa o una canción son artificiales. En el siglo XVIII se contrapusieron las artes útiles y las bellas artes. Las artes útiles o mecánicas usaban herramientas para obtener algo de provecho: carpintería, panadería, ingeniería. Las bellas artes también implicaban una habilidad práctica, pero no para producir cosas útiles, sino cosas bellas. Las bellas artes tradicionales eran seis: poesía, música, danza, pintura, escultura y arquitectura. En el siglo XX se añadió un séptimo arte: el cine.
2. La experiencia estética y la obra de arte
Llamamos Estética a la teoría del arte. Estética procede de la palabra griega aisthesis que significa sensación. Arte y sensación van unidos en la experiencia estética porque las cosas bellas son aquellas que por la perfección de sus formas complacen nuestra vista u oído, y con ello a nuestro espíritu. La actitud estética se ocupa de las cosas bellas para disfrutar de ellas contemplándolas, saboreando la experiencia estética en sí misma, lo que sentimos en ese momento, sin buscar conseguir otra cosa con ello. Por eso distinguimos esta actitud de la actitud práctica, que al percibir algo se interesa por su utilidad, qué puedo conseguir con ello, y también se distingue de la actitud teórica o cognoscitiva, que trata de identificar, clasificar o conocer lo que percibe, para después responder a su presencia de un modo adecuado. La actitud teórica es la del científico, la práctica la del que trata de conseguir algo con lo que observa. La experiencia estética se caracteriza porque produce un placer que es desinteresado. No busca poseer el objeto bello, sólo lo admira y lo contempla, tanto si es natural como si es una obra de arte. Suele ser una experiencia breve, pero intensa. A veces se dice que la experiencia de la belleza produce un “rapto” de los sentidos, porque su presencia nos deja en suspenso, como fuera del tiempo.
El análisis de una obra de arte puede hacerse fijándose únicamente en ella misma (aislacionismo) o relacionándola con su entorno (contextualismo) El aislacionismo sostiene que para apreciar y disfrutar una obra de arte sólo necesitamos contemplarla, escucharla o leerla con atención, sin necesidad de atender a elementos históricos, políticos o biográficos del artista. Por eso los aislacionistas suelen defender la teoría formal del arte, que solo estudia los elementos presentes en las obras y sus relaciones.
El contextualismo
Supone que la obra de arte ha de ser considerada en su marco cultural o contexto. Hay conocimientos que pueden enriquecer la comprensión de la obra, haciendo la experiencia estética más completa. Por ejemplo, puede ser bueno conocer otras obras del artista, su biografía, sus intenciones o los problemas que había en su época. Un ejemplo de crítico contextualista es el poeta alemán de finales del siglo XVIII J. W. Goethe que proponía como criterios de valoración de una obra de arte:
- ¿Qué pretendía el artista?
- ¿Consiguió hacerlo?
- ¿Era digno de hacerse?