Arte Rupestre Levantino: Alto Aragón, Bajo Aragón, Maestrazgo y Bajo Ebro
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I. El Alto Aragón (Valles del Vero y Ésera) y Comarca de la Noguera (Lérida)
Esta zona, situada en el interior, en plenas serranías del Prepirineo, a más de 200 km de la costa, representa el área más septentrional de distribución del arte levantino. Está formada únicamente por siete abrigos levantinos en un entorno con fuerte predominio de yacimientos atribuibles al Neolítico "puro" y solo un abrigo de tradición epipaleolítica, aunque reiteradamente ocupado (Forcas II).
Presenta un único tipo de figura humana (proporcionada, pero muy alargada y siempre masculina). El ciervo es el tema principal, apareciendo en la totalidad de los abrigos pintados, pero nunca como presa cruenta. Le siguen la cabra y el sarrio, mientras que los jabalíes están ausentes y los bóvidos son casi inexistentes.
El arte esquemático domina en esta zona y se extiende a la comarca leridana de La Noguera (abrigos de Vilasos, Aparets, Tabac), caracterizándose por la aparición de figuras humanas y animales que llegan a constituir auténticas escenas.
II. Bajo Aragón, Maestrazgo y Bajo Ebro
En las estribaciones de las serranías interiores del Maestrazgo de Castellón, Bajo Aragón y sur de Cataluña (Cogull en Lérida y comarcas en torno al Bajo Ebro en Tarragona), encontramos el segundo y más importante foco de desarrollo del arte levantino.
Se caracteriza por su variada tipología (hasta cinco tipos humanos diferentes), la casi exclusividad de algunos temas (arqueros al vuelo, caza del jabalí) y la riqueza y densidad de yacimientos y representaciones. Más de 50 figuras humanas se concentran en Cova del Civil, lo que sugiere la existencia de sitios ceremoniales de agregación.
Son características las figuras humanas masculinas de variada tipología, y las femeninas tienen una notable representación en la zona. En cuanto a los animales, destacan la proliferación de escenas de caza de jabalí y de cabras. Los bóvidos son muy característicos de esta zona, aunque no exclusivos.
Cabe reseñar, además, la frecuente aparición de objetos voladores, insectos, arañas o pájaros, la mayoría de las veces asociados a personajes trepadores en escenas de recolección de la miel. Otra característica propia es la aparición de personajes híbridos disfrazados con cabezas de toro o colas postizas, que suelen denominarse brujos.