El Arte de la Oratoria y la Retórica en la Antigua Roma: El Legado de Cicerón
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El Arte de la Oratoria y la Retórica en la Antigua Roma
La oratoria, o arte de hablar con elocuencia, es necesaria en todas las sociedades, pues siempre habrá una ocasión en la que uno tenga que dirigirse a un auditorio para convencerlo o para expresar alegría, regocijo o dolor.
En la sociedad romana, en la que había asambleas políticas y tribunales, el dominio de la palabra era necesario para los jóvenes de buena posición que quisieran dedicarse a la política.
Como no siempre convence más el que tiene más razón, sino el que defiende mejor “su” razón, es necesario disponer de la retórica: conjunto de procedimientos para hablar bien. Esa habilidad se aprendía en las escuelas de retórica.
Como arte del discurso se dirigía esencialmente a la organización de los discursos en sus diversas partes, que consistían en:
- La introducción o exordio: rápida, centrada sobre el tema y atrayendo la atención del auditorio desde el principio.
- La narración de los hechos o proposición: debe ser clara y sencilla.
- La argumentación: exposición de pruebas en gradación de menor a mayor para justificar los hechos. Los argumentos se presentan ordenados según sus características y sin mezclar: psicológicos, jurídicos…
- La refutación: argumentos que rechazan las objeciones que opone el adversario.
- La digresión: conclusión que debe ser breve, enérgica e impactante.
Se distinguían tres géneros de elocuencia: judicial, deliberativo y demostrativo; el primero usado en los procesos; el segundo, en las asambleas deliberantes, y el tercero, en los discursos de lucimiento.
Marco Tulio Cicerón (106 – 43 a.C.)
Vivió en una época de grandes convulsiones internas. Fue contemporáneo de César, pero apoyaba a Pompeyo. Fue protagonista en la conjuración de Catilina.
A la muerte de César, apoyó a Octavio Augusto, enemistándose con Marco Antonio, que le mandó matar cuando se formó el tercer triunvirato (M. Antonio, O. Augusto y Lépido) ya que acordaron eliminar a sus enemigos.
Fue famoso sobre todo por sus discursos judiciales.
Las Catilinarias
Sus obras, de las que sólo citaremos unas cuantas son:
LAS CATILINARIAS (discurso político): Cuatro discursos contra Catilina, el jefe de la conjuración, que se descubre durante su consulado. Catilina, candidato al consulado junto con Cicerón, no es elegido. Y trama una conjuración para hacerse con el poder, incluyendo el asesinato de Cicerón. Éste, que conoce las maquinaciones pronuncia contra Catilina 4 discursos, el primero de ellos en presencia del propio Catilina.