La Baja Edad Media en la Península Ibérica: Crisis, Reinos y Expansión (Siglos XIV-XV)
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La Baja Edad Media: Crisis y Transformaciones en los Siglos XIV y XV
Organización Política e Instituciones en Castilla y la Corona de Aragón
La monarquía fue la institución principal de los reinos peninsulares. En Castilla, la monarquía era unitaria; solo existía un Estado y el rey era la máxima autoridad. En Aragón, era federativa, compuesta por varios reinos que tenían sus propias instituciones, leyes y costumbres. El rey tenía menos poder porque se impuso el pactismo: el poder del rey venía de Dios, pero se lo otorgaban sus súbditos, a quienes debía respeto.
La Curia Regia era una asamblea formada por los principales nobles del reino, obispos y abades que aconsejaban al rey en los asuntos de gobierno.
Las Cortes eran asambleas que surgieron cuando a la Curia Regia se unieron los representantes de algunas ciudades. Estaban formadas por tres estamentos: nobleza, clero y el estado llano. Su función consistía en aprobar las ayudas económicas solicitadas por el rey y los nuevos impuestos. En Castilla existían unas Cortes únicas, y en Aragón cada reino tenía las suyas, aunque a veces se realizaban reuniones de Cortes conjuntas.
Crisis Demográfica, Económica y Política en los Reinos Cristianos
Las conquistas territoriales que habían permitido el crecimiento demográfico y económico de los reinos hispánicos finalizaron en el siglo XIV.
La agricultura era extensiva y de bajos rendimientos, por lo que se estancó, apareciendo la hambruna y la desnutrición, especialmente intensas en épocas de malas cosechas. Epidemias como la Peste Negra redujeron aún más la población, y las tierras de cultivo se despoblaron, bajando las rentas de los propietarios. Estos, para no perder riqueza, subieron los precios y se apropiaron de las tierras de los concejos, oprimiendo cada vez más al campesino, lo que causó conflictos entre los diferentes grupos sociales.
Las tensiones entre los nobles y el rey de Castilla, y entre los nobles contra los campesinos y los burgueses de Aragón, provocaron guerras civiles hasta el último tercio del siglo XV.
La Expansión Mediterránea de la Corona de Aragón
La Corona de Aragón llevó a cabo una fuerte expansión tanto económica como territorial por el Mediterráneo oriental. La primera conquista fue realizada por Pedro III, quien en 1282 arrebató Sicilia a la casa francesa de Anjou, lo que supuso la hostilidad del Papa. En 1323 se ocupó Cerdeña contra los intereses de la ciudad italiana de Pisa. Las expediciones de los almogávares a Oriente supusieron el dominio sobre los ducados griegos de Atenas y Neopatria, y en 1442 Alfonso V conquistó Nápoles.
Estas conquistas fueron protagonizadas por los nobles y el monarca, pero fueron los comerciantes burgueses quienes las financiaron. El dinero necesario para conseguir ejércitos y buques salió del comercio, ya que la posesión de estas tierras era la garantía para asegurar rutas, mercados y capitales.
Rutas Atlánticas y la Conquista de las Islas Canarias (Castilla y Portugal)
Desde el siglo XIV, Portugal se había mostrado muy activo en sus viajes de exploración por el Atlántico. Buscaba oro, esclavos, azúcar, cereales y especias. En 1415 había ocupado las islas de Azores, Cabo Verde y Madeira, y también conquistó zonas de la costa africana.
Castilla comenzó la conquista de las Islas Canarias durante el reinado de Enrique III (1390-1406). Los nobles normandos Gadifer de La Salle y Juan de Bethencourt, vasallos del rey de Castilla, tomaron posesión de las islas menores: Lanzarote, Fuerteventura, El Hierro y La Gomera.
La toma de las islas trajo consigo la enemistad con Portugal, que fue resuelta en el Tratado de Alcáçovas en 1479. En él, Castilla reconocía las conquistas portuguesas en África y Portugal reconocía como castellanas las Islas Canarias.