El arte trágico y la visión de Nietzsche sobre la vida

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Artista trágico

Para Nietzsche la realidad es lo vital. Si la realidad es puro devenir, el concepto no puede captarla, sino la metáfora, pues esta no establece un significado unívoco (objetividad) sino que acepta la pluralidad y subjetividad de los mismos (perspectiva). Por esto, el arte para Nietzsche es el único instrumento adecuado para entender la vida, porque afirma la multiplicidad y subjetividad de la realidad (devenir) utilizando la metáfora y no el concepto. Nietzsche considera que la tragedia es la forma suprema de arte, pues aúna las dimensiones apolínea y dionisíaca de la vida. La tragedia no pretende metas ni orígenes fuera de este mundo, sino que afirma la realidad, la vida, tal como nos aparece, incluso en sus aspectos más enigmáticos e irracionales, terribles y dolorosos. El artista trágico, al seleccionar y corregir la realidad no la oculta ni la niega; la acepta y la asume, pero embelleciéndola. Esta aceptación de la vida en toda su plenitud convierte al artista trágico en el verdadero «filósofo». La filosofía de Nietzsche supone una visión trágica de la vida y aquel que la acepta tal y como es puede convertir su vida en una obra de arte, que es lo único que para el filósofo alemán confiere verdadero valor y sentido a la existencia humana. Por ello, el artista trágico es el modelo de ser humano, por encima del santo, del filósofo o del científico.

Bueno

Es una categoría o valoración moral. En Nietzsche tiene un doble sentido: bueno es lo que vale, lo que tiene poder; en este sentido eran “buenos” los aristócratas antiguos. Por otro lado, en la transvaloración judeo-cristiana, bueno es “el que no hace daño”, cuando en realidad es que no puede hacerlo por su impotencia. Casta sacerdotal: Nietzsche se refiere con este término a un grupo de dirigentes, separados de y enfrentados a los dirigentes “guerreros”, que se dedican a cultivar ideas, valoraciones, ideales ascéticos, y, desde ahí, pastoreando el rebaño de las masas impotentes, imponen su dominio. Son enemigos malvados (ver arriba), que atribuyen la maldad a quienes se les enfrentan, los poderosos.

Causa sui

Causa de sí mismo. Expresión latina que se aplica únicamente a Dios, ser que se da la existencia a sí mismo, o que existe por razón de su misma naturaleza. Es el ser subsistente por sí mismo; lo demás existe por causa de otro.

Conceptos supremos

Expresión que se refiere a las categorías racionales que los filósofos han utilizado para referirse a la «verdadera» realidad del mundo inteligible. Estos conceptos pretenden designar las características de ese «mundo verdadero»: ser, sustancia, unidad, identidad, causa... Para Nietzsche estos «conceptos supremos» no designan nada real, sino que son términos que elabora nuestra razón para referirse a un mundo inventado por nuestro recelo y cobardía ante la realidad del devenir.

Culpa

En principio significaba “deuda”, y es de origen contractual. Consistía en poder descargar el castigo social sobre el culpable de no haber cumplido con su parte. Del sentimiento de culpa de los débiles brota la “mala conciencia”, represión de los instintos contra uno mismo, base de la compasión social.

Décadence

Ver vida descendente.

Deshistorizar

Proceso por el que los filósofos parmenideo-platónicos eliminan el carácter dinámico de la realidad. Historia no debe entenderse aquí como una ciencia ni como el sucederse de lo acontecido al ser humano, sino en un sentido más amplio como el continuo devenir de lo real. Decir que el ser es historia o histórico es otro modo de decir que es devenir. Por eso, al afirmar que la realidad es lo inmutable, lo idéntico a sí mismo (el ser parmenideo, las Ideas platónicas o las sustancias cartesianas) y que lo que cambia es sólo apariencia, los filósofos han «deshistorizado» la realidad.

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