Autores Clásicos de la Literatura Romana: Plauto, Terencio, Séneca y Virgilio
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Plauto (254 a. C. - 184 a. C.)
Plauto fue molinero y vivió en la pobreza antes de triunfar en la escena. Gran conocedor de la lengua griega y empresario de teatro, se conservan 21 de sus obras. Los temas son muy similares: un joven rico y bobalicón se enamora de una esclava de origen desconocido; un esclavo astuto le ayuda en sus amoríos; el azar muestra, de modo inesperado, que la joven es de nacimiento libre. Hay reencuentros con hijas raptadas en la infancia, boda y libertad para el esclavo. En resumen, un final feliz.
Títulos de algunas de sus obras: Amphitruo, Asinaria, Captivi, Curculio. Se muestra como un autor de notable inventiva: alarga las escenas interesantes, añade otras divertidas y crea desenlaces bruscos. Provoca la risa fácil más que la risa inteligente.
Importancia:
- Trasplanta a la escena la vida de la gente corriente.
- Supo aunar la fuerza de una Roma joven con el aliento cultural de la vieja Grecia.
- Influyó en toda la literatura posterior a su muerte hasta nuestros días, en autores como Shakespeare.
Terencio (190 a. C. - 159 a. C.)
Terencio fue un joven esclavo africano que fue recogido, liberado y educado por su dueño, Terencio Lucano, en un ambiente cultivado, con gran influencia de la cultura griega. Apenas tenía contacto con el pueblo, y eso se refleja en sus obras. Dejó seis obras: Andria, Hecyra, Heautontimorumenos, Formión y Adelphoi.
Los personajes son parecidos a los de Plauto, aunque parecen menos vivos. Introduce el monólogo para reflejar la vida interior de los personajes, sus vacilaciones, conflictos, escrúpulos y conflictos morales. La acción no avanza a saltos, no caricaturiza a los personajes, sino que los muestra más humanizados. En ellos podemos apreciar la evolución de los sentimientos en el ser humano, la importancia de las relaciones sociales, concluyendo que el hombre no es tan malo como parece y que lo que les ocurre a los demás debe despertarnos un sentimiento de solidaridad.
Su teatro no tuvo mucha popularidad, ya que no aparecen juegos de palabras ni groserías. Su comedia quedó reservada para el público culto.
Séneca (1 a. C. - 65 d. C.)
Séneca nació en Córdoba. En Roma estudió retórica y filosofía. Despertó la envidia de Calígula y fue desterrado de Roma durante siete años. Siendo emperador Claudio, fue llamado de nuevo a Roma por la emperatriz Mesalina para ser el preceptor del futuro emperador Nerón, de quien fue primer ministro. Implicado en la conjura de Pisón, fue invitado al suicidio por el princeps.
Su teatro se inspira en los grandes trágicos griegos: Esquilo, Sófocles y Eurípides. Sus tragedias incluyen: Las fenicias, Hércules furioso, Las troyanas, Medea, Fedra y Tiestes. Sigue sus modelos, pero aporta en sus obras el sello de su personalidad arrolladora y apasionada. Las diferencias con los originales son numerosas. Le gustan las situaciones patéticas, los efectismos, las truculencias y la pintura de espíritus atormentados y monstruosos.
Presenta el pensamiento pagano en su forma moral más noble y elevada, y muestra la vida antigua en sus facetas más refinadas.
Virgilio (70 a. C. - 19 a. C.)
Virgilio se crio en un ambiente modesto y estudió retórica. Su amigo Asinio Polión le sugirió la composición de las Bucólicas, que compuso entre el 42 y el 39 a. C. Son diez poemas pastoriles compuestos bajo el modelo griego, donde deja ver sus sentimientos personales con descripciones. La mayoría están escritas en forma de diálogo entre pastores.
Durante siete años trabajó en su obra Las Geórgicas, cuyo tema era un hombre de campo que nunca se adaptó a la vida de ciudad. Más tarde escribió la Eneida, la nueva epopeya del pueblo romano. Su última voluntad antes de morir fue destruir esta obra, ya que la consideraba incompleta e imperfecta, pero sus amigos y el propio Augusto la publicaron.
La obra se divide en doce libros o cantos. Los modelos principales de la Eneida fueron dos poemas homéricos: la Odisea, en los seis primeros libros, donde describe el viaje de Eneas desde la destrucción de Troya hasta su llegada a Italia; y la Ilíada, donde cuenta la conquista troyana desde el Lacio hasta la muerte de Turno. Virgilio gozó de un gran prestigio, y su fama ha perdurado hasta nuestros días.