El Barroco Literario Español: Figuras Clave y la Voz Femenina
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El Barroco fue un periodo de gran esplendor y complejidad en la literatura española, caracterizado por la búsqueda de la originalidad, el contraste y la expresión de una visión desengañada de la realidad. Dos de sus máximos exponentes, Francisco de Quevedo y Luis de Góngora, representaron las dos grandes corrientes estilísticas de la época: el Conceptismo y el Culteranismo, respectivamente.
Figuras Clave del Barroco Español
Quevedo: El Ingenio del Conceptismo
En la poesía de Francisco de Quevedo se aprecia una visión decepcionada de la realidad que, a menudo, conduce al desengaño y a la reflexión sobre la muerte. Fue el máximo representante del Conceptismo, una corriente que buscaba la agudeza y la concisión en el lenguaje.
Recursos estilísticos habituales de Quevedo:
- Juegos de palabras (como la dilogía)
- Hipérboles
- Metáforas
- Antítesis
- Paradojas
- Símiles
Góngora: La Belleza del Culteranismo
Luis de Góngora es considerado el máximo representante del Culteranismo (o Gongorismo). Su poesía se caracteriza por ser hermetista, es decir, de difícil interpretación, debido a:
- Continuas alusiones mitológicas.
- Superposición de recursos retóricos.
Presentaba una notable complejidad sintáctica, manifestada en:
- Hipérbatos complejos.
- Uso de latinismos y estructuras latinas.
- Técnicas de diseminación-recolección.
Su estilo era marcadamente sensorial, empleando:
- Cromatismos (a través de epítetos).
- Musicalidad (mediante aliteraciones).
Góngora lograba combinar la solemnidad con un tono jocoso en sus composiciones.
La Mujer y la Escritura Letrada en el Barroco
Durante el Barroco, la mujer era percibida como un ser más débil en cuerpo y espíritu, lo que implicaba no solo una inferioridad física, sino también una inferioridad intelectual y moral. Las mujeres estaban completamente sometidas a la voluntad del hombre, ya fuera como doncellas, esposas, viudas o religiosas, careciendo de una entidad propia.
El matrimonio, a menudo de conveniencia, representaba una sumisión absoluta al hombre. Incluso el movimiento Humanista, con figuras como Vives, Erasmo o Luján, no incluyó a las mujeres en sus propuestas educativas. La educación femenina se enfocaba exclusivamente en la futura crianza de los hijos, relegándolas de forma definitiva al ámbito privado.
Entre las cualidades más valoradas en la mujer destacaba la virtud del silencio. No existía una educación reglada para ellas; su formación dependía enteramente de la familia.
Si la mujer debía ser silenciosa y permanecer en el mundo privado para ser considerada "honesta", entonces escribir se convertía en una transgresión. Publicar la propia voz implicaba exponerse a penalizaciones del grupo social. Sin embargo, esta transgresión era más factible si se pertenecía a una familia poderosa (clase noble), se contaba con la protección de un mecenas, o se lograba reconocimiento en las Justas Poéticas.
La Poesía Femenina en el Barroco
La mayor parte de la poesía escrita por mujeres durante el Barroco se gestó en los conventos, influenciada por figuras como Teresa de Jesús, quien incitaba a las monjas a expresar su sentimiento religioso a través de la escritura.
A finales del siglo XVI y principios del XVII, ante la ausencia de modelos femeninos de escritura, las mujeres se vieron obligadas a justificar su atrevimiento a escribir. Esta justificación dependía en gran medida de su clase social y educación.
Casos Notables:
- Sor María de la Antigua (fallecida en 1617): Proveniente de una familia humilde, negaba repetidamente la autoría de sus textos, justificando que escribía por mandato divino (a través de visiones) y de su confesor.
- Sor Violante do Ceo (1607-1693): A partir de 1630, se observa una eclosión de la literatura femenina. Sor Violante, por ejemplo, escribía tanto en portugués como en castellano. Fue protegida por un mecenas que formaba parte de un grupo intelectual privilegiado de judíos refugiados en el sur de Francia. Su obra abarcó tanto la poesía profana como la religiosa, incluyendo sonetos de carácter erótico o sensual, al estilo petrarquista.
A partir de mediados de siglo, la escritura femenina dejó de ser exclusiva de las monjas. Sin embargo, a finales de siglo, la escritura femenina perdió impulso, especialmente en la literatura profana, lo que sugiere que pudo haber sido considerada una moda pasajera.