Avances Técnicos e Innovaciones Tecnológicas: Impacto en la Segunda Revolución Industrial
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Las innovaciones tecnológicas y los cambios en la organización del trabajo fueron los síntomas más visibles de las transformaciones económicas de la llamada Segunda Revolución Industrial. El uso de nuevos materiales y de nuevas fuentes de energía transformó radicalmente la industria. Los decenios finales del siglo XIX y los primeros años del XX fueron un periodo de grandes inventos, que revolucionaron las formas de vida y la economía mundiales. La íntima relación entre industrias e investigación científica explica la aparición de estas grandes innovaciones tecnológicas.
La Era del Acero
La Segunda Revolución Industrial se puede considerar como la "era del acero". La calidad del acero, que sustituyó al hierro, permitía innumerables aplicaciones. Su amplia difusión, así como la de los metales no ferrosos a partir de 1880, hizo que la antigua estructura de la industria pesada quedara obsoleta. La demanda militar orientó gran parte del sector hacia la fabricación de nuevas armas. La producción de la industria mecánica se disparó cuando la población civil pudo acceder al consumo.
La Revolución del Automóvil
En 1885, los alemanes Daimler y Benz fabricaron su primer automóvil. Fue el popular y barato modelo "T" el que revolucionó la industria del automóvil. La venta a plazos apareció en estos años para hacer posible que sectores de escasos recursos pudieran comprar productos de alto precio.
Nuevas Fuentes de Energía
La energía eléctrica cambió las formas de trabajo y la vida cotidiana de buena parte de la humanidad. El petróleo refinado en forma de gasolina era el combustible necesario para los nuevos motores de explosión que utilizaban los revolucionarios medios de transporte.
Expansión de la Industria Química
La industria química creció de forma fulgurante con innumerables aplicaciones: abonos para la agricultura, nuevos componentes para la fabricación de papel, medicamentos, materiales plásticos, explosivos, etc.
El Taylorismo y la Organización del Trabajo
La nueva organización del trabajo adjudicaba a los trabajadores una tarea fija y repetitiva en alguna fase de la cadena productiva con el fin de ahorrar tiempo y abaratar la producción. El taylorismo se extendió sobre todo tras acabar la Primera Guerra Mundial.