El Aumento de la Pobreza y Marginación en el Siglo XVI: Un Problema Social y Moral

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3. Pobres y Marginados:

Incremento numérico desde la última fase del siglo XVI, con la pauperización rural y urbana. En las ciudades del siglo XVI, los pobres supondrían entre el 15% y el 20% de la población. Una importante porción de estos pobres, además, tiene una procedencia rural, acudiendo a las ciudades porque ofrecen mayores expectativas para conseguir empleo o vivir de la caridad.

El problema de la pobreza no era novedoso, pero en la fase final del siglo XVI alcanza unas proporciones sin precedentes, complicando una primera clasificación, la de los pobres. Se establece una diferenciación entre:

  • Pobres estructurales: miseria de por vida.
  • Pobres coyunturales: sectores a los que una mala cosecha o carestía de productos de primera necesidad los sumen en la miseria momentáneamente, o pérdida de empleo.

También hay una diferenciación entre los pobres verdaderos o “de Dios” y los pobres falsos o “de vicio” (prefieren vivir de la caridad, pueden trabajar pero no tienen interés por ello. Sus formas de trabajo se convirtieron en temas de la literatura y pintura).

Se alude también al sector de los marginados, en los cuales destacan las minorías religiosas (como los judíos expulsados de España), minorías étnicas, esclavos, etc. Va a tener toda una serie de repercusiones; la pobreza pasa ya a concebirse por parte de algunos sectores intelectuales y religiosos de la época de una forma diferente a la concepción medieval porque se asume que la pobreza constituye un problema moral y social.

En el primer caso, se entiende que su miseria nace de la ociosidad y del no pretender trabajar. En el segundo, la pobreza plantea el riesgo al orden público y paz social, así como de la asistencia social de la beneficencia. A raíz de esta problemática, se va a suceder un cambio en la concepción de la pobreza y una transformación profunda de la asistencia social.

En la Edad Media, según la concepción cristiana, el pobre era la imagen de Cristo, por lo que tenía derecho a la limosna (deber de un rico), justificando las diferencias sociales. En la Edad Media imperaba la libertad de mendigar, favorecida además por las órdenes mendicantes, que vivían en buena medida de la limosna. Este estilo de vida es predicado por humanistas y reformas protestantes porque acumula riqueza y porque hacen la competencia a los verdaderos pobres. Esto favorece la caridad indiscriminada que era proporcionada por particulares nobles, eclesiásticos, etc.

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