La Basílica de Saint-Remi de Reims: Un Recorrido por su Historia y Arquitectura

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Historia

Los oscuros1 orígenes de la gran abadía de Reims se encuentran en una pequeña capilla del siglo VI dedicada a San Cristóbal, y su éxito se fundó en la adquisición de las reliquias de San Remigio en 687. Con posterioridad, las donaciones de los creyentes abundaron. Al llegar al siglo IX, la abadía poseía cerca de setecientos dominios y quizá era la más ricamente dotada de Francia. Parece probable que sacerdotes seculares fueran los primeros guardianes de las reliquias, pero les sucedieron los benedictinos. Desde 780 a 945, los arzobispos de Reims sirvieron como sus abades. En esta abadía, Carlomagno recibió al papa León III.

En 1005, el abad Aviardo emprendió la tarea de reconstruir la iglesia de Saint-Remi y, durante veinte años, el trabajo se desarrolló ininterrumpidamente, antes de que la bóveda se derrumbara, sin duda por insuficiencia de contrafuertes. El abad Teodorico erigió la magnífica basílica que se conserva, que el papa León IX consagró en 1049 y a la que se concedieron numerosos privilegios. La biblioteca de la abadía y sus escuelas tuvieron tan alta reputación que el papa Alejandro III escribió una carta de recomendación al abad Pedro, que sobrevive.

Los arzobispos de Reims y varios príncipes —Carloman, hermano de Carlomagno; Enrique de Orleáns († alrededor de 1653); y los reyes Luis IV de Francia y Lotario— fueron enterrados en el monasterio.

Entre los ilustres abades posteriores, todos seleccionados entre la alta nobleza, pueden mencionarse: Enrique de Lorena (1622-1641), quien adscribió la abadía a la Congregación de San Mauro; Jean-Nicolas Colbert (1665), más tarde arzobispo de Ruan; Charles Maurice Le Tellier (1680-1710); y Joseph de Rochechouart, nombrado abad por el rey en 1745.

Sufrió daños durante la Revolución francesa de 1789. El siglo XIX vio la reconstrucción de la torre norte y de lo alto de la fachada, a partir del rosetón. Las bóvedas de la nave fueron reemplazadas por falsas bóvedas en madera, así como la elevación de un nuevo mausoleo. Con ocasión del 14.º centario del bautismo de Clodoveo, en 1896, se realizó la caja en bronce dorado cerrado en el mausoleo. Se rehicieron «la corona de luz», símbolo de la Jerusalén celeste, y, por lo tanto, las 96 bujías que evocan la duración de la vida de san Remigio.

El 1 de agosto de 1918, se lanzaron obuses alemanes sobre la basílica; el techo se incendió y se fundió; las falsas bóvedas en madera y yeso quedaron aplastadas a todo lo largo de la nave y una parte del crucero. Las paredes quedaron perforadas, el suelo cubierto de ruinas y sólo quedaban las transmisiones del órgano Brisset. Fue en 2000 cuando la basílica se vio dotada de nuevo de un gran órgano del fabricante de órganos Bertrand Cattiaux. Los daños se vieron empeorados por las inclemencias del invierno, que desmoronaron los lados meridionales, en abril de 1919, mientras que la lluvia y la tormenta abatieron el frontón septentrional del crucero en 1920.

El papa Juan Pablo II efectuó un viaje a Reims en 1996, para conmemorar el 1500.º aniversario del bautismo de Clodoveo, primer rey de los francos, por san Remigio.

La basílica celebró en 2007 su milenario.

Basílica de Saint-Remi: la nave.
Basílica de Saint-Remi: la nave.

Descripción

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