El Arte de la Persuasión en Roma: Oratoria Latina
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La oratoria es el arte de persuadir. En Roma la capacidad de persuasión tuvo gran importancia, porque quien quisiera desempeñar alguna magistratura, tenía que competir con sus adversarios en las campañas electorales. La oratoria se concebía como un importante instrumento político.
Al principio, quien pronunciaba un discurso, pretendía convencer de algo a su auditorio; conseguido esto, no tenía la necesidad de escribirlo y publicarlo. M. Porcio Catón (s. III a. C.) fue el primero en publicar sus discursos, y con él la oratoria se convierte en género literario.
Hasta ese momento, los romanos solo aprovechaban sus dotes naturales para la elocuencia, pero al considerar la oratoria un género literario, admitieron que debían cumplir unas normas; estos requisitos formales los aprendieron de los griegos, pero, una vez más, los romanos les darán un contenido acorde a sus necesidades. Así surgieron en Roma las primeras escuelas de retórica que enseñaban las técnicas necesarias para formar buenos oradores.
El principal orador romano fue M. Tulio Cicerón. Tras su muerte los romanos siguieron estudiando retórica, pero las circunstancias políticas habían cambiado con la llegada del Imperio, que limitó las libertades políticas y, por tanto, relegó la oratoria a las escuelas.
Características de la Oratoria Latina
La retórica es la base de la oratoria y define, por tanto, todos los aspectos referidos al discurso. Estos puntos son básicamente los siguientes:
Tipos de discursos. Se distinguían tres clases:
- el deliberativo (para persuadir a un auditorio sobre una cuestión política, académica, ...);
- el judicial, que consistía en un alegato de defensa o de acusación en un proceso ante un tribunal, y
- el epidíctico, acerca de una persona, ya fuera en su alabanza (panegírico, elogio fúnebre, ...) o en su vituperio.
Partes de un discurso. Se establecían cuatro partes:
- exordio: introducción dirigida a captar la benevolencia del auditorio;
- narración: exposición de los hechos de la manera más favorable a la causa;
- confirmación: defensa de los argumentos a favor y refutación de los argumentos en contra;
- epílogo: recapitulación y apelación a los sentimientos de los oyentes.
A este orden se le llamaba natural, si se seguía otro, se le denominaba artificial.
En los discursos se pueden encontrar tres estilos: simple, medio y sublime. Según el estilo predominante, se puede hablar de tres escuelas de retórica:
Escuela asiática o asiánica, llamada así por tener su origen en Asia Menor. Sus características son:
- Predominio de la forma sobre el contenido: ornamentación verbal excesiva y declamación teatral.
- Tiende más a deleitar que a convencer.
Escuela ática, cuyo nombre hace alusión a los grandes oradores atenienses Isócrates y Lisias. Características:
- Predominio del contenido sobre la forma: forma escueta, sobria, simple y sin alardes declamatorios.
- Tiende a convencer más que a deleitar.
Escuela rodia, que recibe su nombre de Apolonio Molón, que tuvo una escuela en Rodas. A esta perteneció Cicerón. Características:
- Equilibrio entre forma y contenido.
- Síntesis de las escuelas asiática y ática.
Utilización de recursos retóricos como preguntas retóricas, antítesis, anáforas, etc.
El discurso histórico: la costumbre de incluir discursos en obras de otros géneros literarios era algo habitual en la literatura romana. Eran discursos inventados o reconstruidos que formaban parte de la caracterización psicológica de los personajes y eran una demostración de la habilidad literaria del historiador.