Augusto de Prima Porta: Escultura, Poder y Divinización en el Imperio Romano
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Augusto de Prima Porta: Un Estudio Detallado
La escultura conocida como Augusto de Prima Porta es una de las representaciones más emblemáticas del emperador Augusto y un ejemplo paradigmático del arte y la propaganda del Imperio Romano. Se cree que el original, realizado en bronce, data de alrededor del año 20 a.C., basándose en la iconografía presente en la coraza. La copia en mármol, que es la que ha llegado hasta nuestros días, se habría realizado en torno al año 14 d.C., como sugiere el detalle del emperador descalzo, símbolo de su divinización póstuma.
El Retrato Romano: De la República al Imperio
La escultura romana, en sus inicios, se caracterizó por ser fundamentalmente retratista. La práctica de la mascarilla mortuoria influyó notablemente en la representación escultórica, plasmando los rasgos afilados y marcados de los difuntos. Los retratos en bronce y mármol, inspirados en estas imágenes de cera, reflejaban un gran realismo, especialmente durante la época republicana, con una notable influencia del arte etrusco.
Con la llegada del Imperio, las estatuas del emperador se transformaron en símbolos del poder imperial. La idealización se convirtió en una característica clave, mostrando a los emperadores como figuras bellas y jóvenes. El grado de idealización o realismo variaba según la dinastía gobernante.
Estilo e Iconografía del Augusto de Prima Porta
El estilo de la escultura de Augusto de Prima Porta refleja el idealismo característico de la fase inicial del Alto Imperio. Los retratos imperiales de esta época buscaban exhibir los poderes y atributos del emperador. Como cónsules, se les representaba con el manto consular y el brazo levantado en señal de arenga. El rollo de la ley en la mano simbolizaba su condición de legislador y administrador de justicia. El manto extendido sobre la cabeza y la pátera en la mano eran atributos del emperador como sumo sacerdote. La representación heroizada del emperador lo mostraba semidesnudo y con una corona de laurel.
El retrato de cuerpo entero podía adoptar diversas posturas, siendo la más común la representación de pie. Durante el reinado de Augusto, el retrato experimentó una fuerte idealización, convirtiendo la imagen física del emperador en un arquetipo. Debía aparecer como un gobernante inteligente, bondadoso y poderoso. La juventud era un atributo esencial, ya que la vejez se asociaba con la decadencia.
En la estatua de Prima Porta, Augusto aparece con atuendo militar, portando túnica y coraza, y con el símbolo del mando. El hecho de que aparezca descalzo indica su divinización tras su muerte.
Análisis Formal y Simbólico
La estatua reproduce el modelo griego clásico en cuanto a composición y proporciones. Presenta unos hombros casi rectos, a pesar de la inclinación de la cadera causada por la flexión de la pierna izquierda. La composición se relaciona con el contrapposto, aunque esta escultura presenta un aspecto más dinámico, a pesar de su expresión contenida.
El emperador viste la indumentaria típica: una túnica corta y, sobre ella, una coraza musculada. Los relieves que decoran la coraza exhiben una compleja simbología. El delfín de Venus con Cupido (Amor) a cuestas sirve de soporte y alude al origen divino de la gens Julia. El delfín también podría referirse a la victoria naval sobre Marco Antonio y Cleopatra.
Esta obra combina de manera idealizada el retrato y el relieve histórico. El Augusto de Prima Porta representaba la encarnación del ideal de príncipe en alguna de sus múltiples facetas. Al ser representado como un ideal perfectamente definido, su fisonomía experimentó cambios mínimos a lo largo de sus 60 años de vida pública. Es, en esencia, una representación del poder imperial.