El Auge del Imperio Romano: De Numancia a Yugurta
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La Caída de Numancia
Tras la vergonzosa paz firmada por el cónsul Quinto Pompeyo con los numantinos, habitantes de la ciudad más rica de Hispania, el cónsul Cayo Hostilio Mancino firmó otra paz infame. El senado romano, indignado, ordenó la ruptura del tratado y la entrega de Mancino a los numantinos como compensación. Ante esta ignominia, Publio Cornelio Escipión Emiliano el Africano fue nombrado cónsul por segunda vez y enviado a Numancia. Tras un largo asedio, Escipión finalmente sometió a la ciudad por hambre.
Roma Hereda el Reino de Asia
A la muerte de Atalo, rey de Asia y hermano de Eumenes, el reino fue legado al pueblo romano en su testamento. De esta manera, Asia se incorporó al creciente Imperio Romano.
La Guerra de Yugurta
Durante el consulado de Publio Escipión Nasica y Lucio Calpurnio Bestia, se declaró la guerra a Yugurta, rey de Numidia. Yugurta había asesinado a sus hermanos, Aderbal e Hiempsal, herederos del rey Micipsa y aliados de Roma. El cónsul Calpurnio Bestia, sobornado por Yugurta, firmó una paz deshonrosa que el senado romano no ratificó. Al año siguiente, Espurio Postumio Albino continuó la campaña. Posteriormente, Quinto Cecilio Metelo fue designado para dirigir la guerra. Metelo obtuvo varias victorias, capturando o matando a los elefantes de guerra de Yugurta y recibiendo la rendición de varias ciudades númidas. Cayo Mario sucedió a Metelo en el mando, derrotando a Yugurta y a su aliado Bocco, rey de Mauritania. Mario conquistó varias ciudades númidas y puso fin a la guerra con la captura de Yugurta. Tanto Metelo como Mario celebraron sendos triunfos. Yugurta, encadenado junto a sus dos hijos, fue obligado a desfilar ante el carro triunfal de Mario y posteriormente estrangulado en prisión por orden del cónsul.